Tras detalles de emotivo toreo, Finito de Córdoba fue ovacionado en su primero y silenciado en su segundo. Saludó una ovación tras la lidia del tercero el sevillano Daniel Luque. Manzanares, aquejado por un proceso de gastroenteritis, fue silenciado en ambos toros.
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Manuel Viera.-
Pese a las intenciones, la cosa no llegó a reventar. Una soberbia serie diestra diferenció una faena que quedó sólo en eso. No se registró la explosión. La sutileza de tan embaucador toreo remitió con la zurda cuando convirtió el natural en algo sublime. Sin duda que Finito de Córdoba lo trazó con toda solemnidad. Lento profundo, íntegro y rematado, dando forma a una expresividad que penetró en la gente de forma limpia y emocionante. ¿Y qué pasó? Que inesperadamente se echó la muleta a la derecha para comenzar una lidia mecanizada y de ligeros trazos diestros. Lo que pudo ser, no fue. Lo que quiso la cabeza, no lo quiso el corazón.
Y así la obra del gran Finito al bravo toro primero de El Pilar se convirtió en un toreo detallista, desigual, discontinuo, donde la elegancia del pase, la fina sensibilidad y la delicadeza de los excepcionales cambios de mano sirvieron para ilustrar una lidia en la que unió el sentimiento y la belleza de unos trazos realmente emotivos, para así expresar su estilo, tan personal y diferente, en una faena quedó sin acabar.
El inválido cuarto le agotó la posibilidad de volver a exponer de nuevo ese toreo penetrante de emotividad. Nula convicción en los aparentes intentos para finalizar con la espada con brevedad.
Bravo en el caballo se mostró el segundo, al que José María Manzanares lo acarició con despaciosidad con el capote, al que Luque quitó con lentísimas verónicas, y al que Curro Javier lo banderilleó con absoluta verdad. Después todo cambió, pese a que las embestidas tuvieron márgenes para el lucimiento. Pero el alicantino, aunque más templado y ajustado en su toreo en la tarde de hoy, su definición expresiva fue a menudo engañosa. La forma de citar y desplazar la acometida hacia fuera, la intermitencia en los trazos de escasa nitidez, aunque largos de recorrido, afearon un trasteo largo en el tiempo que acabó con el toro parado y a la defensiva.
Motivado por el padecimiento de una gastroenteritis, por la que fue atendido en la enfermería de la plaza, lidió su segundo toro en sexto lugar. Un animal con poca fuerza y escasa casta con el que poco o nada resolvió. Quizá la faena estuviese condicionada por las circunstancias pero, al fin al cabo, nada de lo que intentó contribuyó a enriquecer la tarde. A ambos toros los pinchó.
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Tal vez lo mejor de Daniel Luque estuvo en la suavidad de su capote. El sevillano es, hoy por hoy, uno de los mejores intérpretes del toreo a la verónica. Un toreo tremendo y desbordante. Inmensamente lento, rítmico y abrochado con la genialidad de la media verónica. Un toreo que transforma y emociona. Lo mostró con lentitud suprema en el tercero y lo hizo con enorme suavidad en la lidia del quinto. |
Además, Luque, se mostró con seguridad y firmeza con su primer toro en una faena que, aunque desigual, tuvo detalles en los cambios de mano, la ligazón y en sus vistosas luquecinas. Nada consiguió hacer con su segundo, un manso que deambuló por la plaza en busca de la salida. Con ambos toros necesitó el descabello.
AL NATURAL |
El peso de la Feria
Francisco Mateos.- Él aceptó llevar el peso de la Feria de Abril. Tras decir «digo», donde una año antes había dicho «Diego», José María Manzanares dejó atrás a sus compañeros Juli, Morante, Perera y Talavante, y se arregló con Eduardo Canorea y Ramón Valencia para torear en Sevilla. Y ante la inquebrantable decisión de los compañeros de exigir respeto para los toreros por parte de los empresarios y por tanto no contratarse con quienes entienden que no les respetan, Manzanares aceptó llevar el peso de la Feria al que se tenían que agarrar los apurados empresarios: una, dos, tres y hasta cuatro paseíllos en la Maestranza en menos de un mes. Mucha tela. Él aceptó como gran reclamo tirar del abono, del que no ha tirado y visto está que sigue sin levantar cabeza. A falta de datos oficiales que ocultan los empresarios, y al margen de las ya comprobadas ridículas valoraciones previas que hicieron del «ambientazo» en las taquillas y las «largas colas» para comprar el abono, la realidad ha demostrado en los festejos de preferia e incluso el del lunes de farolillos que el abono sigue hundido en mínimos históricos. Y es verdad que Manzanares sí ha tirado del público en los carteles en los que está anunciado, porque ya el aficionado sevillano se ha decidido por comprar entradas sueltas para días señalados y el resto de la Feria se lo ahorra viéndolo por el Plus: plazas llenas en Resurrección, la alternativa de Lama y hoy, sus tres corridas a falta de la cuarta del viernes. Ese el análisis del tirón taquillero del gran reclamo de los carteles en la figura de Manzanares: ha logrado tirar de sus carteles, pero no del abono. En cuanto al contenido artístico, estaba llamado a ser el gran triunfador del serial por varias razones: es el que más toreaba (Resurrección más tres corridas en Feria); la calidad y cualidades que posee; las ganaderías más apetecidas que torea en Sevilla; y el enorma cariño y entrega que le tiene el público sevillano. La realidad es que no está respondiendo taurinamente a ser capaz de llevar el peso de la Feria artísticamente. Y eso que en la primera de sus tres corridas feriales el público le recompensó sobradamente con la dos orejas más benévolas del ciclo por hacer un esfuerzo, pero sin estar como debería de haber estado con sus toros. Hoy, en su segundo paseíllo, no ha estado. De nuevo despegado, desplazando hacia fiuera la embestida y sin exprimir a sus toros. Parece que estaba aquejado de un proceso de gastroenteritis; si se viene es para estar. La gente sigue pagando el mismo carísimo precio por ver a un torero enfermo que a un torero en plenitud. Esa es su decisión y responsabilidad: venir o no. Ya hoy han empezado algunas guasas, como algunos que tras cambiar turno para lidiar el sexto al estar hidratándose en la enfermería se preguntaba si saldría en pijama; por enfermo, y recordándole su polémico posado ene sta plaza de hace un par de meses. Síntoma, sin diuda, de quienes esperan mucho de quien tanto ha apostado y que no termina de ofrecer lo que se presumía. Le queda una a Manzanares, el viernes. Es un cartel extraño y de nuevo es el máximo reclamo del festejo para atraer al público. El peso de la Feria, con tres paseíllos más Resurrección, puede pasarle factura a Manzanares. Sevilla es mucha Sevilla, y cuatro tardes en menos de un mes es una apuesta fuerte y arriesgada; hay que responder a ello. Cuatro paseíllos en un mes, ganaderías superescogidas, con la gente entregada y con los principales toreros rivales (sus otros cuatro compañeros que matienen su misma postura del año pasado) fuera del juego maestrante ponían todo, absolutamente todo, a favor para que Manzanares saliera encumbrado de la Maestranza con triunfos rotundos. Cuidado porque de momento van tres cartuchos y ha errado en la puntería. Le queda una última bala en la recámara. Que no apunte a su pie. |
LA VOZ DEL ABONADO |
La esencia y el espejismo
Unión Taurina de Abonados de Sevilla.- Continúan saliendo a la plaza de Sevilla toros blandengues preferidos y elegidos por las presuntas figuras y consentidos por los ganaderos. Se han lidiado ya 42 toros y no se había presenciado ninguna suerte de varas en condiciones, porque entre todos se han encargado de suprimirla. Pero ayer surgieron gotas de esencia:
Hasta aquí las gotas de esencia que, al menos, nos despertaron esta tarde de la larga siesta que comenzó el Domingo de Resurrección. Que nadie piense que esto se arregla. Estos detalles son un espejismo ante la cruda realidad de la Fiesta que, una vez más, se manifiesta con un encierro bien presentado de el Pilar, excepto el tercero, terciado y sin cara, pero que todos fueron blandos y con esa nobleza borreguil que los ganaderos se han empeñado en inculcar a sus productos. Manzanares estuvo en su línea de toreo desviado con abuso del pico, pero con la gran diferencia que hoy no fue el torero consentido del público. Se hartó de dar pases a ‘Alambrisco II’ ante la total indiferencia de ese público que días antes le había regalado dos inmerecidas orejas. Parece que las cosas se normalizan. En definitiva, cuatro gotas de esencia torera que no aclaran para nada el negro panorama que han generado estos taurinos de hoy. |
PATIO DE ARRASTRE |
El Pilar de Sevilla
Sixto Naranjo.- El Pilar, la ganadería charra, ha vuelto a demostrar que Sevilla es una de sus plazas talismán. Raro es el año que no echa algún toro de alta nota. La corrida de toros de este año casi ha cogido a su propietario, Moisés Fraile, recogiendo distinciones por el famoso ‘Niñito’ que echó en 2014 en el coso de El Baratillo. Un año después, veíamos horas antes del festejo de este martes que había otro ‘Niñito’ en la tablilla. Sin embargo, este ‘Niñito’ no ha reverdecido laureles. Él no, pero tres de sus hermanos, sí. ‘Portilloso’, ‘Alambrisco II’ y ‘Alambrisco’, por este orden, han aprobado con nota el examen de Sevilla. El que abrió plaza fue un toro completo, bravo y con clase. El primero del lote de Manzanares ha hecho pelea de toro bravo en el caballo, algo que no habíamos visto en toda la Feria. Y el tercero ha sacado su fondo encastado cuando Luque se lo ha sacado a los medios. Y el marcador de los toreros, a cero. El Pilar ha vuelto a puntuar en Sevilla. *Sixto Naranjo es director del programa ‘El albero’ de la Cadena Cope. |
GALERÍA GRÁFICA (Javier Martínez) |
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OTRAS IMÁGENES (Javier Martínez) |
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LAS CUADRILLAS (Javier Martínez) |
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LOS TOROS, UNO A UNO (Javier Martínez) |
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