El Juli cortó la única oreja de la tarde en su regreso a la Maestranza dos años después. Miguel Ángel Perera fue ovacionado y Morante escuchó palmas tras finiquitar al cuarto. Sublimes actuaciones de Curro Javier con las banderillas y Javier Ambel con el capote, con la plaza en pie en la más atronadora ovación.
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Manuel Viera.-
Les voy a escribir de toreros. De tipos que se la juegan. De gente realmente honesta. De héroes. De artistas que levantan pasiones con un capote de brega o un par de banderillas en la manos. No le falta razón quien asegura que el toreo hay que defenderlo a capa y espada. Pero también la tienen quienes dicen que se defiende sólo mientras se vivan momentos tan intensos en la plaza como los vividos hoy protagonizados por dos de los grandes de plata. Curro Javier, con dos soberbios pares de banderillas, puso en pie a toda la plaza, y Javier Ambel hizo de seda un capote de brega durante la lidia del primer toro de Perera provocando, además, que sonara el pasodoble para honor de dos hombres que sintieron el toreo con regusto sevillano.
Momentos de una tarde que era más que un deseo. Un sueño de que Morante otorgara a Sevilla, de una vez por todas, la categoría superior de su arte. De que con El Juli y Perera apareciera de nuevo el toreo tras dos largos años sufriendo su ausencia. Y casi lo consiguieron a pesar del toro. Del toro de sus deseos y culpable de sus fracasos.
Y así Morante comenzó trazando lances a compás que parecieron ser los cimientos de una obra que no concluyó. Fueron un par de verónicas de minucioso ritmo coronadas por una revolera de embrujo. Y poco más, porque la sosería en la embestida del primer toro de Victoriano del Río le impidió convertir en fantasías los aislados muletazos que con una y otra mano les trazó con enormes ganas de agradar. Ganas que se duplicaron con arrebato en la lidia del cuarto, un torete anovillado, noble y soso, al que toreó con encanto y sin emoción. Con el toro en tablas alargó el trasteo hasta exprimir las mansas embestidas. Naturales a pies juntos y toreo diestro con la naturalidad que le otorga su genial concepto. Y otra vez la angustia de la llegada de los tres avisos cuando, sonados dos, la espada aún no había hecho su efecto. Al final le aplaudieron su actitud.
Pero fue El Juli con el segundo, un toro con clase en su embestida, aunque con el fondo justo, quien dio muestra de su sorprendente abanico de recursos: mando, poder, profundidad expresiva en su característico toreo de muleta a rastra y habilidad técnica para una lidia llena de excelencias. Julián toreó a placer, muy despacio, muy largo, con cambios de manos excepcionales. Lo hizo con la derecha y lo hizo al natural desgranándolo con una intensidad que no excluyó la limpieza y fluidez de cada pase. Tras la estocada, la oreja.
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La ambición lo llevó de hinojos cerca de la puerta de chiqueros para recibir al quinto, un toro basto, feo de hechuras y con calidad en su embestida. Larga cambiada, lancear en los medios, y diez minutos de espera mientras que la cuadrilla, con la ayuda de Morante coleando al toro, se veía impotente para quitarlo del peto del caballo. El madrileño vuelve a arrastrar la muleta en el toreo diestro. Trazos muy largos, muy despacio al natural, cambios de manos de excepción. Obligó la embestida, le echó valor, aguantó parones y mandó. Pero no lo mató. Lo que mostró se convirtió de inmediato en gozo para la vista y los sentidos, acercándose a la tan deseada emoción. |
Perera es un tío serio en esto o, lo que es igual, dice el toreo lleno de sabiduría y verdad. Nunca engaña, menos aún la expresión en la manera en la que lo hace, pues es ahí donde está la sustancia de su concepto, Inspirado, con momentos de gran intensidad, Perera, mostró su argumento con el tercer toro marcado con el hierro de Toros de Cortés. En la embestida encontró terreno propicio para forjar una faena densa y concisa, con una sugerente mezcla de valor y ambición. Generoso ajuste de unos muletazos diestros perfectamente hilvanados y rematados. Toreo de mano baja, de obligar en demasía al toro que, en los inicios del natural, cogió el camino de la tablas. Con la espada no acertó.
Y con el sexto, otro toro de Cortés anovillado y de escasa calidad en su embestida, apareció el toreo con fluidez natural en una faena hilvanada, limpia y transparente, pero sin emoción. Tras la estocada le ovacionaron.
AL NATURAL |
El silencio de los toreros
Francisco Mateos.- El de hoy, para mí, era el cartel más rematado del ciclo. Quiero decir el de más lujo. Los carteles se pueden medir de muchas formas. Los habrá incluso más interesantes, de más proyección, de más emoción,… Pero en cuanto a lo que significa Feria en Sevilla y su lujo de carteles, sin duda éste de Morante, Juli y Perera era el cartel que más identifica ese concepto. Es mi opinión. También podría decirse que era el cartel del morbo. Morante, Juli y Perera son los tres toreros que durante estos dos últimos años más duramente han criticado a la empresa Pagés como consecuencia de una larvada acumulación de piedrecitas anteriores que desencadenó en la guerra abierta estas dos últimas temporadas. Volvían los tres a hacer el paseíllo juntos en la Maestranza y no pasó nada. Quiero decir que nada de reproches a las tres figuras. Tres figuras que en ese silencio malentendido de los toreros no han explicado por qué al tercer año sí, por qué al tercer año esta resurrección en los carteles sevillanos y en los dos años anteriores no. Sólo cabe una explicación, el único cambio producido: Eduardo Canorea ha salido de la empresa. Quizás con ello se dan por satisfechos. Puede ser. Pero por qué no decirlo, por qué no explicarlo bien. Ese silencio de los toreros tampoco explica por qué un torero con la dimensión y capacidad de Perera, demostrada esta misma tarde, sólo acepta venir una única tarde a la Maestranza. Es la única de las figuras que sólo viene una tarde, una tarde que supone quedarnos sin volver a verle más en este ciclo, cuando hoy a demostrado su enorme capacidad pero le ha faltado toros, y nos quedamos por tanto con las ganas de una lógica segunda tarde. No lo entiendo. No entiendo este silencio de los toreros. |
DIEZ GANANDO UN PASO |
Para cabrearse, pero menos
Javier García Baquero.-
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LA VOZ DEL ABONADO |
Cambio de rumbo
Unión Taurina de Abonados de Sevilla.- Hasta la tarde de hoy el tedio y aburrimiento tenían protagonismo en demasía en las corridas lidiadas, en parte, la mayoría de los festejos, por el pésimo juego del ganado, en parte por el mediocre proceder de los lidiadores. Pero esta tarde asistimos a un cambio de rumbo en esta Feria taurina. Sin ser nada del otro mundo el comportamiento de los toros de Victoriano del Rio, es cierto que se movieron planteando en ocasiones problemas derivados de la casta y en otras, embestidas dulces, amables y de escasa fuerza. Administraron la lidia de este bien presentado sin estridencia encierro, un cartel de toreros que sacando del esportón buena dosis de entrega, técnica y arte, nos hicieron pasar dos horas cuarenta minutos disfrutando todo lo que días antes nos faltó. En Sevilla no pedimos el toro que asusta, ni por supuesto el toro sin rematar de tardes anteriores. Este encierro de Victoriano del Rio, igualado, mostraba remate y armonía en cuanto a trapío y suficiente movilidad con cierto picante, a veces, que trasladaba a los tendidos dosis de emoción en consonancia con la labor de los toreros. El arte fue de Morante. Su tauromaquia no es rotunda, no es completa, pero ni falta que hace si lancea a su primero de la forma que lo hizo, si administra unas verónicas de cartel en su primer quite, si templa algunos muletazos de esa manera, también a su primero, y si ejecuta una media verónica en su quite al tercero, que era para que un artista la plasmara junto a la estatua de Curro Romero en la puerta de la plaza. A todo eso agregamos que Morante estuvo entregado, dispuesto, hábil, despejado, gallardo, favorable, hasta llegar a no importarle los avisos, con tal de seguir entregado en completo éxtasis a su arte inigualable. Julián Lopez, a su primer toro que embestía como un carretón de entrenamiento, lo toreó tal cual: recreándose, despacio, manos bajas, templando y matando de estocada entera que le valió una oreja. Salió dispuesto a portagayola con su segundo. El toro se duerme en el caballo durante los dos puyazos, Cuesta un mundo sacarlo. En la muleta aparece El Juli poderoso de técnica y mando, pero escaso de alma y más tras torear después de Morante, así que ese hándicap no lo supera, escucha un aviso por alargar la faena. Al hablar de Perera, hay que referirse a ‘Celoso’, nombre del tercero de la tarde que le tocó en suerte. Desde que sale de chiqueros muestra un comportamiento de bravo, transmite emociones, llega a los engaños de lejos, mete la cara por ambos pitones, en banderillas colabora para bien con Ambel lidiando y Curro Javier pareando, que lo hacen a la perfección sonando música en su recuerdo para el curriculum de ambos. El devenir de ‘Celoso’ encandilaba al aficionado, pero Perera inicia la faena de muleta en el tercio, abriendo el compás demasiado y desplazando para fuera al buen toro. No plantea el torero pelea en el centro, prefiere el amparo de las rayas y continúa abusando del pico. El toro se cansa de esa lidia y le dice a Perera «hasta aquí llegué, me voy a tablas», y se acabó la esperanza de una lidia grande, que al final quedó sólo en ilusión de tarde redonda. En el sexto, el extremeño pega pases a un toro que nada trasmite; era el típico ‘medio toro’ de hoy día. Reseñar, una vez más, que casi todas la varas fueron simuladas y que la música sigue por su senda triunfalista, que flaco favor hace a la verdad de la Fiesta. |
LA CORRIDA, AL COMPÁS |
España cañí
Fernando Naranjo.- Sevilla vistió sus galas La tarde vino graciosa ¿Hasta sonara la banda |
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Como el de Puebla del Río, Que buen lote el de Velilla, Tan justo dominador |
LA PINCELADA (Pérez Indiano) |
Parando el tiempo… |
GALERÍA GRÁFICA (lamaestranza.es) |
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OTRAS IMÁGENES (Javier Martínez) |
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UN VALIENTE CON VARITA (Javier Martínez) |
No vista ni de oro, ni de plata, ni de azabache, sino sólo con una gorrilla y una varita de campo en la mano… No pisa el albero, salvo que sea necesario… Aunque ya lo había hecho en otros derribos en días anteriores, esta tarde ha sido aún más valiente. En días anteriores, coleaba al toro para que no hiriera al caballo derribado, pero esta tarde quedó un picador atrapado bajo el caballo, y al ver que el toro iba hacia el picador, con más ímpetu lo coleó a cuerpo limpio, con peligro de que se revolviera hacia él. Y tanta fuerza hizo el valiente monosabio para hacer el quite providencial al picador, que terminó también cayendo, y si el toro se hubiera revuelto lo habría tenido a merced. |
LOS TOROS, UNO A UNO (Javier Martínez) |
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