El salmantino Manuel Diosleguarde y el madrileño Francisco de Manuel han cortado una oreja a la interesante novillada de La Quinta que ha abierto el ciclo de promoción de julio en búsqueda de jóvenes valores del toreo. Menos de media plaza y ausencia de los abonados en sombra.
SEVILLA / Novillada sin picadores
ERALES: Se han lidiado erales de la ganadería de La Quinta, de aceptable presentación e interesante juego.
NOVILLEROS: –José Alcalde ‘El Rubio’ (Córdoba), saludos tras aviso.
–José Manuel Vera (Escuela Sevilla-Amate), silencio.
–Carlos Olsina (Escuela Beziers), saludos.
–Manuel Diosleguarde (Escuela Salamanca), oreja.
–Francisco de Manuel (Escuela Colmenar Viejo), oreja.
–Juan Pedro Llaguno (Escuela Sevilla), saludos.
INCIDENCIAS: Menos de media plaza.
Manuel Viera.-
Descubrir posibles toreros en las noches de julio sevillana ilusiona y se desea. Del mismo modo que motiva acudir a la Maestranza sin sufrir el pegajoso calor de bochorno de la alta temperatura de aquí y ser acariciado por la brisa fresca del Guadalquivir. Y esta noche daba gusto disfrutar de ella. Incluso apetecía la chapona cuando el día alcanzaba su final. Sin embargo, se echó en falta al abonado. Demasiados asientos vacíos en los despoblados tendidos de sombra, quizá, por ese sinsentido de la empresa al dejar de agradecerle la fidelidad retirándole la gratuidad de la asistencia.
Después, uno se queda cabizbajo tras presenciar en el ruedo tan pocos momentos relucientes al lado de otros de singular espesura. De toreo estandarizado tan escaso de sentimiento. El salamantino Manuel Diosleguarde atisbó el buen gusto y una sensibilidad muy cercana a la gente con un toreo interesante y expresivo. Fue la faena al noble y flojo cuarto eral de La Quinta un compendio de muletazos diestros de mano baja, largos y rematados atrás, combinados con el natural de trazo largo, aunque con tendencia para afuera. Los detalles del molinete, la trinchera y pases por bajo acabaron una lidia bien finiquitada con la espada.
También el alumno de la Escuela Taurina de Colmenar Viejo exhibió su soltura con el buen quinto. Gustó el buen inicio de faena por bajo y, sobre todo, el atractivo que desprende su toreo. Francisco de Manuel tiene un concepto clásico de cites de muleta adelantada, de muletazos despaciosos y ligados, y detalles toreros en los adornos. Bajó la intensidad de la faena con la izquierda pero resolvió bien con el acero. Aunque este se hundió desprendido.
El primer eral de la tarde-noche exhibió nobleza y clase en sus humilladas embestidas. El Rubio, que se fue decidido a portagayola, las aprovechó después con un toreo a veces templado, bien hilvanado, mejor con la derecha que con la izquierda, con notables pases de pecho y toreros adornos. Fue una faena larga mal acabada con la espada.
La poca fuerza del segundo le dificultó el acople en los intentos de faena a José Manuel Vera. El alumno de la Escuela de Sevilla-Amate se esforzó en el tercio de banderillas y le puso ganas a una lidia en la que trazó el muletazo utilizando demasiado el pico de la muleta. Con el acero muy mal.
Fue gazapón, aunque humilló, el tercero. Carlos Olsina le puso gusto al toreo de capote y valor en los inicios de rodilla en una faena que resultó muy desigual. El francés de la Escuela de Beziers anduvo desajustado en una lidia en la que se le apreciaron demasiadas carencias. El acero cayó bajo y necesitó del descabello.
Y el sexto le resultó muy complicado a Juan Pedro LLaguno. El mexicano de la Escuela de Tauromaquia de Sevilla hizo lo mejor con el capote, al que le imprimió ritmo y compás. Se ajustó en unas chicuelinas muy sevillanas y atisbó su buenas maneras en un inicio de faena genuflexo que después no tuvo continuidad. Se fue a los medios y allí templó e hilvanó escasos muletazos diestros hasta que el eral se le quedó y no le pasó. La espada la introdujo con habilidad.