UTRERA - Corrida mixta de Feria

Cuestión de naturalidad

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Pepe Luis Vázquez y Morante de la Puebla han salido a hombros por la puerta grande de la plaza de Utrera tras cortar una y dos orejas respectivamente, en mano a mano con toros de Juan Pedro Domecq. El rejoneador José Luis Cañaveral fue ovacionado tras abrir festejo con un toro de Murube.

LA FICHA

TOROS: Se han lidiado un toro para rejones de Murube, manso y parado; y cuatro para lidia a pie de Juan Pedro Domecq, aceptables de presentación, nobles y sosos. Destacó la calidad de las embestidas del cuarto.

ACTUANTES: El rejoneador José Luis Cañaveral, ovación.

-Pepe Luis Vázquez, de grana y oro, silencio y una oreja.
Morante de la Puebla, de verde y oro, silencio y dos orejas.
 
INCIDENCIAS: Menos de media plaza. Pepe Luis Vázquez y Morante de la Puebla salieron a hombros por la puerta grande. El público, con una sonada ovación, obligo a saludar tras el paseíllo a Pepe Luis (que se despedía del toreo), que a su vez la hizo compartir con Morante. 


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Manuel Viera.-

     La belleza de un muletazo nunca ha sido un problema para Pepe Luis. Tanto tiempo soñando el toreo debe haberle descubierto la importancia de un buen remate. Algo que se hizo notar en la naturalidad, el mimo y la bella factura del trazo de un natural. Sublime parsimonia de un pase a medio acabar para hacer de él el detalle que rezumó emoción y sabiduría. Un solo detalle acariciando suavemente la embestida para destilar la esencia de ese toreo de raíces pepeluisista y dejar sobre la seca tierra de albero atemporales maravillas.

     Así lo ha hecho y así lo hizo siempre quien hoy se vistió de torero por última vez. Quien sólo necesitó unos escasos minutos con el cuarto buen toro de Juan Pedro Domecq para conseguir que el toreo pareciese más bello y hermoso. Esta complejísima disposición y escasa ambición marcó su vida en los ruedos. Le bastó el quejío, el duende, la genialidad de un muletazo, a derecha o izquierda, para justificar su existencia. Demasiado poco o, quizás, mucho para quien hoy dijo adiós al toreo.

     Pepe Luis se mostró elegante sin resultar aburrido, estético pero no pretencioso, y, sobre todo, sevillano en el mejor sentido del término. Un toreo al natural que se deslizó con suavidad pasmosa y acompasado ritmo en esporádicos y discontinuos trazos, y con el que resumió, explicó y definió su personalidad artística. No hubo más porque no está para más. Su desconfianza le puede. Pero cuando se olvidó del miedo apareció ese misterio de ritmo y sentimiento dislocado y enrarecido que crece como una enredadera que atrapa y posee. Y apareció despojado de banalidades. Un toreo que sedujo e hizo disfrutar de su belleza.

     Con el segundo sólo destacar el sabor añejo de la media verónica. Mató con habilidad a su primero y no muy bien al cuarto. Al final, los novilleros de Utrera, lo subieron a hombros y así se lo llevaron, junto a Morante, por la puerta grande del flamante coso utrerano.


Pepe Luis se mostró elegante sin resultar aburrido, estético pero no pretencioso, y, sobre todo, sevillano en el mejor sentido del término. Un toreo al natural con el que resumió, explicó y definió su personalidad artística. No hubo más porque no está para más 


       Morante nada tiene ya que demostrar. Lo suyo es provocar, emocionar, torear sin prisa concediendo el espacio que el toro reclama, manteniendo la vitalidad sosegada de tres lentísimos lances y una media dirigidos directamente a lo sensible, quizá a lo conmovedor. Morante hizo con gracia y convicción el toreo a la verónica, con el quinto toro de la tarde, convirtiéndolo en un prodigio de sutileza. Fue a este último ‘juampedro’, de nobles y sosas embestidas, con el que no quiso renunciar a esa profundidad melancólica y ensimismada con la que solventa la falta de pujanza de su oponente. No hubo faena hilada pero sí la muestra de sevillanísmo barroco en una colección de muletazos diestros y un soberbio pase de pecho trazado con la gracia y luminosidad propia de los genios.

     Con el noble y parado tercero casi no se le vio. Su transparencia, su nitidez y sensibilidad aparecieron en una media personalísima cargada de solemnidad. Mal con la espada en su primero y fácil con el que cerró plaza.

     Abrió cartel el rejoneado José Luis Cañaveral. La mansedumbre del toro de Murube le hizo trabajar a destajo durante una lidia en la que quedó patente su escasez de actuaciones. Hizo alardes de valor y mostró una enorme voluntad por agradar. Al final le agradecieron el esfuerzo con una ovación.

 


GALERÍA GRÁFICA (lopezmatito.com)

José Luis Cañaveral.

José Luis Cañaveral.

Pepe Luis Vázquez.

Pepe Luis Vázquez.

Pepe Luis Vázquez.

Pepe Luis Vázquez.

Morante de la Puebla.

Morante de la Puebla.

Morante de la Puebla.

Morante de la Puebla.

Los dos a hombros.

Si le interesa alguna fotografía: 625 19 47 69 o diríjase a eduardo@lopez-matito.com

 


 

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