Sigue firme en su propósito este sevillano, hijo y sobrino de artistas. No falta a su obligada cita con la facultad ni al diario entrenamiento. Consume horas con el toreo de salón y faenas de campo. Alfonso Cadaval se prepara intensamente para su segundo año de novillero.
Manuel Viera.-
La anterior temporada fue corta pero intensa, y los últimos triunfos de Ronda y Algemesí le dieron moral y una enorme confianza. ¿Ilusionado?
Muy ilusionado. Si Dios quiere todo irá mejor. Fue la pasada una temporada de menos a más que alcanzó su punto más alto en las dos novilladas finales. Poquito a poco voy adaptándome al escalafón, y este año estoy dispuesto a dar el cien por cien.
En su cita con la Maestranza ya se le vieron atisbos en la evolución de su concepto; sobre todo afianzado en lo que desea expresar…
Si uno no tiene claro lo que quiere y cómo lo quiere hacer estamos perdidos. En Sevilla soñé con hacerlo pero fue difícil conseguirlo. Se dieron muchas circunstancias. Lidié dos novillos con los que no estaba anunciado. Hay que estar concienciado de que cuando se entra en el escalafón y se va a una plaza de primera te puedes encontrar con este tipo de cosas. Y tienes que saber resolverla. Espero y deseo que en esta temporada no sólo resuelva, sino que la gente se quede mejor con el toreo que quiero hacer.
En esa evolución algo, seguro, habrá tenido que ver su mentor. ¿Qué le ha supuesto trabajar junto al matador de toros utrerano Alberto de la Peña?
Se lo digo con el corazón: Alberto para mí no es sólo un profesional. Si le digo la verdad, cuando empecé estaba perdido en todo. En la forma de entrenar. En la manera que me tenía que tomar el oficio. En muchas cosas. Y desde que tuve la suerte de dar con él todo me fue cambiando. Además de ser un extraordinario profesional es, prácticamente, mi segundo padre, mi amigo. Significa mucho para mí. Ha sido todo un cúmulo de circunstancias por lo convivido en su casa de Utrera y lo vivido juntos como novillero sin caballos. Siempre conmigo en el día a día me sigue inculcando cómo debo estar en esta profesión. Y poco a poco se están viendo los resultados. Queda todavía mucho camino por andar, pero para mí ha sido clave hacerme ver que si quiero estar en esto tengo que estar de verdad.
Y se le ha notado, sobre todo, en la técnica. Porque el toreo fluye de los sentimientos pero el oficio hay que aprenderlo.
Le doy toda la razón. Uno puede tener dentro lo que tenga, pero es complicado expresarlo si no va acompañado de una buena técnica, la necesaria para poder estar más libre al mostrar tu concepto. Conforme la vas consiguiendo se va mostrando mejor lo que se siente. Esto es lo que creo.
La temporada está a la vuelta de la esquina ¿Una idea fija?
Torear. Eso está clarísimo. Es el 2017 un año importantísimo para mí. Desde un tiempo para acá la situación de los novilleros la tengo clara. Antes había margen suficiente para prepararse para la posible alternativa, pero ahora no. Los tiempos se han acortado demasiado. Esto no quiere decir que tengamos prisa, tanto mi padre como Alberto. Ya sabemos lo que queremos, pero también sé que hay que competir para estar en los primeros puestos del escalafón. Sin hacer burradas, claro, porque habrá tiempo para cometer errores.
Deduzco, entonces, que apuestan por la calidad y no por la cantidad…
Totalmente. Es mejor torear poco y bueno, que mucho y regular. Ya lo hice la pasada temporada. Me tenía que ir adaptando y haciéndome al escalafón. Creo que decidimos bien; incluso cuando apostamos por Albacete, un sitio que me sirvió para demostrar mi actitud y mis ganas de una manera relajada, sin que el agua me llegara al cuello y, además, junto a compañeros con más trayectoria que la mía. Sumé en positivo, no resté, a pesar de que los novillos no embistieron.
Si ahora le ofrecieran torear en Las Ventas de Madrid, ¿se puede decir no, o por el contrario se está obligado a decir sí?
Pues mire, yo creo que hay que esperar el momento oportuno, estar preparado. Darle la importancia que tiene el sitio para mi futuro. Si yo voy a esa plaza, voy con todas las consecuencias. No vale decir después por qué no lo dejé para el año siguiente. No, eso no vale. No existen excusas si se decide ir y se fracasa. Yo ya tengo una edad para decidir y los que están a mi lado me van a aconsejar. Si vamos, o no vamos, será una decisión con todas las consecuencias.
Y a día de hoy, ¿tiene ya citas previstas?
La temporada pinta muy bien. Si Dios quiere puede ser un año importante para mí, pero ahora mismo sin tener nada confirmad,o me parece una falta de respeto decirlo. Prefiero esperar a que salgan las cosas a la luz. Que se publiquen y se vea todo más claro.