El sevillano Eduardo Dávila Miura, clave en la organización del festival a beneficio de la Hermandad de la Macarena, ha cortado dos orejas a un utrero de Daniel Ruiz. Manzanares y Roca Rey pasearon una oreja de sus respectivas reses. Pepe Luis Vázquez, Paquirri, Morante y Manolo Vázquez, ovacionados.
SEVILLA / Festival benéfico
ASTADOS: Se han lidiado reses donadas por las ganaderías de Núñez del Cuvillo, Jandilla, Daniel Ruiz, Miura, Torrestrella (lidiada como sobrero) Garcigrande, Luis Algarra Polera y Juan Pedro Domecq.
ACTUANTES: –Pepe Luis Vázquez, saludos.
–Rivera Ordóñez ‘Paquirri’, saludos.
–Dávila Miura, dos orejas.
–Morante de la Puebla, saludos.
–José María Manzanares, oreja.
–Roca Rey, oreja.
-El novillero Manolo Vázquez, saludos.
INCIDENCIAS: Festival a beneficio de la asistencia social de la Hermandad de la Macarena. Lleno de ‘No hay billetes’. Se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas de las inundaciones de Mallorca. El banderillero Alfredo Cavillas fue asistido en la enfermería de «contusión en fosa renal izquierda. Se deriva a estudio radiológico para descartar fractura o lesión en órganos internos. Pronóstico: menos grave que le impide continuar la lidia».
Manuel Viera.-
Acabó la temporada de toros en Sevilla con la Maestranza llena, engalanada de forma extraordinaria con motivos macarenos y taurinos, y con un claro objetivo conseguido: recaudar fondos para los más necesitados de esa gran obra social y asistencial que lleva a cabo la Hermandad de la Macarena. Y esto ha sido posible gracias a la generosidad de una gente que ocupó en su totalidad los tendidos de la plaza en un claro ambiente de fiesta, antes y después de la celebración del festival, y predispuestas a gozar del toreo. Gozaron, y disfrutaron de una programación cargada de alicientes. Lo hicieron con la banda de cornetas y tambores de la Centuria Romana Macarena y con la de Tejera que, para celebrar 80 años en la plaza, recuperó el tradicional ‘despeje’ interpretando en el ruedo pasodobles y marchas procesionales.
No obstante, fue lo hecho con el toro, o el utrero, lo que dio argumento al éxito de la tarde. Porque bastaron un par de detalles de Pepe Luis Vázquez con el novillo de Núñez del Cuvillo para darse cuenta que en él todo es distinto. Muy poco, casi nada, pero lo hecho lo hizo muy despacio. Todo quedó inconcluso e irresoluto, pero con el destalle de un natural y un kikirikí iluminó la plaza. Mató mal y le obligaron a saludar.
Paquirri toreó despacio y templado al buen toro de Jandilla. Lo hizo en los lances a la verónica, y se mostró atemperado, fluido y, a veces, susurrante en el toreo diestro. Una lidia con la que llegó a una gente que le jaleó en banderillas y gozó de una faena con la que hizo toda una declaración de intenciones. Mejor con la derecha que con la izquierda; acabó mal con los aceros.
Serio, riguroso y templado, capaz de incrementar su valor con la brava embestida del toro de Daniel Ruiz, se mostró Dávila Miura, que resolvió con frescura una lidia en la que dejó muletazos de una profundidad y calidad extrema. El sevillano toreó a placer con la mano derecha. Hilvanó muletazos extraordinarios perfectamente rematados con los de pecho. También el natural despacioso destacó en una faena finiquitada de estocada.
Morante vio cómo devolvían a corrales el novillo de Miura por inválido. En su lugar salió como sobrero un toro de Torrestrella de noble, aunque mansa, embestida. Generoso e inventivo se mostró el torero de La Puebla en el transcurso de una lidia de excelsos detalles. E incluso desarrolló un toreo con el que en determinados momentos gustó y se gustó. Sobre todo, con la derecha. Bastaron algunos chispazos de su arte para que la gente gozara. Aunque el mejor disfrute llegó a la verónica en el quite al utrero de Dávila Miura. Tras la media estocada tendida y el descabello le aplaudieron lo hecho.
Manzanares toreó tan despacio al buen toro de Garcigrande que pareció congelarse el tiempo por momentos. Fue un toreo tan templado que fascinó a una gente entregada a la causa. El inspirado muletazo diestro alcanzó plenitud en una faena más de derecha que de izquierda. Maravilló su lidia, con la que puso de relieve su sentido del temple, la elegancia del trazo y la inspirada ligazón. Algún que otro desarme le quitó continuidad a la obra. Tras hundir el estoque en la suerte de recibir necesitó de un golpe de descabello.
El valor y buen gusto se fundieron con perfección infrecuente en la faena de Roca Rey al flojo toro de Luis Algarra. Una faena emotiva sólo en el epílogo debido a la nula acometividad de un animal tan noble como escaso de fuerzas. Un arrimón final con el toro prácticamente parado calentó a un público que tras pinchar y tumbar de estocada le pidió la oreja que el palco concedió.
Manolo Vázquez tiene la chispa del arte. La gracia que se ha perdido en una improrrogable etapa de lidias mecánicas donde se amontonan los pases y falta el toreo. Este nuevo Vázquez la interpreta lentamente dulce, convirtiendo en naturalidad lo que requiere técnica y precisión. Su toreo es transparente, elegante, pero le cuesta construir faena. Detalles, soló instantes, donde se le intuye la clase de torero que puede ser, en la lidia del descastado utrero de Juan Pedro Domecq. No mató bien y le despidieron con una ovación.
Conclusión: finalizó la programación de toros en la Maestranza, felices, por encima de todo.
AL NATURAL
Los detalles de una tarde de toros
Francisco Mateos.-
En un festejo taurino hay innumerables detalles. Al tratarse de un rito, de una liturgia, de una tradición cultural, al margen de ciertas evoluciones, la esencia sigue siendo la misma. Por eso los que se acerquen por primera vez a un espectáculo taurino, más allá del análisis de una faena, puede quedar ‘atrapado’ por esos pequeños detalles que suman un todo. El primer detalle fue el aspecto de la plaza, adornada con detalles que la embellecían aún más. El detalle también de las banderillas de ‘gala’. El minuto de silencio en recuerdo a las víctimas de las inundaciones de Mallorca, una muestra más de la solidaridad y sensibilidad del toreo, como los fines perseguidos en este festival: recaudar fondos para los necesitados más cercanos, los de aquí del barrio de la Macarena.
Otro detalle emotivo fue el brindis de Francisco Rivera a su hija menor Carmen, de tres años; por si acaso no repite otra tarde en la Maestranza. Eduardo Dávila Miura, reconocido macareno (el vestido de luces verde Esperanza era un clásico en su etapa en activo), en buena parte artífice del festival, brindaba a todos sus compañeros su faena en agradecimiento por haber aceptado su invitación a participar en el festejo. En ese brindis hubo un par de detalles bonitos, del más joven, el novillero Manolo Vázquez. Se quedó en el brindis ligeramente más retrasado, reconociendo ser el ‘menos importante’, y así recibió en último lugar el abrazo de Eduardo. Igualmente al entrar los toreros al callejón tras el brindis, se quedó retrasado para ceder el paso a los ‘maestros’. Roca Rey, el último, le cedió el paso, pero Manolo insistió que él debía ser siempre el último y pasó tras el peruano. Son detalles que desvelan esa tradición, ese respeto a la liturgia, los valores en definitiva del toreo.
También tuvo un detalle bonito el mismo Manolo Vázquez. Estaba cantado: en su debut en Sevilla y con ese nombre, su primera faena tenía que ser al cielo en recuerdo de su abuelo. Y por último, dejaré otro detalle: el bonito y tradicional gesto de la empresa Pagés y la Real Maestranza, dejando sus burladeros del callejón completamente vacíos. Ni ellos, ni nadie con ‘pase de favor’: se compran sus entradas para colaborar con los fines benéficos del festejo y se sientan en el tendido. No me pregunten por el enorme burladero de la Junta de Andalucía, no sean malos…
Acabó la temporada con un festejo taurino el 12 de octubre, que desde hace varios años está en la cuerda floja y en el punto de mira de la eliminación por parte de la empresa Pagés, como ocurriera con la festividad de la patrona de Sevilla, la Virgen de los Reyes, el 15 de agosto. Pues miren, era tradición una corrida de toros de lujo para cerrar el año en Sevilla el Día de la Hispanidad, a beneficio de la Cruz Roja. Pero antes que dejar morir la fecha, visto el gran éxito de público, aceptaría encantado hacer tradicional un festival de fin de temporada este día recuperando a grandes toreros retirados junto con algunos de los actuales.
GALERÍA GRÁFICA (Pagés)