«…La banda de la Maestranza destacaba por el sonido, la oportunidad y la sensibilidad. El ‘cómo’ no ha cambiado, sigue sonando de maravilla y, además, con una selección de pasodobles espectacular. El problema es el ‘cuándo’, a destiempo muchas veces, tarde, mal o nunca…»
Juan J. Sánchez.-
El toreo muchas veces son detalles. Y, aunque levante ampollas, en Sevilla aún más. Entre esos detalles siempre ha destacado la música de la Banda Maestro Tejera. Hasta hace unos años para bien y ahora para todo lo contrario. La banda de la Maestranza destacaba por el sonido, la oportunidad y la sensibilidad. El ‘cómo’ no ha cambiado, sigue sonando de maravilla y, además, con una selección de pasodobles espectacular. El problema es el ‘cuándo’, a destiempo muchas veces, tarde, mal o nunca.
El pasado sábado llegó al cenit (hasta ahora, que no hay dar nada por definitivo) empezando a tocar la música en la faena de Paco Ureña cuando, literalmente, se dirigía a las tablas a por la espada de verdad; y sólo paró la música cuando un grupo se dio la vuelta para protestar desde el tendido. De la faena de Ferrera, prácticamente ni se enteró.
Quizá el problema sea que un elemento tan importante en una plaza como la de Sevilla, acostumbrada a vivir las grandes faenas con su acompañamiento, dependa de una sola persona que ha demostrado repetidas veces sus carencias. Por supuesto, no como director de la banda, faena en la que no se me ocurre ponerle una sola pega. La banda suena como suena y el mérito será en gran parte suyo. Pero eligiendo los momentos es un desastre.
Lo que pasa es que, viendo que allí los que mandan el único cambio al que se atreven es el del programa de mano que se reparte a la entrada, tiene pinta de que el desastre ha venido para quedarse.