Cansina e insoportable tarde de malos toros de la ganadería de Parladé y Juan Pedro Domecq, en la que el nuevo matador de toros José Garrido dio una vuelta al ruedo. El valenciano Enrique Ponce escuchó algunas palmas y se va de la Feria de Abril en blanco. Sebastián Catella saludó una ovación del desesperado público.
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Manuel Viera.-
Aproximación al caos de unos toros dispuestos a ir un paso más allá en la senda marcada por quienes lo exigen. Y, claro, pasa lo que pasa. Que el solemne ritual de la corrida se convierte en un espectáculo interminable e insoportable. De los que harían abandonar el duro ladrillo del tendido si no fuese por la alta cantidad desembolsada por una gente con la sana intención de disfrutarlo y gozarlo. La tarde tenía todos los ingredientes necesarios para llenar la plaza. Y no se llenó. Pese al interés de una de las alternativas más deseadas. La de quien trae en su toreo todo los triunfos posibles.
Pero he aquí que los apetecibles ‘juampedros’ dieron continuación a una historia ya suficientemente conocida y vieja. Tanto, que empieza a teñirse con el gris incierto y el negro de la desesperación. La inmovilidad pétrea del primero desató las iras de un público que deseaba lo mejor para el toricantano. Tanto, que las protestas fueron aumentando con un vocerío pocas veces habitual en esta plaza. Pero el toro –es un decir- se mantenía anclado en el albero. Ni andaba, ni se caía. Un inválido para silla de ruedas. Mientras, el palco aguantaba la presión con la esperanza de que el cornúpeta rodase por la tierra amarilla. No lo hizo, y pasado el tercio de banderillas a toro parado, la presidenta sucumbió y el verde de la devolución asomó por el balconcillo.
Con un sobrero, cinqueño anovillado y sin fuerza, aunque con la nobleza de la casa, se hizo matador de toros José Garrido. Bastaron cuatro lances con el capote cargando la suerte para darse cuenta de que en este torero es distinto. Uno de esos infrecuentes que imprimen autenticidad a su toreo. Consistencia y rigor en la verónica y sorprendente, fresco y ambicioso en la muleta. No hubo faena, y menos emoción, pero su concepto apuntó a la esperanza.
El reloj de la plaza marcaba casi una hora de espectáculo cuando apareció en el ruedo el primer toro de Enrique Ponce. Un alma en pena que no se mantenía en pie. Ni se picó ni se toreó pese a que el maestro de Chiva le dibujó bonitos muletazos carentes de emoción. La estocada con la que lo tumbó dio paso al respetuoso silencio.
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El cuarto, otro novillote, cogió de inmediato el camino de vuelta a chiqueros por manifiesta invalidez. El sobrero de El Pilar no le fue a menos, aunque se mantuvo en el ruedo a la espera de que Ponce, con perfecta técnica, lograse robarle algún que otro muletazo. Se los dio tras faena larga y anodina, y la gente se lo agradeció con palmas tras la estocada. |
Fue Sebastián Castella quien logró hacerse con las primeras acometidas de un buen toro. El tercero tuvo calidad en sus embestidas y noble recorrido en las telas. El francés le realizó una faena hilvanada y templada en los inicios sin conseguir alcanzar alta nota, pese a seguir con un toreo populista y un serio arrimón final. De todas formas la espada se le atravesó y todo quedó en ovación. Al quinto, flojo y rajado, le aguantó las primeras galopadas en su habitual pase cambiado por la espalda. Tras la quietud inicial, los posteriores intentos se convirtieron en insoportable y odiado tedio.
Cuando José Garrido inicio la lidia del sexto, la tarde pesaba como una losa. Casi tres horas de aburrido e interminable sesión de toros anovillados, tullidos y sin gota de bravura en la sangre. Porque el sexto fue un bruto de cambiantes y complicadas embestidas con el que el extremeño se fajó en una lucha en la que debía predominar el temple. Seguridad y firmeza en su hacer para resolver una lidia que no le fue fácil. Una merecida vuelta al ruedo fue premio a su pelea.
AL NATURAL |
Otro año iguá, otro año iguá, otro añoooo iguáááá
Francisco Mateos.- Uno, al que le late el corazón en verdiblanco, tiene asumido el fracaso futbolero y el pasar apuros como casi algo natural. Viendo la corrida de hoy en la Maestranza me acordaba del Villamarín en esos últimos partidos de liga en los que ya se asume que es imposible mantener la permanencia en primera división y nos abocamos a un nuevo descenso a segunda, coreando el resignado beticismo ese ritmillo de «otro año iguá, otro año iguá, otroooo añoooooo iguáááááá,… laaaaralalaralala,… laaaaralalaralalaaaaa». Pues eso se podría haber coreado en la plaza sevillana mirando el burladero de la empresa con el empresario y el ganadero allí metidos, a modo de banquillo: otro año igual. Otro año con Juan Pedro Domecq. Otro año con toros anovillados, mal presentados, chicos, sin cara,… ¡Cómo serían los que no admitieron la presidenta y su equipo en el señalamiento previo en el campo! Otro año de novillos descastados, otro año de novillos parados o claudicando por la alarmante falta de fuerzas. Otro año cobrar a precio carísimo de corrida de toros una simple novillada. Otro año quejándose los toreros del ganado que ellos mismos eligen. Que no levante el brazo con gesto de supuesta desesperación Ponce, si puede elegir Victorino y Miura, por ejemplo. Y tampoco me da pena de José Garrido: ¿no eres un recién llegado al escalafón y ya quieres Juan Pedro? Pues toma, ahí lo llevas… ¡Menudo recuerdo de alternativa te llevas, chico! ¿Habrá alguna vez que un novillero diga que quiere tomar la alternativa con Miura o Victorino o Cuadri? ¡Eso sí que sería una forma de llamar la atención, y menudo recuerdo sería! Tiene la plaza de Sevilla una sala de prensa que no es de prensa. Vuelvo al ejemplo del fútbol. Una vez que acaba el partido, los entrenadores y algunos de los protagonistas comparecen ante la prensa. Pero esto de los toros está del revés. Hoy, en la sala de prensa y ante los periodistas que estábamos en la plaza y que asistiríamos a las explicaciones para hacer nuestras preguntas, deberían haber comparecido los empresarios para explicar por qué confiaron en Juan Pedro un año más, y nos dirían que el próximo año no vendrán (pero al siguiente sí, jejeje); después el ganadero para valorar si no ha sentido vergüenza primero por la presentación indigna de sus novillos, y después por el juego; y luego la presidenta, a ver cómo coño nos justificaba que esos torillos chicos y sin cara eran toros para la Maestranza… ¡Ay, la presidenta! Hoy se empeñó la plaza en echarle un pulso a la presidenta, y ella se empeñó en echarle un pulso a la plaza. Fue en el primero, protestado, y ella altiva y gesticulante de que muevan al torillo. Y más protestas, y ella a lo suyo. Y más protestas aún, y saca el blanco y a banderillas. Y ya era un pulso a ver quién podía más, por cojones, porque hay que ver qué poca empatía tiene la presidenta con esta plaza. Y en banderillas más bronca a la presidenta, y ella que sigue en lo suyo. Y el pulso lo acabó ganando la plaza y sacó el verde. Y digo yo que si la presidenta concede orejas benévolas porque se ve obligada a dar la primera oreja «porque lo pide el público», ¿por qué no aplica lo mismo cuando (de forma justificada o no, como con las orejas) el público pide la devolución de un toro? Quizás es que conceder una oreja le sale gratis a la empresa, pero devolver un toro le cuesta pasta… |
LA VOZ DEL ABONADO |
Juan Pedro, casi todo al matadero
Unión Taurina de Abonados de Sevilla.- La corrida de esta tarde responde en casi todo al guión preestablecido cuando se anuncian ‘juampedros’. Esta ganadería es un desastre de toros descastados y sin fuerzas, todo ello con la anuencia de la empresa, de los toreros y consentido por la presidenta Anabel Moreno, doctora en Tauromaquía por el callejón-cátedra de Olivenza y en este caso por el veterinario asesor Francisco Sanz Daza. Ninguno se ocupa de defender la Fiesta y al cliente aficionado, sino en tapar y amparar los defectos de una casta taurina que se está cargando este invento. El primer toro, completamente inútil para su lidia, fue devuelto por el público, que necesitó armar un escándalo para que muy a su pesar la presidenta admitiera devolver el toro. El resto de los astados, flojos hasta la exasperación de no permitir un ápice de emoción, transmisión y en definitiva bravura para ofrecer espectáculo. Excepto el segundo de la tarde, más hecho y armónico; el resto fueron toros-sardinas completamente anovillados. Juan Pedro, como cualquier escribiente, echa un borrón y mira por dónde saltó al ruedo el sexto, de nombre ‘Flechillo’. Toro bajo, hecho, que quería pelea en varas derribando en el primer puyazo y siendo simulado el segundo. Se crece y cuando ve una tela se lanza. Desborda a su matador con una embestida repetidora y encastada. Garrido se confunde y no puede ahormarlo a base de cercanías. El toro se comía al torero, que bastante hacía con estar delante. El primer toro de Garrido, al igual que los demás, era descastado, flojo y aburrido, y también los cuatro restantes, excepto el sexto, así que el largo y tedioso festejo transcurre entre bostezo y bostezo sin que nadie lo remedie. Reseña aparte una vez más para la banda de música, empeñada en amenizar vulgaridades taurinas, pero esta vez tuvo que recular ante las protestas del respetable que no consentía música ante la faena del anodino Castella. Ponce pasó por Sevilla. Con eso queda dicho todo. Chacón clavó bien en banderillas. Juan Pedro, todo al matadero menos el semental y la vaca madre de ‘Flechillo’. |
PATIO DE ARRASTRE |
Lo que importa es el toro bravo
Sixto Naranjo.- Más de uno, más de dos, más de tres… bueno, voy a dejar de contar. El caso es que muchos se alegraron que la encerrona de Iván Fandiño no saliese por los derroteros del triunfo y que los seis toros que eligió el torero vasco para ese Domingo de Ramos en Las Ventas, no embistiesen. Así está esto. Aficionados alegrándose del mal ajeno con la que está cayendo. Que si toristas, que si toreristas… Aquí lo que importa es el toro, bravo a poder ser. Encastado para deleite. Muchos de los que sonrieron con sorna tras ver el resultado de los toros de esa encerrona, argumentaron que lo único que embiste es Domecq. Pues toma ya. No sé qué dirán hoy tras ver la corrida de Juan Pedro, más Domecq imposible, en Sevilla. Si esto es embestir, si esto es el toro bravo… Al ganadero hay que pedirle que críe un toro íntegro, con su trapío, con su casta y su bravura, sea del encaste que sea. No seamos ciegos. La Fiesta necesita del toro de Domecq, de Santa Coloma, Albaserrada, Núñez, Atanasio, Veragua,… Aquí lo que importa es el toro bravo. *Sixto Naranjo es director del programa ‘El albero’ de la Cadena Cope. |
GALERÍA GRÁFICA (javier Martínez) |
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OTRAS IMÁGENES (Javier Martínez) |
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LAS CUADRILLAS (Javier Martínez) |
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PUERTA DEL PRÍNCIPE (Javier Martínez) |
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LOS TOROS, UNO A UNO (Javier Martínez) |
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