El novillero madrileño Rafael González cuaja una buena e interesante actuación con dos novillos de distintos comportamientos y corta dos orejas en su presentación en la Maestranza. García Navarrete y Marcos fueron silenciados. Marcos fue herido por su primer astado, pero pudo salir en el sexto para completar actuación.
SEVILLA / Novillada con picadores
NOVILLOS: Se han lidiado novillos de la ganadería de José Cruz, desiguales de presentación y hechuras, nobles y descastados. Flojo y a la defensiva, el primero; noble y con clase en sus embestidas, el segundo; descastado y con poca fuerza, el tercero; noble y manejable, el cuarto; manso rajado, el quinto; noble y manso, el sexto.
NOVILLEROS: –García Navarrete (de azul y oro), silencio y silencio tras aviso.
–Rafael González (de gris plomo y plata), oreja y oreja.
–Marcos (de azul marino y oro), silencio y silencio tras aviso.
INCIDENCIAS: Media plaza. Marcos fue herido por el tercero, sufriendo «herida por asta de toro en pliegue glúteo izquierdo, con dos trayectorias descendentes de 3 y 7 cm. Es intervenido en enfermería bajo anestesia local. Pronóstico menos grave que le impide continuar la lidia». Bajo su responsabilidad, lidió la parte final del sexto novillo.
Manuel Viera.-
Fue una lidia de incuestionable atractivo. Rafael González se mostró personal y sincero con el noble y buen utrero segundo de la noche. Y, sobre todo, variado con un capote que maneja con solvencia y despaciosidad. Buscó en la fluidez de su toreo un tono reposado después de prologar la lidia con las dos rodillas en tierra para hacer más emocional el pase cambiado por la espalda. El debutante madrileño toreó despacio construyendo una faena de hondo contenido donde el muletazo diestro fue lo más destacado por sincero, sentido, ligado y rematado. El conjunto de lo hecho mantuvo el tono de interés, aunque el natural resultó desigual. Acabó con las habituales bernardinas para de inmediato hundir la espada y pasear la primera oreja de la noche.
Sin embargo, con el quinto utrero de José Cruz, manso y huido al amparo de las tablas, le realizó una faena entusiasta con la que dejó mostrado su buen concepto, su valor y su bien aprendida técnica. Claridad de ideas, contenido en la lidia y ritmo en el natural. González, insistió en el cite de muleta adelantada, la imantó a la embestida para así hilvanar los muletazos, que viajaron despacio y largos, evitando la huida del manso a las tablas. Acortó las distancias en un epílogo emotivo que finalizó con ajustadas manoletinas. Pese a la estocada caída le cortó la oreja.
Fue lo mejor y lo más destacado de la última novillada del ciclo continuado de abono, porque García Navarrete poco pude hacer con el flojo y complicado primero. Un novillo que se defendía de las telas y al que costaba un mundo templar su compleja embestida. El diestro de Vilches lo intentó sin resultados positivos. Con la espada lo tumbó de fulminante estocada.
El noble cuarto embistió con sosería y el jienense pareció desanimado, demasiado despegado en los bien trazados muletazos diestros. No fue mejor el toreo al natural, desigual y con esa tendencia habitual hacia afuera. Tampoco con la espada estuvo bien.
Y el también debutante Marcos resultó empitonado por el descastado tercero cuando se disponía a torear de capote hincado de rodillas. Con una cornada en el glúteo izquierdo aguantó un trasteo, desigual y deslavazado, con el que intentó doblegar las acometidas a la defensiva de un novillo soso y justo de fuerzas. Y para colmo lo mató mal.
Al sexto le comenzó la lidia García Navarrete por continuar la intervención de Marcos, que permanecía aún en la enfermería de la plaza. No obstante, apareció el novillero de Cuenca con signos claros de seguir toreando, cosa que hizo pese a las visibles muestras en contra del delegado gubernativo. Así que Marcos realizó un trasteo de esbozos que apuntaron maneras, pero que no pasó de simples intentos por agradar. Tampoco el utrero, de sosas y rajadas acometidas, se lo puso fácil. Con la espada, mal.