REAL MAESTRANZA - Novillada de abono

Calidad y buen gusto en el toreo de Tomás Campos

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Tomás Campos ha dado dos vueltas al ruedo y ha ofrecido el mejor toreo. Los también debutantes Miguel Ángel Moreno y Roberto Blanco se han mostrado vulgares y faltos de oficio, siendo silenciados. Los bien presentados utreros del Conde de la Maza han dado desigual juego, destacando por encastados tercero y sexto.

LA FICHA

NOVILLOS: Se han lidiado novillos de Herederos del Conde de la Maza, bien presentados, serios y astifinos, mansos y huidizos en distinto grado. Destacaron, por encastados, el tercero y sexto.

NOVILLEROS: -Miguel Ángel Moreno, de celeste y oro, silencio tras aviso y silencio.
Roberto Blanco, de verde y oro, silencio y silencio.

Tomás Campos, de azul marino y oro, vuelta al ruedo tras aviso y vuelta al ruedo.
 

CUADRILLAS: Saludaron tras parear al cuarto Antonio López y Fernando Sánchez, y José Manuel Calvo ‘Montoliú’ y Manuel Izquierdo tras banderillear al sexto.

 
INCIDENCIAS: Un tercio de plaza.

 

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Tomás Campos saluda hoy en la Maestranza. (FOTO: lopezmatito.com)

 

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AL NATURAL
Los maestrantes abandonan ‘su’ plaza

Francisco Mateos

 


Manuel Viera.-

     A veces, la escasa ambición, la vulgaridad del pase, el trascendentalismo vacuo, la inseguridad, o la falta de ideas hacen del toreo un plato indigesto para quien lo intenta. Y se les indigestó la tarde a dos debutantes que apostaron a la desesperada por la Maestranza para iniciar su camino, difícil, sinuoso y largo, porque ni siquiera lograron desplegar unas formas con las que sueñan resucitar del ostracismo de un escalafón desvalorado y maniatado por las circunstancias. Ni Miguel Ángel Moreno, ni Roberto Blanco consiguieron sacar a flote un repertorio con el que esbozar conceptos y formas.

     Sin embargo, y aunque no se registró la explosión en una faena contundente y completa en toda la tarde, y sin llegar a las cotas exigidas, no hubo paja, ni relleno, en un toreo que, instalado en el clasicismo más puro, se sirvió únicamente de lo natural para explorar lo esencial. Así se mostró Tomás Campos con dos novillos que tuvieron las complicaciones propias de la casta. Fue con el tercero, exigente en sus embestidas pero generoso, cuando el debutante de Llerena demostró valor y verdad en sus formas, con el que atisbó a la verónica su gusto con el capote, y expuso después un toreo de trazo impecable y calidad expresiva con el acabado de notables remates. Faena a derecha, de mano baja, de tela adelantada en los cites, de muletazos largos, ajustados y ligados. Su quietud y aguante bien le pudo costar un serio disgusto cuando el utrero se lo echó a los lomos y lo tuvo a merced en la arena. Nada ocurrió y Campos se levantó enrrabietado para trazar con la derecha los mejores muletazos de la tarde. Bajó en calidad el trazo del natural, pero volvió a subir en intensidad la inspiración en cambios de mano, cadenciosos redondos y ajustadas bernardinas.

     Tuvo la faena al también difícil y encastado sexto más facilidad rítmica en los muletazos, y en la que la versión del natural obtuvo un virtuosismo de ley. Aquí consiguió con la zurda una mayor brillantez en un toreo de mucho gusto y enorme convicción. Y este fue, precisamente, el merito del extremeño, que no dejó de mostrar el natural intenso y rematado con el detalle revelador de su inmensa calidad. No hubo total solvencia con la espada al finiquitar a sus dos utreros, y todo quedó en sendas vueltas al ruedo. La segunda más justa que la primera.

     Ya quedó dicho, a Miguel Ángel Moreno le vino grande la tarde. Su inseguridad ante la falta de oficio le delató nada más esbozar el lance. Después todo fue un querer y no poder. No pudo ni supo que hacer con el manso y dificultoso primero. Y para colmo se le ‘atravesó’ el acero. Al cuarto, castigado en varas de forma excesiva, quedó reservón en la muleta del murciano, que, sin alma ni corazón, dio pases y pases a la defensiva. Esta vez acertó con la espada.

     Tampoco Roberto Blanco transmitió nada diferente; algún que otro lance de capote a destacar con el quinto, y su afán por quedarse quieto y pisar terrenos comprometidos, algo que no supo completar en dos faenas de escasos rigor. Ni con el manso segundo ni con el soso quinto, al que le recetó infinidad de muletazos vulgares y anodinos. A ambos los mató con acierto.


AL NATURAL

Los maestrantes abandonan ‘su’ plaza

Francisco Mateos.-

     Realmente no tengo claro si estaban en el Villamarín viendo la sufrida pero valiosa victoria del Betis ante el Celta, partido que acabó justo 10 minutos antes de que comenzara la novillada de esta tarde; o estaban preparando el catering en el salón de casa a la espera de que llegaran los coleguitas para ver en el plasma 3D el partido del Sevilla –porque digo yo que habrá maestrantes béticos y maestrantes sevillistas- ante el Málaga, que comenzaba a las nueve, justo antes de que terminara la novillada de hoy; o quizás estaban preparando las cortinas y literas de las carretas del Rocío, aunque me da a mí que esto último va a ser que no. La cuestión es que no sé dónde estarían,… pero en la plaza, en ‘su’ plaza –son los dueños- no estaban.

     Tres: uno, dos y tres; tres maestrantes había esta tarde en su exclusivo palco. Y digo exclusivo, entre otras exclusividades, porque por ejemplo es el único palco en el que los hombres no pueden estar mezclados con mujeres y niños, sino separados unos a un lado y los otros al otro extremo; o porque es el único palco al que la Junta de Andalucía le hace la ‘vista gorda’ y les permite consumir sus bebidas en vasos de cristal, prohibidos y perseguidos para el resto de ciudadanos de la plaza. Pues eso: tres. Uno, dos y tres. Bueno, tres maestrantes y cuatro personas de servicio: dos camareros y dos bedeles. Ya es una suerte y una exclusividad con los momentos que corren: ¡dos camareros para tres personas!

     Tres maestrantes: uno, dos y tres. De setenta que caben, sólo tres. Bueno, setenta en la zona de hombres, y setenta más en la zona de mujeres y niños. En total, de 140 localidades del palco maestrante, sólo había ocupadas tres. Una, dos y tres. Tres sillas ocupadas. Una, dos y tres. Tres maestrantes en su palco. Una, dos y tres.

     Y digo yo que si ellos mismos no reclaman ‘su’ plaza y dan ejemplo en los complicados momentos que vivimos de apoyo a la Fiesta, mejor dejamos de llamarla –como lleva tiempo proponiendo Antonio Burgos- Plaza de la Maestranza, y le llamamos sencillamente Plaza de Toros de Sevilla. Y ya puestos mejor colocar una lona en el palco de los maestrantes, de esas con una foto gigante que ponen ahora en las fachadas de los edificios en rehabilitación; una lona grande con las fotos de los maestrantes sentados en uno de los escasos días que estaba lleno el palco… y así al menos pasan pelín desapercibidos los ausentes maestrantes.

 


GALERÍA GRÁFICA (lopezmatito.com)

Miguel Ángel Moreno.

Miguel Ángel Moreno.

Roberto Blanco.

Roberto Blanco.

Roberto Blanco.

Tomás Campos.

Tomás Campos.

Tomás Campos.

Tomás Campos.

 

Tomás Campos.

 

 

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