El diestro sevillano Manuel Escribano, que reaparecía tras la cornada sufrida en la Feria de San Isidro en Madrid, ha reaparecido con un gran e histórico triunfo. El torero de Gerena ha indultado a un toro de Miura, cortando las dos orejas y rabo simbólicos. También ha salido a hombros Octavio Chacón. Pepe Moral ha sido silenciado.
UTRERA / Corrida de toros
TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Miura, bien presentado, serios y de interesante comportamiento durante la lidia. Noble, manejable y de escasa fuerza el primero; complicado y buen pitón izquierdo el segundo; noble y con recorrido el tercero; soso y a la defensiva el cuarto; muy bravo el quinto, ‘Tahonero’, número 42, negro, de 570 kilos, que fue indultado; bravo en el caballo y venido a menos en la muleta, el sexto.
ESPADAS: –Octavio Chacón (de rosa y oro), oreja y oreja.
–Manuel Escribano (de grana y oro), saludos, y dos orejas y rabo simbólicos.
–Pepe Moral (de grana y oro), silencio tras aviso y silencio.
INCIDENCIAS: Menos de media plaza. Corrida de la Fiesta de San Juan.
Manuel Viera.-
Lo experimentado no es sinónimo de aburrimiento, sino de todo lo contrario. La complejidad del exigente quinto toro de Miura se convirtió en nobleza, fijeza y bravura. Desde que ‘Tahonero’ salió de chiqueros su acometida en el capote de Manuel Escribano proporcionó una considerable dosis de cadencia y ritmo en los lances del sevillano. Algo vivo, gozoso y, sobre todo, emotivo, que tendría continuidad en el caballo. Dos buenas varas a las que el ‘miura’ respondió con la entrega de su embestida. Enfrentarse a tamaño desafió de la bravura requiere muchas cosas: un valor a toda prueba, una gran técnica y un talento capaz de evidenciar la encastada acometida.
Y así, Manuel, salió triunfante de la exigente prueba. Incluso fue más fácil comprobar el valor sin cuento del reaparecido torero sevillano en el tercio de banderillas. Se le vio tan fácil como seguro en lo más relevante de su hacer. Fueron tres pares de poder a poder. Sin una pizca de duda, tan de verdad lo hizo que el valor mostrado se convirtió de inmediato en gozo para la vista y los sentidos, acercándose con ello a la tan deseada emoción.
Bien es verdad que ‘Tahonero’ tomaba los engaños provisto de bravura. Y que Escribano le construyó una faena templada, y bien estructurada, de extraordinaria pulcritud y cálida expresión. Que enriqueció su toreo con la izquierda con el que acabó emocionando a los tendidos. Verdad y hondura en el natural a un toro que no paraba de acometer. Y el torero siguió serio, riguroso y con notable gusto. Ora con la derecha, ora con la izquierda. Y los detalles del molinete y el pase por bajo se sucedieron mientras la gente comenzaban a mostrar sus pañuelos al viento pidiendo la vuelta del bravo toro a los campos de Zahariche. Y allí seguirá pastando. El indulto, con su indudable polémica, se consumó, aunque eterna se hizo la vuelta de ‘Tahonero’ a los corrales de la plaza. Una hora de interminable trabajo e impotencia de cuadrillas y operarios con el aguante de un público cargado de paciencia.
El caso fue, que la tarde en la que el encaste Cabrera volvió a la tierra de su origen, un bravo toro de Miura hizo historia. Y no sólo fue el indultado; la seria corrida, de notable presentación, que Eduardo y Antonio Miura mandaron a Utrera, se saldó con el noble y buen tercero, y un sexto, encastado en los primeros tercios, venido después a menos.
Escribano malogró con los aceros la buena lidia que le ejecutó al segundo, un toro con las habituales complicaciones de su encaste, al que banderilleó de forma notable y al que logró torear y destacar con la mano izquierda.
Para hacer el toreo hacen faltas argumentos, y Octavio Chacón los tuvo muy claros al ponerse donde hay que ponerse hasta redondear una faena al serio, noble y flojo primero. Serenidad y equilibrio en una lidia de mano derecha, de muletazos cortos, con la que resolvió necesariamente las dificultades de unas acometidas a la defensiva para acabar hundiendo el acero.
De igual forma despachó al cuarto, un toro de sosas embestidas a la defensiva. El gaditano descubrió el lado menos oscuro del complicado miura apoyado en su impecable técnica lidiadora. Sin embargo, la espada se fue a los bajos.
Y Pepe Moral. La definición expresiva del diestro palaciego no ha sido la deseada. No hubo trazos seguros y nítidos, y sí ligeros y nerviosos. El mayor de los deseos es que el buen torero sevillano vuelva cuanto antes a revalorizarse en la justa medida de su notable concepto.
¡Ah!, y mientras unos se esfuerzan por buscar nuevos futuros al toreo en Utrera, otros, los más, se instalan en la ambigüedad y siguen distraídos mirando de lado. Y así nos va. La raquítica entrada lo dijo todo.