Interesante y emotiva tarde de toros en la que el diestro sevillano Pablo Aguado sublimó el toreo con gusto y empaque. Rafa Serna, que sustituía a Cayetano, le echó valor y ganas. El rejoneador Hermoso de Mendoza dictó una nueva lección de toreo a caballo. Los tres salieron a hombros ante poco público.
UTRERA / Corrida de toros mixta
TOROS: Se han lidiado dos toros de la ganadería de Fermín Bohórquez, reglamentariamente despuntados para rejones, nobles. Y cuatro de Luis Algarra para lidia a pie, muy bien presentados, nobles y de notable calidad en sus embestidas. El quinto fue premiado con la vuelta al ruedo.
ACTUANTES: -Pablos Hermoso de Mendoza (rejoneador), dos orejas y silencio.
–Pablo Aguado, oreja y dos orejas.
–Rafa Serna (que sustituía a Cayetano), oreja y oreja.
INCIDENCIAS: Menos de media plaza.
Manuel Viera.-
Hasta cierto punto resulta chocante. Y peligroso. Porque el toreo necesita de gente que acuda a las plazas. Un entendimiento entre protagonistas. Una compenetración muy especial entre toreros, empresa y público. Un diálogo constante para que todos ganen y el espectáculo no se pierda. La entrada ha sido paupérrima. No la merecía tan interesante cartel ni tan gozoso y emotivo espectáculo. Ni Utrera. Si así seguimos, las consecuencias no han de tardar.
Abajo, sin embargo, hubo verdad a raudales. Toreo exquisito. Emoción y espectáculo. Todo esto porque los bien presentados toros de Luis Algarra, un punto por encima a lo exigido en una plaza de tercera, mostraron su casta en perfecto cóctel con la calidad y nobleza de sus embestidas. Una buena corrida de toros que le sirvió a Pablo Aguado para explicar su toreo con especial lucidez. El momento del sevillano es tal que ‘rompería’ cualquier feria de importancia. El temple, el empaque, la pureza, la ligazón, la belleza de su toreo fueron calidades extremas en ambas faenas.
Aguado mostró su buen gusto en las verónicas al segundo, un toro con remate y de una noble calidad en sus embestidas. Las dos medias llevaron tintes sevillanos. Su obra fue llevada a cabo con total argumento. Convenció y gustó su toreo reposado, de cintura y muleta muerta, templado, hilvanado y rematado con sensacionales pases de pecho. El natural hondo y de extrema lentitud fue la cúspide de una faena que necesitó del descabello para finiquitar.
El quinto fue un extraordinario toro, justamente premiado con la vuelta al ruedo. Pablo, con él, soñó el toreo. A la verónica paró el tiempo. Y al natural creó toda una obra rebosante de pureza con la que consiguió emocionar al espectador menos sensible. Unos ayudados por alto con la suerte cargada fascinaron a un público que, tras la estocada al encuentro, le pidieron el doble trofeo y la vuelta para el buen toro de La Capitana en su arrastre.
Rafa Serna sustituyó al lesionado Cayetano, y lo dio todo para buscar su camino aún sinuoso. No dudó en atravesar el ruedo hasta la puerta de chiqueros para recibir al tercero de rodillas, otro toro noble y de notable calidad en sus acometidas al que le faltó algo de fondo. Serna ligó muletazos diestros en una faena de momentos interesantes con la derecha. No fue igual con la izquierda, quizá, por la falta de pujanza del toro. Acabó con ‘luquecinas’ y tuvo que utilizar el descabello.
Encastado y noble fue también el sexto. El sevillano lo veroniqueó de salida con prestancia y anduvo vibrante en una faena de muleta de momentos de interés y, sobre todo, de una enorme actitud. Gustaron los molinetes del epílogo para terminar de estocada y descabello.
Clasicismo, talento y valor de quien mostró las vísceras del rejoneo. El toreo a caballo de Pablo Hermoso de Mendoza contagió la alegría a una gente que gozó del formidable sentido del temple del caballero de Estella. De una forma de galopar de costado y de las piruetas en la misma cara del toro verdaderamente emotivas. Con ‘Berlín’ clavó banderillas a una mano con una despaciosidad y ajuste exquisito. Con ‘Ícaro’ lo hizo todo en lo medios para dejar banderillas en lo alto con perfección absoluta. Y utilizó a ‘Bacano’ para clavar las cortas al estribo con verdad. De un rejonazo tumbó al buen toro de Fermín Bohórquez lidiado en primer lugar.
Al noble, aunque más parado, cuarto lo templó en minúsculos círculos montando a ‘Disparate’. Con ‘Dalí’ todo lo hizo muy despacio, clavando a una mano y toreando con la grupa como si de una muleta se tratara, para salir airoso de la suerte con espectaculares piruetas. Volvió a montar a ‘Bacano’ para clavar al quiebro dándole los pechos del caballo al toro. Dejó las cortas arriba para malograr, después, la importante obra con el acero.