José María Manzanares ha cortado tres orejas en una gran tarde de toros y ha salido a hombros por la Puerta del Príncipe. Alejandro Talavante, con peores astados, ha cortado un apéndice y solventado con dignidad el mano a mano con el torero alicantino.
|
|
Manuel Viera.-
Suma y sigue. Después de media temporada en obligado paro le tocó turno completo en Sevilla para consumar la obra que dejó a medio acabar. La valoración más alta de la temporada en la Maestranza se la lleva Manzanares tras su testimonio de verdad y gusto con la que ha hecho y dicho un toreo con el que ha dado cabida a la fantasía, sin dejar de mirar lo real de una tauromaquia seria y auténtica. La personalidad del alicantino ha quedado definida por la decisión desbordante de mostrar, con auténtico valor, su categoría de gran figura, por la particularidad de unas formas, poderosas y apasionadas, que alcanzaron hoy el arrebato emocional en los tendidos con un toreo grande, majestuoso, elegante e infinitamente lento como para parar el tiempo. Qué maravilla que nadie tuviese prisa y todos nos dejásemos emocionar por el profundo lirismo de un capote y una muleta de tan alto nivel artístico.
Resulta difícil imaginar una lidia tan emotiva, tan trágica, tan arrolladora, tan templada, ligada y llena de matices que la brindada esta tarde por Manzanares con el primer gran toro de Núñez del Cuvillo. Algo hecho para el goce, el sufrimiento y la emoción. Porque ver el caminar decido para postrarse a portagayola, y continuar tras la limpia larga cambiada con una cascada de lentas verónicas en los medios, es todo un placer. Porque ver cómo Luis Blázquez perdía pie tras banderillear y la fiera hacia presa y se ensañaba con el torero contra las tablas, sin que la totalidad de las cuadrillas, impotentes, lograran librarlo de las astas asesinas, fue dramático. Porque ver y sentir el toreo en una faena soberbia, de enorme seducción, servida tanto a derecha como a izquierda, lentísima, trazada y ligada de manera admirable y sin perder un ápice de expresividad y calidad, fue apasionante. Y aún antes de firmar su obra con el contundente espadazo en la suerte de recibir, le levantó el cornúpeta los pies del suelo al finalizar un asombroso toreo en redondo. Dos orejas, y el delirio.
El tercero de Juan Pedro Domecq, acabó moribundo a mitad de faena. Una lástima que la calidad de las embestidas no casaran con el extraño ¿por enfermo? comportamiento del toro. Manzanares se plantó decidido por segunda vez ante los chiqueros para tras la obligada larga cambiada torear por ajustadas y peculiares chicuelinas de mano baja. Después, el buen inicio de faena, con admirable toreo lento y despaciosos y fenomenales pases de pecho, no tuvo continuación. Se echó el toro y le costó un mundo entrar a matar. Le ovacionaron con fuerza.
Y aún quedaba epilogar la obra con el quinto, otro buen toro de Juan Pedro Domecq, al que el alicantino supo combinar al máximo, con frescura y madurez, el natural hondo y profundo con el muletazo diestro, lento y eterno, y los soberbios detalles del cambio de mano, pases por bajos y ajustadas manoletinas. Manzanares, en grado de entrega e inspiración, hizo el toreo de forma verdaderamente portentosa. Se olvidó de sí mismo y dejó sobre el albero todo lo que nace en su interior en un instante de levedad. Inaudito. La media estocada y certero descabello, quizá, le quitara esa segunda oreja que todos querían fuese a su manos.
|
Se le ha echado de menos, quizá, su característica improvisación, pero Talavante se ha mostrado con un cierto grado de coherencia en su toreo, que resultó fascinante cuando llegó la intensidad expresiva del natural. Fue con el noble, aunque complicado, cuarto toro de Juan Pedro Domecq. Muy al final de faena saltó la chispa con la izquierda: tres excelsos naturales e igual número de sensacionales pases por bajo sirvieron como muestra para comprobar cómo con valor y sentimiento los caminos del triunfo estaban ahí. En la faena, la dimensión del pase zurdo prevaleció sobre todo lo demás, aunque la verónica y pase diestro justificaron plenamente el esfuerzo. Media estocada y oreja. |
El extremeño, que también se puso de hinojos delante del portón de chiqueros para recibir al segundo, supo combinar la esencia con la sencillez en un toreo de capa a pies juntos y a compás con una faena importante y complicada por las dificultosas embestidas del toro de Núñez del Cuvillo. En el trasteo intercaló oficio y un aguante desmedido para sacar muletazos de notable ejecución. Tras el pinchazo y la media estocada fue ovacionado.
El sexto de Núñez del Cuvillo transmitía peligro en su complejas embestidas, y no por ello el extremeño se amilanó. Faena que logró convertir en un prodigio de valor y actitud. Volvió a pinchar antes de dejar la estocada y le ovacionaron con fuerza.
AL NATURAL |
Cuestión de actitud
Francisco Mateos.- Es real y cierto que en Sevilla se ha desatado desde hace un par de temporadas auténtica pasión por Manzanares. Y es muy de tener en cuenta que sobre todo hay verdadera fusión con el alicantino de los aficionados más jóvenes, que ven en él a un torero de gran capacidad, cercano y que hace las mismas cosas que ellos: le gusta la ropa y sus accesorios, la moda, te habla de ‘tú a tú’ cuando te lo encuentras y usa el móvil para ‘twittear’, entre otros aspectos. Pero tampoco es menos cierto que Manzanares está respondiendo a esa entrega absoluta y casi sin condiciones del público sevillano. Aunque son dos toreros y dos personalidades bien distintas, Manzanares le ha comido mucho terreno a Morante para ocupar el puesto de ‘preferido’ de Sevilla. Ha sorprendido a todos la actitud de Manzanares esta tarde. Muchos dudábamos de la fortaleza de sus frágiles manos debido al golpe resentido del pasado viernes en Logroño; los traumatólogos le habían recomendado cinco o seis días de reposo. Y no sólo decidió hacer el paseíllo sino que fue a por todas desde el minuto cero del festejo. Sin necesidad se cruzó el ruedo para recibir al primero a portagayola, un toro de Cuvillo que en lógica debería servirle para triunfar sin estos gestos para calentar más al público. Pero hoy Manzanares ha venido en auténtica figura del toreo en actitud y en capacidad. Y después de la larga cambiada en toriles, lances ajustados, saliendo casi cogido. Y en la faena de muleta metiéndose tanto en los terrenos del bravo toro que se olía que le levantaría los pies del suelo; y llegó la voltereta, levantándose como un principiante sin mirarse para ponerse otra vez delante. Y en el tercero, otra portagayola, y chicuelinas después con el toro quedándose muy corto que se veía que le iba a coger porque se quedaba sin espacio, y él seguía. Una y otra, hasta que le cogió, sabiéndolo el torero, cuando ya tenía dos orejas de su primero. La actitud demostrada en Sevilla por Manzanares ha impactado. Deja en pañales al 80% de los toreros que vienen a Sevilla a esperar que salga el toro de ‘dulce’. Así es como hay que venir a Sevilla siempre. Manzanares, supongo, también quería que se hablara de él en todos los corrillos taurinos y no taurinos, y que no fuera sólo del hito de José Tomás en Nimes. Y lo ha conseguido. Su actitud esta tarde, su hambre por sumar una nueva Puerta del Príncipe a su colección, deja aún en peor lugar a los tres toreros de ayer sábado; y mucho más a los tres novilleritos supuestos ‘triunfadores’ de la temporada que hicieron el paseíllo el viernes. El propio Talavante, que se vio obligado también a irse a portagayola en su primero (el segundo de la tarde) tras el huracán de Manzanares en el primero con las dos orejas ganadas, terminó por ser engullido y tiró la toalla por KO ante el alicantino. No ha habido mano a mano. Manzanares, en días como hoy, tiene escasos competidores; sólo José Tomás o El Juli podrían medirse a él. Dos orejas en su emocionante primer toro y una más en el quinto porque falló a espadas; y al del medio no le cortó trofeos porque el animalito de Juan Pedro se murió solito como de un infarto (esperemos a ver si la Junta se decide a informar de qué le pasó o sigue embobada con las musarañas). Sólo esta actitud entregada sin cuento en Sevilla, en su última corrida de la temporada, es justificativa de la pasión encendida por Manzanares. Y esa juventud que ‘twittea’ con el joven maestro y sus amigos de la Escuela de Sevilla lo sacaron a hombros una vez más por la Puerta del Príncipe y lo llevaron por las calles de Sevilla entre una marea humana hasta el hotel, con la policía desbordada para poder cortar a tiempo calles ante una pasión desenfrenada por la verdad auténtica de un torero. |
LA VOZ DEL ABONADO |
Manzanares y la suerte de varas
Unión Taurina de Abonados de Sevilla.- ¿Es necesario suprimir la suerte de varas para que Manzanares pueda manifestar su toreo de temple y estética? Por lo visto esta tarde en Sevilla hay que afirmar que sí. ¿Es mucho pedir que Manzanares se anuncie con toros encastados alejados del monoencaste Domecq para que no solamente demuestre ser el número uno con el toro ‘comercial’, sino que asuma retos más difíciles y se mida con toreros poderosos con capacidad de lidiar y torear? Ahí queda la pregunta. Dicho lo anterior, añadir que Manzanares ha demostrado esta tarde unas ganas y compromiso importante. Dos veces recibir sus toros a portagayola es de agradecer por el aficionado. Derramar en el ruedo esas dos faenas a los toros lidiados en primero y quinto lugar es algo que en estos tiempos no se prodiga mucho. En el primero de la tarde, ‘colorao’ de Cuvillo, bien presentado y con mucha ‘guasa’ en sus embestidas, aunque picado con varas simuladas, Manzanares estuvo por encima del toro y nos obsequia con una faena plena de mando, estética y algo de menos de temple que en el quinto. La estocada recibiendo fue antológica y las dos orejas justas porque de capote también lo hizo bien. Como nota dramática reseñar que el banderillero Luis Blázquez fue cogido a la salida de un par de banderillas en el primero de la tarde y los segundos que estuvo a merced del toro contra las tablas parecían siglos. Afortunadamente la cosa no fue tan grave como parecía. ¡Ánimo valiente! La faena de Manzanares al quinto fue distinta porque el toro regalaba una embestida suave, noblona, concediendo al torero tiempo suficiente para colocarse y con un material así de colaborador este matador hace monumentos al temple y la estética. Falla a espadas y el premio quedó en una oreja. Talavante no estuvo bien esta tarde a pesar de matar dos ‘cuvillos’ y un ‘juampedro’. En el segundo, otro ‘colorao’ de Cuvillo, al que deja crudo en varas pensando que su obligación era mostrar falta de fuerzas como sus hermanos, le salió respondón y con mucha transmisión en la muleta. No lo entendió y el toro estuvo por encima del torero. En los otros dos, muchos pases, pero poco temple y demasiados enganchones. Como la tarde estaba generosa, oreja por su labor al anovillado cuarto toro. Insistimos en que Juan Pedro Domecq no debe volver a la Maestranza en mucho tiempo, y no sólo por traer tres toros tan anovillados que tenían menos trapío que la novillada que lidió el viernes pasado. El lidiado en tercer lugar hubo de ser apuntillado en la faena de muleta pues estaba muerto de pie. Los toros de Cuvillo, mejor presentados, mostraron transmisión y algo de casta, aunque con la salvedad ya reseñada de no ser picados. Una vez más hay que descubrirse ante la labor de los subalternos de Manzanares: Curro Javier y Juan José Trujillo. Es un lujo llevarlos en la cuadrilla y un gozo verlos lidiar y poner banderillas. |
GALERÍA GRÁFICA (www.lopez-matito.com) |
||
Si le interesa alguna fotografía: 625 19 47 69 o diríjase a eduardo@lopez-matito.com |
OTRAS IMÁGENES (Javier Martínez) |
||
Luis Blázquez, volver a nacer (J. Martínez) |
||
NOTICIAS RELACIONADAS
-
TOROS Y TOREROS.- Duelo en la cumbre (Domingo, 23 de septiembre)