Un sólido y ambicioso Joaquín Galdós ha cortado dos orejas a la interesante novillada de la casa ganadera de Rocío de la Cámara. El gaditano José Ruiz Muñoz fue herido en el muslo por su primer novillo con pronóstico «menos grave». El sevillano debutante Jesús Álvarez ha sido ovacionado en su lote.
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Manuel Viera.-
El toreo, a veces, no es más que un lenguaje infalible para mantener a raya la emoción y, también, recrearse en ella. Algo de esto último hubo en la faena al sexto novillo y único lidiado con el hierro de Rocío de la Cámara, que acabó en un verdadero festín de naturales hondos y cadenciosos, hilvanados y rematados. Apenas se recuerda otra cosa en lo hecho y dicho por Joaquín Galdós que el imponente trazo zurdo. Resulta difícil imaginar otra versión más pura y profunda que la ejecutada por el novillero limeño.
El seductor recorrido del natural poseyó por momentos una belleza y personalidad que emocionó sin más. Su desbordante capacidad para hacer el toreo se mostró en el virtuosismo de su muleta durante la lidia del buen utrero de la ganadera gaditana. Ora con la diestra, ora con la zurda. Con el resultado de una faena personalísima, desinhibida, seria, despaciosa, bien trazada y ligada, brillante y de frescura extraordinaria. Aún así, cuatro naturales fueron cima de una obra de amplio contenido expresivo. Una faena que resumió, explicó y definió su personal forma de hacer el toreo.
Sin moverse un milímetro del centro del ruedo con tres pases cambiados por la espalda, servidos entre notables embestidas, comenzó la lidia con la que obtuvo el triunfo. Y cuyo talento artístico estuvo al servicio del buen utrero de la bien presentada novillada de la casa de Rocío de la Cámara. Con una estocada rubricó su obra y sumó un nuevo apéndice.
Porque antes, con el cuarto, un extraordinario novillo que correspondía su lidia al herido José Luis Muñoz, abrió las puertas de la recreación con un toreo más a derecha que a izquierda con el que realzó el carácter clásico de una faena muy lograda y reforzada con un estoque que, pese a su trayectoria contraria, lo introdujo hasta dejarlo de ver. La oreja hizo honor a lo hecho.
También se mostró templado con el noble y desfondado segundo. Fue faena de altibajos, de despaciosos muletazos, en la que entremezcló el valor con detalles del concepto que le define. Pinchó y saludó mientras le ovacionaron.
El debutante Jesús Álvarez poco pudo demostrar con el tercero, un noble utrero con el hierro de Cortijo de la Sierra, sin fuerzas, que se derrumbó en el ruedo tras los inicios de faena. El sevillano acortó distancias y se arrimó todo lo que pudo sin conseguir que el inválido le pasase por la tela roja. Tras la estocada le ovacionaron. Con el quinto volvió a optar demasiado pronto por un toreo en la distancia corta que no le benefició. Tanto es así que la clase de la embestida quedó apagada sin que la faena tomase altura. Firme y ambicioso, acabó de pinchazo y estocada.
José Ruiz Muñoz resultó herido al iniciar el toreo zurdo con el complicado -por encastado- primero. El novillo le cogió por el muslo izquierdo y le infirió una cornada de quince centímetros de trayectoria. El gaditano de Puerto Real continuó la lidia hasta matar al novillo, siendo intervenido después en la enfermería de la plaza con posterior traslado al un hospital. Sobre la importancia de la faena poca cosa que decir. Faena simple, a su manera, sin que lo visto atisbara algo de interés. Con la espada, mal.
GALERÍA GRÁFICA (lamaestranza.es) |
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