El novillero mexicano Leo Valadez logra balance de dos vueltas al ruedo, aunque a sus faenas les faltó mayor decisión. Interesante la novillada lidiada con el hierro de Guadaira, destacando los lidiados en segundo y sexto lugar. Jesús Colombo y Toñete fueron ovacionados por su voluntad. Poco público.
SEVILLA / Novillada con picadores
NOVILLOS: Se han lidiado novillos de Guadaira, aceptables de presentación, encastados y mansos. Mejores el bravo segundo y el noble sexto.
NOVILLEROS: –José Enrique Colombo (de nazareno y oro), silencio y saludos.
–Leo Valadez (de sangre de toro y oro), vuelta al ruedo tras aviso y vuelta tras petición.
–Toñete (de azul y oro), saludos y silencio tras dos avisos.
CUADRILLAS: Saludó en banderillas Pepín Monje.
INCIDENCIAS: Un tercio de plaza.
Manuel Viera.-
El caso es que gusta de un buen concepto. Y que su toreo es un encuentro con el valor. Incluso verlo implica algo más que la emotividad de sus formas. Serio, riguroso y con buen gusto. Pero, hoy, incapaz de incrementar su toreo con la exigente embestida del encastado segundo novillo de Guadaira y del complicado quinto.
Fue el segundo un utrero para apostar. Para bajar la mano y someter. Para no dudar. No obstante, Leo Valadez imprimió carácter a una faena de interesantes momentos aunque desigual. Citó con la muleta adelantada e incluso, a veces, la arrastró, pero le faltó temple y, sobre todo, continuidad. Hilvanó muletazos diestros y los remató, ora con cambios de mano, ora con buenos obligados de pecho. También dibujó el aislado natural adornado con un toreo por bajo y genefluxo con el que agradó. Como también gustaron los ayudados por alto y una estocada al encuentro que, aunque atravesada, le valió. Una minoría enarboló los pañuelos para un apéndice que no paseó en una vuelta al ruedo de escasa petición.
Tuvieron emoción las complicadas embestidas del rajado quinto. El mexicano mostró su diversidad con el capote en unas vistosas zapopinas para prologar faena de rodillas, atemperar la embestida con la diestra y ligar. Fue un prometedor inició que se diluyó después con la izquierda. Valadez no acabó de bajar la mano, de ligar, de definir. Sufrió la voltereta en un momento de indecisión, y cuando se echó el engaño de nuevo a la derecha el utrero se lo pensó y se rajó. Unas manoletinas finales dieron paso a la estocada con la que finiquitó. Le volvieron a pedir un injusto trofeo que no se concedió. La vuelta al ruedo, del tirón, sobró.
Jesús Colombo manejó con gusto el capote. Lo hizo con elegancia, cadencia y ritmo. Mejor los lances al primero que a su segundo. Pero con gusto en ambos. Dominó el tercio de banderillas y clavó con aparente facilidad aunque con desigualdad. Destacó el segundo par al primero de sus novillos. Un animal flojo, de escasa casta, al que se le apagó el motor en los inicios de faena. El venezolano lo intentó por ambos pitones sin que su hacer pasara de una encomiable actitud.
Al cuarto, un manso con genio y con tendencia a escapar de los engaños, le dejó la tela roja muy cerca del hocico y así consiguió ligar no más de dos muletazos limpios y el de pecho. También algún que otro natural supo dibujar, pero aquello no pasó de demostrada ganas por agradar. Eso sí, destacar sus dos contundentes estocadas. Dos ‘puñetazos’ que hicieron tumbar.
Lo que le hizo Toñete al flojo tercero no tuvo atisbo de emoción. El descastado y parado utrero se le quedó a mitad del muletazo ya en el comienzo del trasteo. Fue un querer y no poder con una embestida a la defensiva. Lo intentó con sus enormes ganas sin nada a cambio. Tras hundirle la espada salió trompicado y fue alcanzado sin consecuencia aparente.
La embestida del noble sexto le sirvió al madrileño para ligar los primeros muletazos, pero le faltó profundidad a un toreo que se fue apagando sin pizca de emotividad. Faena discontinua a la que le faltó también acople y, sobre todo, decisión. Con los aceros se eternizó.
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