Entretenido y exitoso festival benéfico en el que Morante, El Juli, El Fandi y Talavante lidiaron a caballo, y Ventura lo hizo pie. También toreó a lomo de sus cabalgaduras la rejoneadora Lea Vicens. Cerró el festejo el novillero local Pablo Sobrino. Entre todos se repartieron trece orejas y dos rabos.
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Manuel Viera.-
Una auténtica maravilla. Un toreo de temple y pureza impecable con el acabado de clavar arriba. Sorprendente. Y es que El Juli consiguió esta tarde dar la talla también a caballo. Un prodigio del rejoneo. Un hacer en el que se percibió de inmediato una monta impecable con la que se recreó toreando más que cabalgando. Lo hizo templado, a dos pistas, clavando en perfectos quiebros, todo muy despacio y arriba. Ya digo, una lidia completa que dio la verdadera medida del talento de un torero, también a caballo, que recreó magistralmente el ingrediente emocional.
Fue lo mejor de un gran espectáculo. De un divertimento para un público que lleno a rebosar la plaza instalada para la ocasión. Una gente que con su asistencia ha hecho posible que se cumpla el principal objetivo del festival: paliar desgracias y ayudar a quien lo necesita. Tres horas de festejo y nadie se movió pese a las incomodidades y apreturas.
Todos hicieron el paseíllo a caballo acompañando a Ángel y Rafael Peralta, los dos centauros de La Puebla. Y todos lidiaron a lomos de las cabalgaduras tras torear de capote y consumirse la suerte de varas; a excepción de Ventura, que lidió todo a pie. La rejoneadora Lea Vicens, que abrió plaza, tuvo una entonada actuación premiada con oreja. También el novillero local Pablo Sobrino dejó entrever en la lidia de un extraordinario eral de La Campana su intención de ser alguien en esto.
Morante hizo honor a su personalidad también a caballo. Y toreó. Lo hizo con temple, con magistrales pases con la cola de la cabalgadura, con prodigiosos remates, todo muy despacio, y clavando de frente y arriba. Y hasta dejó un par a dos manos que puso al público en pie.
El Fandi, tras mostrarse templado con el capote, quiso hacer desde lo alto de la montura lo que bien sabe hacer desde el suelo: banderillear. Y hasta dejó en buen sitio dos palos al violín y, pie a tierra, fulminó al buen toro de Bohórquez con la mejor estocada de la tarde.
Talavante, vestido a la usanza mexicana, le echó voluntad y ganas hasta conseguir dejar, tras los primeros titubeos, dos palos clavados arriba haciendo el toreo a caballo.
Y entre tan excelso rejoneo, la sorpresiva manera de la verónica de Ventura tras dejar claro su valor en un auténtico farol de rodillas. Y el temple en el toreo diestro, y el largo natural despacioso y rematado. Y el carrusel de banderillas clavadas por él, Morante, Juli, Fandi y Talavante. Y las chicuelinas al alimón de Morante y Talavante.
Un canto al toreo. Todo un espectáculo. La tarde en la Puebla del Río dejó muchos momentos para el recuerdo. Y para la historia.
GALERÍA GRÁFICA (lopezmatito.com) |
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