EL RECUADRO

Hernán Cortés

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1956
El teniente de hermano mayor de la Maestranza junto al pintor Hernán Cortés y su obra para la temporada 2013 en la Maestranza.
El teniente de hermano mayor de la Maestranza junto al pintor Hernán Cortés y su obra para la temporada 2013 en la Maestranza.

«… en años anteriores cada cartel espantoso y amamarrachado tuvo su mote: la chuleta de ternera, la mosca en el yogur, el cartel del tebeo… Lo estoy viendo, a la gente largar este año con la guasa del nombre: Hernán Cortés ha conquistado la Real Maestranza con su cartel. Esta vez no puedo escribir mi tradicional artículo contra el cartel porque no es un mamarracho…»

Antonio Burgos.-

     Como Fernando Villalón dijo que el mundo se dividía en dos grandes partes, Sevilla y Cádiz, para no dejarlo por embustero el azar hizo que en cada una de las dos partes del globo terráqueo hubiese un médico ilustre que se llamara Antonio Cortés. El médico don Antonio Cortés de Sevilla era el de la calle Antonio Cortés Lladó: catedrático de Medicina, el cirujano más famoso en la ciudad de su tiempo, pequeñito, pequeñito de cuerpo, pero alto y largo de magisterio, siempre con su corbata de lazo y con su barbita en una ciudad barbilampiña. El médico don Antonio Cortés de Cádiz era Antonio Cortés, el médico de Pemán y de medio Cádiz (sin espiocha, al contrario del tango de Los Duros Antiguos). Era el Antonio Cortés gaditano lo que se entiende por un médico humanista, intelectual, escritor, académico. Anda que Pemán elegía malamente a sus médicos… Médico que cometió la enorme travesura de ponerle de nombre Hernán a un chiquillo suyo, que la nació en 1953. La gracia de la Tacita seguro que le diría en los sillones del patio morisco del Casino Gaditano:

-Pero, Antonio, tu mujer, ¿qué es lo que ha tenido, Dios mío de mi alma? ¿Un chiquillo o un conquistador de México?

     El niño del médico Antonio Cortés tuvo que cargar toda su vida con dos rastras importantes, resultantes de su apellido la una y de su nombre de pila la otra. Cuando se vino a estudiar Bellas Artes a Sevilla, porque a Cortés el niño le salió pintor, como no podía ser menos en aquella casa, se tendría que pasar el tiempo aclarando que sí, que era hijo del médico Antonio Cortés, pero del Antonio Cortés de Cádiz, no del don Antonio Cortés de Sevilla, del que decía la leyenda que para tener siempre agilidad en sus manos de cirujano se pasaba el tiempo libre haciendo punto en su casa. La otra rastra del niño del Antonio Cortés de Cádiz era la guasa de su nombrecito. Me imagino que las niñas de la Plaza Mina no querrían tontear con Hernán Cortés. Por conquistador, claro. Llamarse Hernán Cortes en Cádiz, donde siempre se está esperando al último galeón que viene de la Nueva España, no es un nombre en el carné de identidad: es una guasa.

     Que aquí en Sevilla se quedará también en el nombre del pintor del cartel taurino y no en el contenido de su obra, como en años anteriores, que cada cartel espantoso y amamarrachado tuvo su mote: la chuleta de ternera, la mosca en el yogur, el cartel del tebeo… Lo estoy viendo, a la gente largar este año con la guasa del nombre: Hernán Cortés ha conquistado la Real Maestranza con su cartel como su tocayo, el que murió en Castilleja de la Cuesta, conquistó México. Esta vez no puedo escribir mi tradicional artículo contra el cartel taurino porque no es un mamarracho, sino un gran retrato de Belmonte joven. De Belmonte antes que lo inventaran sus amigos los intelectuales del Café Lino d’Or de Madrid y Chaves Nogales dejara a Joselito como plato de segunda mesa, siendo lo que fue: ‘el toreo mismo’.

     Hernán Cortés tiene de bueno que es antes de todo un retratista, y que en el cartel ha hecho lo que sabe: un retrato. Han dicho que es el Pintor de la Corte, el Pintor de Cámara del Poder. Sí, ¿y qué? Del Poder… y del que querer y del saber pintar retratos que se parecen al retratado, cosa mal vista por la progresía que se pone a sí misma nombre de periódico de Barcelona: ‘la vanguardia’. A mí me maravilló el histórico retrato que le hizo a Pemán. Si en el cartel taurino ha pintado un Belmonte joven, en el retrato del gran gaditano pintó un Pemán camino del patio de las malvas, con el Toisón de Oro al pecho, sentado en una butaca sobre un suelo ajedrezado que era la viva estampa de su casa de la Plaza de San Antonio. En aquel retrato estaba todo el Pemán que fue. Como en el cartel está todo el Belmonte que iba a ser. Y en estas líneas, el artículo que no ha sido. Lo lamento, señor teniente, ya que la Maestranza cuida tanto las tradiciones: este año no me puedo meter con el mamarracho del cartel taurino.


*Antonio Burgos es escritor y periodista sevillano. / Publicado en ABC-Sevilla.


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