Los novilleros sevillanos Rafa Serna y Rodrigo Molina han salido a hombros tras cortar tres y dos orejas respectivamente en la novillada con picadores benéfica celebrada en la festividad del Día de Andalucía en Espartinas. Fernando Navarro fue ovacionado y paseó un apéndice del sexto.
ESPARTINAS / Novillada con picadores
NOVILLOS: Se han lidiado novillos de la ganadería de Carlos Núñez, de aceptable presentación, nobles aunque flojos en conjunto. Fueron mejores los lidiados en segundo, cuarto y sexto lugar.
NOVILLEROS: –Rafa Serna (de berenjena y oro), oreja y dos orejas.
–Rodrigo Molina (de celeste y oro), oreja y oreja.
–Fernando Navarro (de teja y oro), ovación y oreja.
INCIDENCIAS: Novillada benéfica para la Fundación Alalá en el Día de Andalucía. Media plaza.
Manuel Viera.-
Resulta esperanzador ver nuevamente un toreo tan clásico, tan templado y rematado en este deseado inicio de su ilusionante temporada. Es reconfortante volver a encontrarse con un repertorio tan personal, liberado de lo monótono, en manos de un torero dispuesto a salirse de la rutina habitual. Y es que bastaron unos pocos naturales al notable cuarto novillo de Carlos Núñez para darse cuenta de que Rafa Serna quiere ser torero. Uno de esos toreros infrecuentes que, sin prisas, saben disfrutar del toreo que dicen y hacen que la gente disfrute con él.
Serna toreó despacio con el capote y lo hizo igual con la muleta en la izquierda a su segundo novillo. Mano baja, trazo largo y templado, y buen remate con los obligados de pecho. Y así combinó profundidad y transparencia en una faena hilvanada en la que el toreo al natural destacó del hecho con la derecha. Unos bellos detalles en los pases por bajo y ligados de pecho pusieron fin una obra finiquitada con contundente estocada.
Con algún que otro natural abrió la puerta de la recreación con el inválido primero. Un noble y bonito utrero, por hechuras, que no se mantuvo en pie. Aunque demasiado intermitente, con los aislados trazos zurdos supo mostrar la calidad de sus formas. La espada también fue un cañón.
Rodrigo Molina hizo su presentación con caballos muy metido en ambas faenas. Le imprimió ritmo al capote con acusada personalidad. Con el encastado y noble segundo hizo un toreo claro y coherente, largo y rematado, aunque demasiado lineal y con esa tendencia, que debe corregir, a desplazar las embestidas hacia fuera. Sin embargo, gustó su incipiente concepto. Más calidad tuvo la lidia al quinto, en la que se le apreció mejor temple y diversidad en una faena de mano izquierda con naturales de frente, buenos remates de pecho y bellos molinetes. Con la espada no le queda otra que mejorar.
Mostró buenas maneras con el capote Fernando Navarro. Este otro sevillano tiene un buen sentido del temple. Todo lo quiere hacer despacio. Aunque no resulta fácil determinar si lo fácil lo hace difícil o, al contrario, difícil lo fácil. Y es que le cuesta llegar a ese punto medio donde el toreo se hace emotivo. Al noble y rajado tercero poco más pudo mostrar que sueltos, aunque entonados, muletazos a derecha e izquierda. Mejor con el buen sexto, un novillo con clase en sus embestidas, al que el también debutante se esforzó con el capote y consiguió, después, una faena de muletazos diestros, de mano baja, templada, ligada y algo despegada. Aunque más armónica y generosa que la anterior. Con los aceros se atascó. Obvio. Hay que aprender.
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