Morante de la Puebla ha saludado sendas ovaciones en ambos toros y ha realizado lo más emotivo de la tarde cuajando al cuarto con el capote. Sebastián Castella, decidido, seguro y con notable actitud, fue también ovacionado. Talavante hizo su mejor toreo con el sexto; fue silenciado en su primero y ovacionado en el último.
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El portentoso capote de Morante se ha convertido en un suculento placer. Se vio y se sintió el toreo. Es un toreo de capa sublime, natural, diferente y único. Lo sucedido con el cuarto toro de Núñez del Cuvillo ha sido algo tan maravilloso que lleva a la creencia de que cualquier momento efímero puede ocupar un lugar en la memoria
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Manuel Viera.-
Es uno de los pocos prodigios de imaginación e inspiración. Decir que Morante es, además, uno de los mejores artistas que ha dado el toreo en las últimas décadas resulta no por obvio menos necesario. El sevillano de La Puebla es grande en la plaza. Su portentoso capote se ha convertido esta tarde en un suculento placer. Se vio y se sintió el toreo. Hoy ha vuelto a colmar todas las expectativas dando muestras fehacientes de un toreo de capa sublime, natural, diferente y único. Lo sucedido con el cuarto toro de Núñez del Cuvillo ha sido algo tan maravilloso que lleva a la creencia de que cualquier momento efímero puede ocupar un lugar en la memoria. Sólo hizo falta sentirlo un instante para que su evocación lleve siempre lo vivido y lo nunca olvidado.
El lirismo expresivo de su característico toreo estuvo admirablemente servido por el aterciopelado capote del sevillano. Fabuloso intérprete de una media verónica a pies justos lentísima, interminable, eterna. Un toreo de verdadera filigrana con el que hizo gala de una finura y naturalidad pasmosa. Una medía que paró el tiempo. Una media que pareció tocar techo estratosférico en su empeño de elevar la emoción por encima del umbral de lo imposible.
Fue particularmente brillante el toreo de capa de Morante. Una docena de lentas verónicas a su segundo toro conformaron una obra en la que la cadencia y el compás se mostraron sin reservas. Lo mejor de un capote sublime que derivó en emoción y locura.
Poco más en este toro, noble y parado en la muleta, provocó nuevo entusiasmo. Quizá la exquisitez de tres chicuelinas muy de aquí. Porque tras los muletazos a derecha de inicio de faena, de indudable atractivo, el trasteo fue disminuyendo de intensidad y calidad hasta acabar en un leve intento con la izquierda que nada sumó. Pese a pinchar el público en pie le obligó a pasear el redondel. No quiso. Y todo quedó en la gran ovación escuchada y saludada en los medios.
Con el primero, un toro noble, flojo y de sosas embestidas, no hubo grandes cosas, pero sí momentos suficientes para subirse al carro del triunfo. Lo mejor lo dijo con el capote a modo de despaciosas verónicas, y también al prologar faena con unos ayudados inmensos. Toreo diestro de indudable atractivo caracterizado por lentísimos y mágicos pases, y aunque la calidad de la faena no fue uniforme, sí hubo más de un instante memorable, sobre todo, en el trazo de unos naturales inconmensurables. Mató de media estocada y, tras leve petición, saludó una ovación.
Sebastián Castella anduvo decidido, seguro, con enorme actitud. Valga como ejemplo las dos veces que se postró de rodillas delante de la puerta de chiqueros, aunque esta suerte por repetitiva en la demostración del valor y la ambición de las figuras está perdiendo el factor sorpresa, y por ende la emoción. Quizá lo hecho en su primero estuvo condicionado por la flojedad del toro. De todas formas, el francés toreó muy despacio con la izquierda, hilvanó una serie limpia y clara con la derecha, y se quedó quieto para ligar otra más en el epílogo de una faena que se quedó sin rematar con la espada.
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Dos largas cambiadas de rodillas y un expresivo farol de igual postura le recetó de salida al soso y rajado quinto. Castella lo citó desde los medios en el inicio de faena respondiendo el ‘núñezdelcuvillo’ con un galope prometedor. Pases cambiados por la espalda en una quietud pasmosa. Tal vez lo mejor estuvo en la concentración y solidez que hizo que todo aquello fuese suficiente para transmitir emoción. La única, porque después el toro buscó los chisqueros y allí acabó el francés con su acostumbrado arrimón. |
Aunque su toreo está repleto de virtudes y sus formas pueden ser muy bellas, una cierta propensión hacia fuera resta a veces grandeza y hondura al toreo de Talavante. Le sucedió con el sexto, un toro con buen son al que le falló el fondo. Tras recibirlo a portagayola, el extremeño aprovechó las sutiles embestidas para dotar a la faena del enfoque expresivo del natural, sin aposturas, trascendente y dispuesto. Intercaló la derecha y la izquierda en un trasteo de notables muletazos que no llegó a coger altura al apagarse la acometida del animal. Ajustadas bernardinas en un arrimón final no resuelto con la espada. Con el inválido tercero poco más que voluntad.
AL NATURAL |
Lo efímero, perdura
Francisco Mateos.- Así de distinto es el toreo a cualquiera de las artes. Algo efímero, que sólo se puede ver una única vez, a veces tan sólo son unos segundos, pero que perdura en la memoria colectiva para siempre. En una obra de teatro, en un concierto, en un cuadro,… la belleza perdura, pero perdura también la obra. Se pone en escena una y otra vez, con cuidados ensayos previos, en el caso del teatro. Lo mismo en la música en directo, pero que se repite gala tras gala con medida estructura. Y mucho más claro en la belleza de un cuadro, con el que el observador puede deleitarse en sus detalles una y otra vez. En cambio, en el toreo, una faena nunca es igual a la otra (cuando son notables, excepcionales, claro), y ni el mismo autor-torero puede hacer dos faenas iguales. Y esas faenas nacen y mueren en una plaza de toros en un día concreto. Son efímeras. No hay repetición. No hay segundas partes. Es la magia del toreo. Es por lo que muchos aficionados vamos a la plaza cada tarde a pesar de tener poca confianza en un cartel concreto: «Y si es hoy cuando…». El chispazo, la magia, la belleza de una faena puede surgir en cualquier momento. La Maestranza ha vivido esta tarde uno de esos momentos mágicos y efímeros, pero eternos y que perdurarán para siempre. Morante ha cincelado a golpe de capote una obra de arte de orfebrería taurina, llena de detalles y sabor en cada lance. Y más allá de lo que pueda transmitirnos las siempre frías imágenes en fotos o video, nada es comparable con lo sentido en directo en la plaza. Faena efímera la de Morante pero que perdurará en el recuerdo de los que esta tarde sobre las cinco nos encaminábamos a la Maestranza pensando en el artista de La Puebla y pensando en nuestro interior: «¿Y si es hoy cuando Morante lo haga…?» Y lo hizo. |
DIEZ GANANDO UN PASO |
Todo lo llena Morante
Javier García Baquero (Ambitotoros).-
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LA VOZ DEL ABONADO |
Flojedad y emoción de la estética
Unión Taurina de Abonados de Sevilla.- Tarde la de hoy con argumento y guión conocidos, que se inicia el día antes, como es costumbre en estos casos, rechazando toros y hasta siete animales volvieron al campo, para después lidiar un jabonero mostrenco y cinco novillotes con edad de toros. Algunos de ellos no serían aprobados ni en plazas de segunda; pero aquí, en Sevilla, la degeneración con el ganado que torean presuntas figuras está llegando a extremos que parece nunca tiene fin. Luego está lo de la suerte de varas y lo visto esta tarde. Sin exagerar: no se hace ni en plazas de tercera y aún así los toretes apetecidos por la casta torera dominante son flojos hasta decir basta. Llegan a los engaños estos ‘cuvillos’ con tal sosería y falta de casta que es casi un delito calificarlos de bravos ni nada parecido. ¿Qué ocurre entonces? Que la tarde es plúmbea, aburrida, monótona y con unas ganas locas de que aquello termine cuanto antes. Cuando los que se enfrentan a estos presuntos toros bravos o medios toros demuestran vulgaridad para aparentar arte, se pone la guinda a un pastel podrido que se indigesta con solo mirarlo. Eso le ocurre a Castella y Talavante, que si al menos se ‘enfadaran’ con los novillotes y sacaran a relucir un mínimo de temple y buen gusto, taparían los defectos del toro y por lo menos harían algo de sombra al maestro de La Puebla del Rio. Morante se ha llevado el gato al agua esta tarde. No le hizo falta la muleta. Tampoco los animales se lo permitieron. Fue suficiente con levantar emoción con el capote en sus dos toros a base de su particular estética, y a su favor hay que reconocer que es único para levantar pasiones que hacen olvidar a sus incondicionales la flojedad y el escaso trapío de sus enemigos. Con su capotito, manos bajas, pecho adelante y cargar la suerte hasta lo indecible, le basta y sobra a Morante para poner la plaza boca abajo y decir «ahí queda eso», pues no necesita ni cortar orejas ni la vuelta al rueda que se negó a dar. |
LA CORRIDA, AL COMPÁS |
(En breve)
Fernando Naranjo.- EN BREVE |
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GALERÍA GRÁFICA (lopezmatito.com) |
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OTRAS IMÁGENES (Javier Martínez) |
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MORANTE CON CAPOTE (lopezmatito.com) |
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LOS TOROS, UNO A UNO (Javier Martínez) |
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PUERTA DEL PRÍNCIPE (Javier Martínez) |
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