Vuelta al ruedo en la Maestranza para el debutante Carlos Ochoa. Interesante novillada del Freixo enviada por El Juli, con dos novillos destacados por su juego. El francés Andy Younes se dejó escapar una oportunidad única de triunfar. El sevillano Alfonso Cadaval, con discreto balance. Menos de media plaza cubierta.
SEVILLA / Novillada con picadores
NOVILLOS: Se han lidiado novillos de El Freixo, desiguales de presentación e interesante juego. Noble y con clase, aunque flojo, el primero; soso y rajado el segundo; muy noble y bravo el tercero; bravo y con excelente tranco el cuarto; soso y rebrincado el quinto; manso el sexto.
NOVILLEROS: –Andy Younes (de azul y oro), saludos tras aviso y silencio tras aviso.
–Alfonso Cadaval (de grana y oro), silencio tras aviso y saludos.
–Carlos Ochoa (de celeste y oro), vuelta al ruedo con petición tras aviso, y ovación.
INCIDENCIAS: Un tercio de plaza.
Manuel Viera.-
Lo deseado. Lo soñado tantas veces para tan esperada presentación en Sevilla y su Maestranza. Provista de bravura y con infinitas posibilidades para el triunfo. Clase y nobleza en las embestidas. Circunstancias estas que determinaron la tarde. Y apenas sucedió algo. Aunque en realidad nada pasó. O sí. Porque dos utreros de El Freixo fueron portadores de la llave que abre la ansiada Puerta del Príncipe. Y se la llevaron consigo camino del desolladero. Primero y cuarto. ‘Ciriquillo’ y ‘Rojillo’ se llamaban. Nobleza y clase en la embestida del flojo primero y bravura en el buen tranco del excelente cuarto. También fue bravo el tercero. Y buen son tuvo en las escasas embestidas el sosote segundo. Más parado resultó el quinto y manso fue el sexto.
De todas formas, tuvo su interés e importancia la novillada que mandó El Juli a la Maestranza. Y aunque desigual en su presentación, e incluso con atisbo de presunta manipulación de las astas, fue la apropiada para hacer y decir el toreo. Sobre todo Andy Younes. El debutante francés agolpó pases en faena al primero con intervalos de calidad con la diestra y muy desigual con la zurda. Fueron sólo momentos en los que pareció mostrar sus argumentos más sólidos para embarullarse después con otros menos convincentes.
Sin embargo, el resultado con el bravo cuarto fue peor. Quizá consecuencia de su hacer deprisa. De sólo aguantar la ligazón de no más de tres muletazos cuando la bravura de la acometida pedía media docena de pases templados, ligados y rematados. Algo así como querer y no poder. Faena que fue debilitándose con una izquierda desigual y un final que, pese a los detalles toreros, tampoco convenció. En ambos novillos estuvo mal con los aceros.
Sí gustó el buen concepto del también debutante Carlos Ochoa. El madrileño le imprimió un exquisito gusto a la lidia del buen tercero, un novillo con demostrada clase en su noble embestida aunque con escaso fondo en la recta final de la faena. Y, además, porque no hay nada más intencionado que el cite con la muleta adelantada, el pase medido, bien trazado y, sobre todo, el equilibrio en la formas. Después, profundidad y elegancia para completar. Por eso hizo filigranas al natural. Un toreo tan interesante como expresivo, y tan seguro como embaucador, aunque quedó algo apagado al final de una lidia venida a menos. Estocada y leve petición.
También le buscó las vueltas al sexto. Un manso que huía de su sombra. Y a base de dejarle el engaño siempre delante de la cara consiguió sorprender con un interesante y expresivo toreo que, aunque desigual, tuvo su interés. Esta vez lo pinchó.
Alfonso Cadaval puso todo su empeño en hacerse con la sosa embestida del rajado segundo. Y no lo consiguió. Tampoco al soso y parado quinto le pudo no más que esbozar algún que otro natural. Algo inseguro, mostró su voluntad y ganas de agradar. Pinchó a su primero y le hundió el acero a su segundo.
GALERÍA GRÁFICA (Matito)