Participó en el 'Mano a mano' de Cajasol

Enrique Ponce: «Sevilla sabe ver bien al torero y al toro»

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Enrique Ponce, durante el coloquio. (FOTO: Arjona)
Enrique Ponce, durante el coloquio. (FOTO: Arjona)

El diestro valenciano Enrique Ponce no escatimó calificativos para describir a la afición sevillana en el transcurso del coloquio que ofreció ‘mano a mano’ con el escritor Andrés Amorós en la sede de la Fundación Cajasol. Ponce afirmó rotundo que «una corrida de toros es lo más intenso y efímero que se puede vivir».

Redacción.-

     El tercer ‘Mano a mano’ de Cajasol de la nueva temporada de estos encuentros culturales estuvo cargado de contenidos interesantes en la capital sevillana. Con el título ‘El toro y la literatura’, el torero Enrique Ponce y el escritor y crítico taurino Andrés Amorós buscaron conexiones entre el toro y el arte de Cervantes, abordaron algunos de los problemas actuales de la Fiesta y conversaron sobre la experiencia de escribir juntos la biografía del torero recientemente publicada: ‘Enrique Ponce, un torero para la historia’.

     El XXI ‘Mano a mano’ de Cajasol, que de nuevo llenó la Sala Joaquín Turina, comenzó buscando conexiones entre toros y literatura. Andrés Amorós se encargó de ofrecer un interesante repaso de obras literarias que han tenido como motivo el toreo y que se han convertido en referencia: «Creo que tendríamos que distinguir géneros: como tratado de tauromaquia destacaría ‘Qué es torear’, de Gregorio Corrochano; para el que quiera ver la genialidad de un torero, su complejidad psicológica, recomiendo a Chaves Nogales y su libro ‘Juan Belmonte, matador de toros’; en poesía, que es un género maravilloso para expresar el toreo, hay muchos como el de Manuel Machado ‘Fiesta Nacional’, ‘El llanto por Ignacio Sánchez Mejías’, de Federico García Lorca y ‘El rayo que no cesa’, de Miguel Hernández».

     Enrique Ponce comentó que lee menos de lo que le gustaría por sus quehaceres diarios, pero que ha habido lecturas que le han impactado mucho como el libro dedicado a Paquirri, ‘Nacido para morir’, que escribieron José Antonio del Moral y José Carlos Arévalo, «porque Paquirri murió cuando yo tenía trece años y yo ya quería ser torero». También destacó ‘Cómo ver una corrida de toros’, de José Antonio del Moral y algunos de Amorós como el que escribió sobre Manolo Vázquez y el dedicado a Luis Miguel Dominguín.

     Los dos invitados coincidieron en señalar que lo que diferencia el toreo del resto de artes como el cine o el teatro es que es efímero. «Es un ser vivo que crea delante de ti en un momento único e irrepetible, siempre es el mismo torero, pero no siempre siente lo mismo», señalaba el catedrático. Por su parte, Enrique Ponce dijo que «no existe una cosa más intensa y efímera que una corrida de toros». Y siguió explicando que «está bien que su tauromaquia o su trayectoria quede plasmada, pero yo creo que el recuerdo se tiene mucho más cuando se vive en la plaza que cuando se ve en la tele». Y apostilló: «Yo no soy partidario de ver mis corridas de manera inmediata, mas tarde puede que la vea, pero siempre me veo fallos porque busco la perfección».

     Al hilo de esta reflexión añadió: «Ha cambiado el concepto de ver los toros: antes la gente veía no solo al torero, sino también el toro y en función de cómo fuera este evaluaba al torero», y aclaró que «no es el caso de la afición de Sevilla, que es una afición sabia que sabe ver bien al toro y al torero».

     Otro de los momentos interesantes del acto fue cuando los dos invitados hablaron de la experiencia de escribir la biografía del torero valenciano, ‘Enrique Ponce, un torero para la historia’. «Esta idea surgió hace dos años y queríamos hacer un libro que no fuera sólo de anécdotas, sino que fuera un libro sólido y creo que Enrique Ponce es una figura del toreo consagrada y se lo merecía», declaraba el crítico taurino de ABC. El prólogo del libro está escrito por el Nobel de literatura Mario Vargas Llosa: «Lo del prólogo surgió de manera espontánea, le comenté a Mario que sería un honor para mí que el prólogo fuera suyo y lo hizo encantado», relataba el torero.

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