El novillero Juan Pedro García ‘Calerito’ se ha despedido del escalafón sin picadores a lo grande. Lluvia de trofeos tras lidiar en solitario cuatro erales de Astolfi que evidenciaron que siguen creciendo su talento y cualidades. El jovencísimo rejoneador gerenero Juan Quinta cumplió.
Plaza de toros de AZNALCÓLLAR NOVILLADA SIN PICADORES MIXTA
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ASTADOS: Se han lidiado cinco novillos de la ganadería de Astolfi (el primero para rejones), manejables; mejores segundo y tercero.
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ACTUANTES: -El rejoneador Juan Quinta, dos orejas y rabo.
-El novillero Juan Pedro García ‘Calerito’ (de nazareno y oro), dos orejas, dos orejas, dos orejas y rabo, y dos orejas y rabo. -
INCIDENCIAS: Casi lleno. Calerito lidiaba como único espada para despedirse antes de debutar con picadores la próxima temporada.
Francisco Mateos.-
El joven Juan Pedro ‘Calerito’ despuntó siendo aún más joven de lo que aún lo es. Empezó a caballo y echó pie a tierra. Hizo bien, que siempre hay tiempo de subirse a caballo. El toreo mantiene toda la confianza en su capacidad y talento. Esta tarde, arropado con sus gentes de Aznalcóllar y la vecina Gerena, Juan Pedro quería agradecer el apoyo de los suyos en su adiós al escalafón de novilladas sin picadores para debutar la próxima temporada con caballos. Otro pasito al frente. Juan Pedro ha vuelto a ratificar lo que ya se intuía: enorme afición, claridad técnica, excelente gusto y naturalidad para torear. Lo de los trofeos -obvia recordarlo- es lo de menos en estos festejos a favor de público. El aficionado va más allá y quiere intuir su capacidad en función a los astados que lidia. Y de los cuatro de Astolfi hubo dos buenos -segundo y tercero- y otros dos manejables pero menos vistosos para el toreo.
La enorme afición la demostró a lo largo de toda la tarde; es su forma de ser. Toreo variado de capote, desde las clásicas verónicas hasta las largas que impactan en los tendidos y la portagayola; puso banderillas, y de forma lucida; se arrimó y nunca se afligió por nada. Hizo de todo, que si Juan Quinta le deja su caballo hasta rejonea, recordando sus inicios…
La claridad técnica la demostró cuando algún novillo -sobre todo su tercero- no le puso las cosas fáciles. Ahí estuvo fresco de ideas, con recursos y ‘tablas’ para solventar faena y seguir divirtiendo al público, rodillas en tierra si hace falta. Ve faena siempre. Analiza los terrenos casi como si de un Ingeniero en Toreo se tratase y lo hubiera trazado en un proyecto fin de curso.
El gusto es otro de sus cuatro pilares. Meció el capote con el aire del toreo según Sevilla: lento, despacioso, con el mentón en el pecho, zapatillas planas y jugando más las muñecas que los brazos. Con la muleta le gusta torear al natural con la derecha, que es tan lícito como hacerlo con la zurda. Toreo de muleta adelantadita, embebiendo la embestida y descargando detrás de la cintura. Con el utrero el año que viene, con más volumen y ya picado, lucirá aún más su gusto en la muleta.
Y el cuarto y último pilar de este Calerito es la naturalidad para el toreo. Lo ve claro siempre. Se deja aconsejar, pero él saca sus propias conclusiones y aplica lo que su calculadora taurómaca le da como solución. Es listo, el toreo le brota porque sí, repaldado en sus largas y calladas sesiones de entrenamientos. Lo vive, lo asume y lo es: torero; con la naturalidad de ser así.
Abrió plaza el jovencísimo rejoneador gerenero Juan Quinta, hijo y sobrino de los piqueros Juan de Dios y Benito Quinta. Ha echado los dientes montado a caballo. Es muy joven y le falta la seguridad y rodaje, pero tiene capacidad y talento. Cumplió y siempre con pureza. Hay que seguirle.
Un festejo de estas características no debe servir para entrar en análisis detenidos o técnicos (la espada, eso sí, no le funcionó hoy bien a Calerito), sino para valorar lo que hay más allá. Juan Pedro reafirma que tiene unas excelentes cualidades para ser.