«…¿Pero hombre de Dios, alcalde mío: no habrá nadie más que este Barceló? ¿Alguien me puede decir qué le tiene que agradecer el toreo a Barceló? ¿Y qué le tiene que agradecer la Sevilla taurina? N-A-D-A. Esto va a ser como el ‘bluf’ aquel de la calle dedicada en el Tiro de Línea a Pilar Bardem, que los sevillanos del barrio se rebelaron y ya no queda ni el ‘desconchao’ del azulejo quitado…»
Francisco Mateos.-
Presuntamente, el Ayuntamiento de Sevilla ha retomado el amenazado premio taurino institucional. Y digo presuntamente porque no me ha llegado ninguna comunicación oficial del equipo del alcalde socialista Juan Espadas. Ya saben que este trofeo venía a realzar los valores del toreo premiando a un personaje de Sevilla, o íntimamente relacionado con Sevilla, que hubiera destacado por su aportación al toreo según Sevilla. Lo creó el anterior alcalde, Juan Ignacio Zoido, del anterior partido gobernante, el de los populares. En esos dos años anteriores se concedieron a Pepe Luis (a título póstumo) y a Curro. ¿Cabe más sevillanía en todos los aspectos, y por supuesto en el taurino? Pepe Luis y Curro. Toreo según Sevilla y dos señores de la historia de la Tauromaquia.
Y se iba a sujetar el tablero del toreo según Sevilla con una nueva pata torera sevillana: Espartaco, que para más gloria de su carrera de toreo militante, empezó como soldado raso en las trincheras taurinas, y se fue con honores de capitán general estando ya en la reserva taurina cuando abrió su última Puerta del Príncipe en su adiós taurino hace ahora justo un año. Así estaba previsto hasta que se cruzaron las elecciones locales y no es que salieran los socilaistas (que hubieran continuado con la identidad de este premio), sino que necesitaron el apoyo del partido de gama blanca de ‘Podemos’ en Sevilla. Y ahí siempre está el tema taurino como moneda de cambio.
Tras medio año en el que se daba el premio por apuntillado y arrastrado, ahora el alcalde Espadas (‘espada’, encima, de apellido) lo rescata pero más que para colaborar con el toreo, parece como para provocarnos a los aficionados. Ni sé cuál era el jurado, ni cómo ha sido designado, ni como ha deliberado, pero por el resultado todo tiene la pinta de ser un premio ‘teledirigido’. El premio se le ha concedido al artista balear Miquel Barceló, que en el toreo se le recuerda por ser el autor del cartel taurino más espantoso jamás hecho, al que todos señalaron como un cartel antitaurino: el pincho ‘toruno’, el de un esquelético toro boca abajo atravesado por una flecha de un indio…
¿Pero hombre de Dios, alcalde mío (se lo copio a Morante): no habrá nadie más que este Barceló? ¿Alguien me puede decir qué le tiene que agradecer el toreo a Barceló? ¿Y qué le tiene que agradecer más concretamente la Sevilla taurina? N-A-D-A. Esto va a ser como el ‘bluf’ aquel de la calle dedicada en el Tiro de Línea a Pilar Bardem, que los sevillanos del barrio se rebelaron y ya no queda ni el ‘desconchao’ del azulejo quitado: calle Nuestra Señora de las Mercedes, la Virgen del Cautivo del barrio, que es como se llama definitivamente la calle.
El alcalde, que no dudo quizás de la buena fe, por intentar no cabrear a los taurinos sevillanos dejando morir el premio, y cediendo a las presiones de los ‘podemos’ locales que le mantienen en alcaldía, se ha sacado de la manga a un artista, un cultureta, un hombre de proyección mundial, pero que al toreo ‘ná de ná’. Y a Sevilla, tampoco. Pero parece que estaba prohibido premiar a alguien manchado de sangre, a un torero, a un ganadero. Y ojo: Espartaco claro que está manchado de sangre, pero no sólo manchado de sangre de toro, sino manchado de sangre de hombres, sangre de sus propias heridas cuando manaba sangre a borbotones, sangre de otros toreros a los que llevaba en brazos camino del cirujano, sangre de banderilleros que dejaron media vida en el toreo… Pero no, Espartaco parece que ha hecho menos por el toreo (y por Sevilla) que el cultureta ese de Barceló. Que salga el alcalde a la calle, y que haga un ejercicio práctico: pregúntele a los sevillanos en plan encuesta: «Perdone, ¿qué le sugiere el nombre de Barceló?». Me juego dos cañas y una tapa de caracoles a que el 70% le responde que «Barceló… con cola», y el otro 30% le responde que «no sé cuál Barceló es mejor; si el cuatro estrellas de Punta Umbría o el de Sancti Petri». Pero será posible, alcalde mío…