Era todo un personaje. José Rodríguez ‘El Pío’ pudo ser figura, pero rechazó la alternativa en Sevilla al no verlo claro, sobre todo con la espada, que le privó de grande éxitos. Salió seis veces a hombros de Sevilla y cuatro de Madrid sin cortar orejas. Ha fallecido en Sevilla a los 81 años.
Redacción.-
El banderillero retirado y taurino José Rodríguez ‘El Pío’ ha fallecido esta tarde de sábado de Feria de Abril, en el Hospital ‘Virgen del Rocío’ de Sevilla. El veterano banderillero iba a cumplir en uno días los 82 años. Había sido banderillero de toreros como Curro Romero, Manolo Vázquez, Paco Ojeda, Litri o Finito de Córdoba; con este último diestro se retiró. Era uno de los personajes más carismáticos del toreo sevillano. Tras se retirada de los ruedos siempre ha estado vinculado a la Fiesta, como veedor de toros para empresas o toreros, o bien colaborando en labores de apoderamiento. Era un auténtico personaje por sus conocimientos, anécdotas y la forma de contarlas. Su pérdida deja un vacío entre los personajes taurinos entrañables de Sevilla.
José Rodríguez ‘El Pío’ nació el 2 de mayo de 1936 en Camas (Sevilla). Sin embargo, su vida transcurrió siempre por las calles de Triana, donde vivió y de donde era Hijo Adoptivo. De su infancia en La Pañoleta recordaba cómo vendía tabaco y avellanas. La gracia y ‘guasa’ sevillana bien entendida le bautizó, como él mismo reconocía, como ‘El quinto mandamiento’; por aquello del ‘No matarás’. Y es que El Pío desesperó a muchos aficionados cuando, tras cuajar de capote y muleta a varios novillos de forma apoteósica, los pinchaba con la espada. Su primer contacto con el toreo de cerca fue a través del rejoneador Pepe Anastasio, que se quedó en alquiler la famosa placita de La Pañoleta. Allí veía entrenar a Pepín Martín Vázquez, El Vito, Chaves Flores,… El Pío les embestía, haciendo de toro.
En la finca de Guardiola tentó su primera vaca. Con 14 años debutó en la parte ‘seria’ del espectáculo cómico-taurino en la Maestranza en una noche de 1952. Un periodista que vio el festejo cómico se entusiasmó por su actuación, pero de su forma de usar los aceros ya predecía que «ni pío». En 1955 debutó con picadores en Castellón, en una accidentada novillada junto a Curro Puya y Rodríguez Caro. Sus dos compañeros resultaron heridos y tuvo que enfrentarse a cuatro novillos. Fue un enorme triunfo, cortando siete orejas, dos rabos y hasta una pata, lo que lo lanzó a la primera línea de los novilleros. Tras torear en Barcelona, repite en Castellón con una de Miura, cortando tres orejas. Debutó en Valencia y llegó a continuación su presentación oficial en la Maestranza, cortando dos orejas a un utrero de Juan Belmonte.
Ese triunfo en Sevilla le reportó una repetición en Sevilla. Cuajó de forma sensacional un novillo de Concha y Sierra; un auténtico alboroto. Pero otra vez la espada se le cruzó. Tal fue la magnitud de su toreo de capote y muleta que tras media estocada y once descabellos le obligaron a dar dos vueltas al ruedo y lo llevaron a hombros hasta el Hotel Inglaterra.
Todos estos repentinos éxitos precipitaron su debut en Las Ventas, toreando además dos novilladas consecutivas, con tan sólo ocho novilladas desde su debut: 24 y 25 de julio de 1955. Eran novilladas fuertes. Estaba cuajando una muy buena faena el día de su presentación, pero fue cogido y doblemente corneado. Una de las cornadas fue bastante grave, en el riñón, que frenó en seco su meteórica carrera. Reapareció en Málaga en agosto, con un gran triunfo. Regresó a la Maestranza y lo volvieron a sacar a hombros sin cortar orejas. Y volvió a Madrid en septiembre, colocando el ‘No hay billetes’ en la novillada. Le repitieron en Madrid en octubre, con otro lleno y otra vez una gran actuación pero también el fallo a espadas.
En la temporada 1956 nombró como nuevo apoderado al sevillano Antonio Pazo. Volvió a salir a hombros de la Maestranza sin cortar orejas. De hecho, a lo largo de su trayectoria sumó seis salidas a hombros en Sevilla y cuatro en Las Ventas sin cortar orejas. En la temporada 1957 cortó una oreja en Sevilla, pero toreó pocos festejos. En 1958, la mili de la época lo alejó de los ruedos. En 1959 toreó hasta cuatro tardes en Sevilla, una de ellas en el debut de Rafael de Paula; este día cortó dos orejas y sufrió una fuerte voltereta que le dejó inconsciente en el ruedo. El propio empresario de Sevilla, Diodoro Canorea, se acercó posteriormente al hospital a visitarlo, ofreciéndole la repetición al domingo siguiente; incluso le ofreció la alternativa en la Maestranza, pero era otra época del toreo y El Pío, al no ver claro su futuro como matador de alternativa en la Fiesta, no aceptó ese ofrecimiento de alternativa hasta que no viera claras sus posibilidades de futuro como matador. Tal era su sinceridad consigo mismo y con la Fiesta.
Fue un novillero que toreó perfectamente con el capote. Hasta en cuatro ocasiones tuvo el privilegio que le tocara la banda de música mientras paraba con el capote a los novillos. Finalmente hizo carrera de banderillero. La última vez que toreó como matador fue en el ‘festival de los banderilleros’ de la Maestranza, en el año 1967. De nuevo El Pío bordó el toreo y le cortó las dos orejas a un astado de Flores Tassara. Y otra vez Diodoro Canorea volvió a ofrecerle la alternativa, pero el simpático Pío le respondió que «ni mijita»; cosas de auténticos toreros. Todo un personaje.