El joven novillero sevillano Manolo Triana ha solventado con solvencia su encerrona en Bormujos con cuatro erales. Con un buen concepto del toreo, clásico y con técnica suficiente, Triana ha cortado cuatro orejas y ha demostrado que tiene argumentos para seguir creciendo como un nuevo valor del toreo sevillano.
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Francisco Mateos.-
No es el mes de diciembre fecha propicia para el espectáculo taurino, y menos aún en pleno puente de cuatro días y con todos los comercios abiertos y la vorágine de consumo prenavideño, a pesar de la crisis que parece hacerse eterna. Aún así, se anunciaba para este mediodía de domingo de la Inmaculada una novillada sin picadores a las puertas de Sevilla, en Bormujos, pueblo de expansión urbanística por su cercanía a la capital, pero que no tiene tradición taurina. En los terrenos de la Florida se instaló una portátil para que el joven sevillano Manolo Triana pusiera sobre la mesa los argumentos de su incipiente toreo.
El sol de sobremesa ayudó a mitigar el frío y el festejo, ágil y justo de duración con la lidia de cuatro eralas en solitario, resultó entretenido. Este joven valor de la Escuela de Tauromaquia de Sevilla, hijo de banderillero, da argumentos a los que pensamos que el toreo, mal que bien, seguirá teniendo su futuro. Para el buen resultado artístico contó con cuatro erales de Hermanos Expósito de bonitas láminas y variados de pelo. Hubo dos y dos: mejores segundo y cuarto, y con pocas fuerzas primero y tercero.
Le cortó una oreja a su primero, las dos al segundo -el de mejor juego-, una más al tercero y sólo fue ovacionado en el cuarto porque fue al único con el que falló con su certera espada. Manolo Triana tiene un concepto artístico de toreo. Se expresa tal y como es. Siente lo que hace y se regusta. Va a más en el transcurso de la faena. Al estar empezando busca también abarcar lo máximo posible; así, puso banderillas en algún novillo, aunque con desigual resultado, o bien usando una silla para comenzar toreramente sentado el trasteo del cuarto.
A su primero le dio sitio para recuperar sus mermadas fuerzas, templando y ligando cuando se podía. Lo mejor de su toreo llegó en el segundo, el de más clase y con recorrido de todos. Se coloca bien, muy puro, con la figura erguida y dando el pecho, intentando el toreo de frente, con un suave toque al final del muletazo para rematar para los adentros de la cintura. En este segundo novillo se pudo ver el argumento de futuro de Manolo Triana, con un concepto limpio, clásico y puro del toreo, y además acertado con la espada.
El tercero humillaba y tenía clase, pero muy pocas fuerzas y rodó vaias veces por el albero. Estuvo paciente Manolo Triana y al final logró sacarle tres tandas de muletazos buenas, toreando con la derecha ‘al natural’, sin espada. En el cuarto también se regustó, pero fue en el único en el que falló con la espada, y esa fue la única razón para no lograr trofeos.
Al margen de las cuatro orejas ganadas, lo destacable es comprobar que hay un nuevo valor del toreo futuro para Sevilla, un joven torerillo que se llama Manolo Triana y que tiene el concepto y la técnica suficiente para seguir creciendo.
GALERÍA GRÁFICA (Javier Martínez) |
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EN EL TENDIDO (Javier Martínez) |
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