José María Manzanares ha logrado cortar las dos orejas del último toro de la tarde, un buen ejemplar de Juan Pedro Domecq. La carencia del toro y el mermado ánimo del diestro alicantino han marcado una ‘encerrona’ preocupante para el torero y decepcionante para el público, que llenó por completo los tendidos maestrantes
|
Una tarde emborronada por la carencia del toro y, sobre el ruedo, impotencia de un torero hundido en el desánimo, inseguro, sin mando y sin espada. Preocupante situación que hacia confirmar los malos augurios tras su espesa tarde del Domingo de Resurrección |
Manuel Viera.-
Cuando la tarde se hacía noche, en el último suspiro, la sensibilidad de Sevilla hizo el milagro. La plaza entera puesta en pie ovacionó a un torero hundido, triste, sin ideas, pensativo, dudoso, cabizbajo y derrotado, apoyado sobre las tablas a la espera de la salida del sexto toro de su ilusionante ‘encerrona’. Duró un día el aplauso apasionado, fogoso, entusiasta, casi maniático, de un público, más que entregado, alocado. Y se produjo el arrebato. Y decidido se fue a la puerta de chiqueros, y a portagayola espero al ‘juampedro’ para ‘levantarse’ y devolverle la ilusión a una gente entregada a la causa. Tres largas cambiadas de rodillas, limpias y transparentes, delantales armoniosos y una media de hinojos hicieron crujir el cemento.
Manzanares desarrolló con el excelente sexto toro de Juan Pedro Domecq una lidia definida por la lentitud y la hondura del pase diestro, con el que no dejó de mostrar la estética de unas formas brillantes y convincentes. El resultado, una obra de excelsos momentos y bien definida en la que se sumaron las bondades de unas formas donde la exagerada lentitud de los muletazos lo hacían interminables. Un toreo de exquisita solvencia y, por momentos, con la calidad y el encanto de lo singular. Faena caracterizada por la ligazón, la elegancia, ordenada por esa grandeza, que parecía olvidada, del alicantino. Y así, con la profundidad del pase diestro o el trazo lento de los escasos naturales, junto a sus característicos cambios de mano y adornos finales, configuró una faena en la que fue fácil apreciar gusto y personalidad. Zambulló la espada hasta la cruceta en la suerte de recibir y, otra vez, Sevilla embaucada por su toreo, le premió con las dos orejas pese a un descabello.
Pero volvamos atrás. A la triste realidad. A una tarde emborronada por la carencia del toro y, sobre el ruedo, impotencia de un torero hundido en el desánimo, inseguro, sin mando y sin espada. Preocupante situación que hacia confirmar los malos augurios tras su espesa tarde del Domingo de Resurrección. Lo sucedido ha sido algo tan inesperado que lleva a la creencia de que Manzanares no está bien. Lo primero que sorprendió fue su mala racha con los aceros. El alicantino sólo logró la contundente estocada en el último toro de la tarde. En los anteriores se sucedieron los pinchazos y malas estocadas que, a la postre, mermaba aún más el bajo ánimo del torero.
Una lástima que la notable calidad del primer toro de Núñez del Cuvillo se viese frenada por la escasez de fuerzas. Y lastima también que Manzanares no avivara más su toreo. Un toreo de hilvanados y lentos trazos y escaso contenido con el que dejó fría a una gente que, pese a ello, le ovacionó. Aguantó las complicadas embestidas del exigente toro de Domingo Hernández en un intermitente trasteo con el que no puntuó.
|
La faena al manso, peligroso y complicado toro de Victorino Martín le resultó de una dificultad enorme. Embestidas discordantes, aviesas… que necesitaban de una muleta firme y con mando capaz de doblegarlas. Manzanares atisbó su toreo en algún que otro natural sin lograr al final satisfacer su deseo y el del público. Sí le echó cojones Juan José Trujillo en un segundo par de banderillas con el que hizo sonar la música, y con el que puso de pie al público que llenaba la Maestranza. En este, con la espada se eternizó.
|
AL NATURAL |
Casi a regañadientes se vio medio obligado por los aficionados a meter un toro de una ganadería que no fuera el ‘sota, caballo y rey’ que lidia todos los días: un toro de Victorino Martín. El ganadero de Galapagar consensuó -supongo- con el equipo del ganadero el toro que ha lidiado hoy. Un toro normal, ‘cómodo’ incluso para ser de Victorino… tanto que incluso se ‘coló’ literalmente por debajo del caballo del picador. Sin embargo, ese toro iba a sacar muchas de las características de esta vacada. Sacó complicaciones, no se desplazó como el toro del carretón al que está acostumbrado Manzanares, demandaba mucha firmeza, muchos recursos, y una seguridad y una apuesta muy fuerte. El toro se fue orientando… y terminó desorientando al alicantino. Fracaso de Manzanares con este toro, sin poderle, sin saber qué hacer con él,…
Lo tenía todo a favor: máxima expectación, plaza llena, la gente entregada desde el minuto cero… era el día de jugárselo todo. Cara o cruz. Así de duro es esto. Entre otras cosas porque el de Madrid, El Juli, le había ganado claramente la partida en Resurrección. La gente fue a más, y a pesar de los toritos flojos, descastados y anovillados varios que les coló Manzanares, aún le regaló una ovación de gala tras fracasar en cinco toros y cuando estaba a punto de saltar el último de la tarde. Y después, una faena a modo, el toro de Juan Pedro que era puro carretón, justo para lo que sabe hacer Manzanares, y ahí, sin que contara cómo y dónde cayera la espada o el descabello, sin mayor o menor profundidad y hondura de la faena, dos orejas benévolas. Encima. Santo es el píublico sevillano. Santísimo. Manzanares tiene techo: el toro de carretón. De momento, de ahí no se le puede sacar.
DIEZ GANANDO UN PASO |
Javier García Baquero (Ambitotoros).-
Los tópicos no son verdad ni mentira; son simplemente tópicos, frases hechas que se repiten y se esgrimen contra alguien. Hoy hemos oído un montón. Unos oportunos y otros fuera de lugar. Al lío:
Acabemos por terreros de tópicos: «De esto no saben ni las vacas». Es mi preferido, y es mentira claro. |
LA VOZ DEL ABONADO |
Unión Taurina de Abonados de Sevilla.-
Manzanares esta tarde en Sevilla con seis toros muy elegidos y fracaso total. Que a nadie engañe las dos únicas orejas que otorgaron graciosamente a Manzanares en el último toro de la tarde.
Era una fecha clave en la carrera de este torero y todo estaba preparado minuciosamente para que se produjera un clamoroso triunfo, pero cuando las gestas se fundamentan en bases de barro suelen ocurrir estas cosas, como la de esta tarde en Sevilla. Todo, absolutamente todo, estaba dispuesto para la gran histeria colectiva triunfal del matador, pero siempre se ha dicho que el toro pone a cada uno en su sitio y esta tarde no podía ser menos.
Una plaza llena a rebosar con un público adicto y predispuesto al aplauso fácil, donde se eligen escrupulosamente los toros, donde se ovacionaba a picadores que no picaban, donde toros tan pequeños como el Victorino se colaban por debajo del caballo de picar, donde se lidiaron toros más que terciados y algunos de ellos, como el primero de Cuvillo o el sexto de Juan Pedro, que eran auténticas raspas de sardina. Y eso sin contar el número efectista de Manzanares manifestando públicamente su afligimiento o fracaso al caer el quinto de la tarde para que el público se encargue de levantar un ánimo decaído, para incluso solicitar vuelta al ruedo de un toro nulo en varas, o las dos orejas matando y descabellando mal.
Si Manzanares quiere continuar con su tauromaquia del ‘medio-toro’ y ese toreo desviado y sin profundidad, está en su perfecto derecho. Pero si esto es así hay que decirlo para poner las cosas en su sitio, y en Sevilla ha demostrado su incapacidad y escaso poder para afrontar un reto difícil y que sólo se encuentra reservado a toreros consagrados que dominen todos los encastes y con capacidades varias para mantener seis lidias con la suficiente calidad.
|
LA CORRIDA, AL COMPÁS |
Fernando Naranjo.-
La tarde de sol y toros
se aglutinó en su universo y arremangose mi verso para versar sobre todo, mientras purísima y oros el turronero de ayer llegó firme a prometer y Sevilla se destoca. El turrón la vuelve loca y en sus mieles perecer. ¡Ay, Sevilla nazarena!
Has perdido la razón y mi humilde devoción. Hoy muero por tí de pena; Maruja, te desmelenas y aireas hoy tu plumero. ‘Duquesona’ de toreros: ¿has olvidado tu ayer? No te puedo comprender y sin embargo te quiero. Malos tiempos para el ‘rey’, tú, Al-Mutamid, no andas fino… Hoy no encontrará el camino. Hoy no fue tu oro de ley. Hoy no impuso su giley, le falló su tallador. Y aquel tercero traidor, cárdeno como una nube rebelde cual moto Lube, le obturó el carburador. |
Hoy el equipo no pudo
socorrer a majestad y todo aquello temblar con aquel galán geniudo, apretando fuerte el nudo de algún que otro corbatín, sin que le llegara el fin a aquella cárdena capa. Amarga fuera la etapa de empacado serafín. Con división de opiniones,
sus fieles adoratrices no le ofrecieron perdices; ni aquellos ricos piñones, hoy aquellas sensaciones en postrero diapasón, llegaron con el ‘Guasón’. Sus adornos cortesanos, y en doctos cambios de manos, enloqueció la afición… Y quizás de Puerta Oscura
llegara aquel salvador. Un antiguo matador, que en dos tercios de locura derrochara gloria pura. En uno llegó al morrillo, y en el capote dio brillo, prestando plata de ley para el que llaman ‘el rey’… Su lacayo… ¡El fiel Trujillo! |
OTRAS IMÁGENES (Javier Martínez) |
||
- Todo preparado para el acontecimiento de Manzanares (Sábado, 13 de abril).