REAL MAESTRANZA - 10ª Feria de Abril

No fueron toros de andar por casa

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1940
Miguel Ángel Perera.

Importante debut de los toros de Santiago Domecq en la Feria de Abril, con una corrida interesante por brava, noble y encastada. Miguel Ángel Perera le cortó la oreja a ‘Aperador’, premiado con la vuelta al ruedo. El Cid, desdibujado toda la tarde. El murciando Paco Ureña fue ovacionado. Gran tarde con banderillas y capote de Curro Javier.


SEVILLA / Corrida de toros

TOROS: Se han lidiado toros de la ganadería de Santiago Domecq; bien presentados, nobles, bravos y encastados. Con clase en sus embestidas el primero; muy noble y bravo el segundo, premiado con la vuelta al ruedo; con poca fuerza el tercero; complicado por encastado el cuarto; con genio encastado y rajado el quinto; a la defensiva el sexto.
ESPADAS:Manuel Jesús ‘El Cid’ (de malva y oro), saludos y silencio.
Miguel Ángel Perera (de coral y oro), oreja y saludos.
Paco Ureña (de coral y oro), saludos y silencio.
CUADRILLAS: Saludó en banderillas Curro Javier. Lo hizo también tras la lidiar al segundo toro de Perera.
INCIDENCIAS: Tres cuartos de plaza.


Manuel Viera.-

     El debut de los toros de Santiago Domecq en la Maestranza no ha podido ser mejor. Una corrida brava y encastada con su punto de complicación y genio, y un gran toro, bravo y noble, premiado con la vuelta al ruedo. ‘Aperador’ le hubiese proporcionado un triunfo importantísimo a Perera si el espadazo con el que rubricó su obra no hubiese resultado desprendido. No, ni mucho menos, fueron toros de andar por casa.

     El diestro extremeño mostró su valor, aplomo y seguridad para hacer creíble lo hecho. Y bien que lo demostró en una lidia que se iba haciendo cada vez más interesante y emotiva según trascurría. El prólogo de faena de hinojos, con inverosímiles pases cambiados por la espalda, subió la temperatura de una plaza que respondió a lo hecho a modo de emoción. Fue la chispa que encendió el proceso creativo de una tauromaquia de ingeniosa sencillez. Después, los templados y ensamblados muletazos diestros de mano baja, cada vez más sentidos y profundos en enorme declaración de intenciones, mostrando, además, firmeza y un excelso toreo, definieron el calado emocional y la enorme importancia de lo hecho. Y con el natural, tan escaso como hondo, dejó ver la luminosidad de una forma de hacer el toreo.

     Atrayente y enriquecedor todo lo hecho y dicho por Miguel Ángel Perera al bravo segundo toro de El Torero. Una lidia con la que abarcó formas tan clásicas como auténticas, y generando, muletazo por muletazo, una de las faenas que mejor definen su concepto. La estocada quedó desprendida y, pese a ello, la gente pidió el doble trofeo con pasión. El presidente sacó dos pañuelos: el blanco para conceder la oreja al matador y el azul de la vuelta al ruedo póstuma al buen toro de S.D.

     Fue un verdadero gozo ver lidiar a Curro Javier al quinto. El buen banderillero ya cuajó un excelente tercio de banderillas en el anterior toro de Perera. Pero las formas y el toreo bien hecho fue una verdadera delicia. Tan templado fue el capote del torero vestido de verde y azabache que el público, puesto en pie, le obligó a saludar tras la perfección y la torería en su hacer lidiador. Después, el genio encastado del cornúpeta complicó de difícil manera la faena al diestro de Puebla de Prior. No se movió un ápice en un inicio esperanzador de toreo diestro hilvanado y rematado. Un toreo que se fue enrevesando sin conseguir el acople con las difíciles embestidas de un toro que terminó rajado. Tras la estocada le obligaron a saludar la ovación.

     El Cid toreaba su penúltima corrida en la Maestranza en esta temporada de despedida. Un público agradecido por lo que le vio hacer en esta plaza le ovacionó tras disolverse el paseíllo. Después, Manuel, no brilló con la máxima originalidad de su concepto. Y aunque la derecha viajó despacio en muletazos hilvanados, la izquierda se quedó a medio camino ante un primer toro noble y con eminente clase en sus embestidas. Un pinchazo precedió a la estocada definitiva.

     Tampoco pudo el torero de Salteras con las bruscas embestidas del encastado cuarto. Cuando la cabeza manda y las piernas no obedecen el problema se engrandece y se complica. Con una estocada lo finiquitó.

     Al también noble tercero, con las fuerzas justas, le faltó fondo cuando Paco Ureña alcazaba el ecuador de la faena. Pese a que toda la lidia la impregnó de verdad, poco o nada pudo conseguir el torero de Lorca. La derecha templada no alcanzó nota, y la izquierda se diluyó entre buenos naturales sin emoción. Con una estocada lo mandó al desolladero.

     Y el sexto le dio muy pocas opciones de alcanzar los deseados resultados. Con genio, bruscas embestidas y a la defensiva, se empleó en la muleta del lorquino que, en faena discontinua e intermitente, dejó detalles de su indudable calidad, pero con una eminente falta de emoción. Hundió el acero después de un primer intento fallido


AL NATURAL

Torería

Francisco Mateos.-

     Es de los momentos más emocionantes que he vivido en la actual Feria de Abril. Han bastado dos pares de banderillas y cuatro capotazos. ¿Para qué más? El sevillano Curro Javier es el único que ha sabido -y podido- poner en pie a todo el mundo -y todos de acuerdo- en lo que va de Feria. No cabe mayor humildad taurina y sin embargo mayor grandeza torera. La forma de hacer la suerte de banderillas con mucha verdad en el segundo de esta tarde, colocando dos pares excelentes, sin estridencias, sin excesos… con temple, con torería, con garbo.

     Y la lidia en el quinto, espectacular: para clase magistral en todas las escuelas taurinas. Qué forma de templar, de colocarse en el sitio perfecto para imantar con un capotazo tan efectivo como bellísimo al toro; por cierto, qué corrida tan interesante de Santiago Domecq, de nota alta. Cada capotazo de Curro Javier, que eran sólo uno para ponerlo en suerte, se coreaban con ese ‘bieeeeennnn’ profundo del público. Hizo un poco de hilo al colocarlo en el tercer par y bastó con moverse aprovechando el celo del toro para corregir su posición y colocarlo de nuevo en suerte a su compañero. Y al terminar el tercio de banderillas, cerrarlo con torería, a una mano, con temple y gusto. Un crack, este Curro Javier. Se desmonteró tras parear al segundo y ¡ojo! se tuvo que volver a desmonterar -después de decirle a su matador Perera que no; esa es su humildad- tras lidiar a la perfección al quinto. Torería. ¡Qué gran palabra!


GALERÍA GRÁFICA (Pagés)

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