«…Cambiar es tarea demasiado difícil, pese a que innovar sea una seria posibilidad de avance. De todas formas, me da la impresión de que lo que tiene que cambiar es el toro, no la puya. Pero esto sería poner en valor la casta en detrimento de la excesiva nobleza. Y no es, precisamente, donde radica hoy el interés del toreo…»
Manuel Viera.-
Las corridas de toros viven una especial crisis con la suerte de varas. Una crisis terminal. Se acaba. Algo completamente comprensible dado que ya no salen toros para ser picados. Desvanecidos tras los primeros lances de capote no necesitan más ‘castigo’ que los seis arpones de las banderillas. La evolución del toreo y, sobre todo, la del toro marca el principio del fin.
En este panorama de réquiem floreado, en ese simulacro de cada tarde, he aquí que viene un estudioso y reflexivo profesional de la pica a dar contundente solución con su invento. Hace poco fue noticia la nueva puya con mecanismo retráctil del picador sevillano Curro Rivero (hermano de los banderilleros Manolo y Emilio Rivero, ambos apartados prematuramente de la profesión por graves percances). Lo que fundamenta su propuesta con determinante intención es lo que ahora se anhela: hacer la suerte con el sentido artístico y emotivo que el aficionado desea sin destrozar al toro. Su efecto, dice, no es demoledor y sí predecible. Aunque el resultado final no deje de ser subjetivo.
Ciertamente, no hay hoy en día en la corrida de toros ninguna otra suerte que genere tanta necesidad exculpatoria que la de varas. A ella se le dedica los más intensos afanes reflexivos con todo tipo de argumentos en defensa de su existencia. Como si picar necesitara, por principio, un descargo sobre su propia intención. Resulta penoso el hecho de que tan bella suerte deba definirse continuamente desde el punto de vista teórico. Es como si las formas de picar hubiesen de partir desde la fatalidad de sus circunstancias negativas, y no frente a la conveniencia incuestionable y necesaria de su ejecución.
Me resulta particularmente convincente el desarrollado invento de quien domina el oficio. De ahí que Curro Rivero esté plenamente convencido de lo que ha proyectado y probado. Habrá, como no, impecable resistencia. Cambiar es tarea demasiado difícil, pese a que innovar sea una seria posibilidad de avance. De todas formas, me da la impresión de que lo que tiene que cambiar es el toro, no la puya. Pero esto sería poner en valor la casta en detrimento de la excesiva nobleza. Y no es, precisamente, donde radica hoy el interés del toreo.
*Manuel Viera es redactor y responsable de las crónicas de Sevilla Taurina, así como colaborador taurino de Punto Radio en Sevilla y Utrera. (manuelviera.com).