GALLEANDO

La impotencia de Nazaré

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El sevillano Antonio Nazaré ha destacado en Sevilla, Madrid y Pamplona.
El sevillano Antonio Nazaré ha destacado en Sevilla, Madrid y Pamplona.

«…¿Qué sensación de justicia, además, le puede transmitir al torero no estar anunciado en Bilbao, en Málaga o El Puerto de Santa María, tras ganarse el sitio en cosos tan ‘decisivos’ como los de Sevilla y Madrid? ¿Ni en esas otras ferias de provincias donde acaparan puestos, además de las figuras, no más de cinco o diez predilectos del sistema…”

Manuel Viera.-

     Me produjo un sinsabor ver la impotencia de uno de los más destacados diestros de la pasada Feria de Abril tras su determinante paso por Pamplona con la parada y descastada corrida de Alcurrucén. Ausente, por otra parte, no sólo de las más importantes ferias de temporada, sino de muchas plazas de toros de segunda y tercera categoría ¿Qué sensación de justicia, además, le puede transmitir al torero no estar anunciado en Bilbao, en Málaga o El Puerto de Santa María, tras ganarse el sitio en cosos tan ‘decisivos’ como los de Sevilla y Madrid? ¿Ni en esas otras ferias de provincias donde acaparan puestos, además de las figuras, no más de cinco o diez predilectos del sistema? ¿Dónde está el interés de los empresarios por llevar a sus plazas a quien los motivó en significativos ruedos y decisivas actuaciones? Es asombroso que el que demostró la verdad de su toreo y la calidad de sus formas en corridas celebradas en prestigiosos ciclos se le ignore, quizá, por el simple hecho de no entrar, por razones obvias, en el atractivo juego del intercambio y de las exigencias.

     No es la primera vez que Antonio Nazaré tiene que volver a salir del fondo del olvido pese a saberse que en sus formas están los fundamentos del toreo, con los que contribuyó cada tarde en el ruedo a la búsqueda de un triunfo que, a veces, no le llegó con la contundencia necesaria. Ese tira y afloja en no rematar una tarde, ora por el toro, ora por la espada, no acaba de dar continuidad al virtuosismo de su tauromaquia a modo de convertirla en auténticos aldabonazos, relegándolo a situaciones insostenibles e inmerecidas.

     Habrá quien considere que este ejercicio de reflexión es un gesto, por mi parte, de energía baladí. Y habrá también quien afirme que algo más debe de suceder con el que no está respaldado por la solvencia de los que mandan. Y puede que lleve razón. Pero también es muy posible que la exigente gestión del apoderado independiente choque con el desinterés de las empresas. Sin embargo, a mí sólo me interesa la veracidad de los mejores: apoderado y torero. Esto es, de los que son testimonio de una extensa andadura por las plazas de toros avalada por los triunfos de ambos. Es esto último lo que debería de ocurrir. Y si no es así, ¿qué hacer, qué pensar, qué más decir? No queda otra que tragar. Y… a joderse.


*Manuel Viera es redactor y responsable de las crónicas de Sevilla Taurina. (manuelviera.com)

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