El sevillano González-Écija, de la Escuela Taurina Municipal de Écija, que ha cortado una oreja a su segundo novillo, ha ganado la final del ciclo de novilladas de promoción en la Maestranza. El también sevillano Uceda Vargas, que dio una vuelta al ruedo, clasificado en segundo lugar. El francés Solalito, silenciado, lo fue en tercer lugar.
SEVILLA / Novillada sin picadores
ERALES: Se han lidiado erales de la ganadería de Jandilla, bien presentados y nobles. Soso y distraído el primero; encastado y con clase el segundo; gazapón y sin calidad en sus embestidas el tercero; mansito, aunque noble y con calidad, el cuarto; encastado el quinto; distraído y a la defensiva el sexto.
NOVILLEROS: –Uceda Vargas (Escuela de Camas), saludos tras aviso y vuelta al ruedo tras aviso.
–González-Écija (Escuela de Écija), vuelta al ruedo tras aviso y oreja tras aviso.
–Solal Calmet ‘Solalito’ (Escuela del Campo de Gibraltar), silencio y silencio.
INCIDENCIAS: Tres cuartos de plaza.
Manuel Viera.-
Resultó esperanzador ver hacer un toreo tan clásico, tan de buen gusto, tan templado y rematado, en momentos en que todo parece estandarizado. Fue reconfortante encontrarse con un repertorio tan personal, liberado de lo monótono, en manos de un principiante dispuesto a ser torero saliéndose de la rutina. Un toreo capaz de llegar a los tendidos. Jaime González-Écija no se durmió en los laureles y construyó con el buen quinto eral de Jandilla una faena dispar sustentada en el temple y en el irresistible natural. Una faena inteligente, agradable a la vista, bien hecha, amplia en naturales y peculiar en los destalles.
El alumno de la Escuela Taurina Municipal de Écija ha ganado la final. Y lo ha hecho por claridad de ideas, contenido en la lidia y ritmo, sobre todo, en el toreo de mano izquierda. Una forma de torear que entró por derecho en la gente. La mostró también con el noble y encastado segundo. Un eral al que toreó a la verónica muy despacio. Al que le realizó una faena sobria, de buen gusto, de exquisito temple y en la que los detalles de torería epilogaron una bonita obra no acabada con la espada.
Sin embargo, con el quinto, buscó en la fluidez de su toreo un tono más reposado que, sin resultar cansino, otorgó a la lidia el toque emocional deseado. Algo desigual con la diestra explicó mejor su tauromaquia con el natural de hondo contenido. Más sincero y mejor trazado. Esta vez la espada se hundió y la oreja ganada lo hizo claro vencedor.
Hay que reconocer que Uceda Vargas dejó esbozado su toreo. El alumno de la Escuela Taurina de Camas es poseedor de unas formas tan diferenciales como clásicas. Con el noble, aunque soso primero, atisbó su naturalidad en una lidia a media altura, de despaciosos muletazos hilvanados y hondos naturales. Fue una lástima que tan buen toreo fuese malogrado con la espada.
Hizo lo mejor con el noble cuarto, al que supo meter en la muleta a base de taparle con la tela la mansa salida hacia chiqueros. Faena de esbozos que apuntaron maneras, pero que no pasó de interesantes momentos con la izquierda y los toreros detalles finales. El toreo en redondo con el que finalizó la lidia caló en la gente. De nuevo los aceros se le atascaron y todo quedó en simple vuelta al ruedo.
Solalito tiene una enorme diversidad con el capote. Se lució en llamativos quites muy del gusto del público. Además, es torero banderillero, aunque los palitroques quedaron colocados con desigualdad. También el alumno de la Escuela Taurina del Campo de Gibraltar acusa demasiado esa tendencia a torear hacia afuera. De todas formas, fueron sus dos erales los menos buenos de la noche. Anduvo desigual con el tercero, un eral de sosas embestidas al que mató muy mal. Y le echó ganas a la lidia del sexto, otro animal corretón y distraído al que sólo le pudo poner voluntad por agradar.
Al finalizar el festejó, el jurado designó ganador del ciclo a Jaime González Écija, segundo clasificado Uceda Vargas y tercer clasificado Solal Calmet ‘Solalito’.