Alejandro Pavón ha cortado la oreja de su primer novillo mientras que su segundo se lo devolvían a los corrales tras sonar los tres avisos reglamentarios. También Alejandro Jiménez sufría la devolución del tercero tras su inoperancia con la espada. Sergio Páez, discreto con su lote, fue silenciado.
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Manuel Viera.-
Asistir estas noches de julio a la Maestranza con el afán de descubrir nuevos toreros tiene su recompensa. Pocas, pero algunas gratificantes. En la de esta noche, atípica y desmesurada en el tiempo, bien que se pudo disfrutar del sevillano tapeo en el ambiente, joven y bullicioso, de unos tendidos que sólo fueron ocupados en su mitad pese a la gratuita asistencia de la que gozan los abonados, mientras que los de abajo mostraban su entusiasta empeño en conseguir objetivos en una noche que se les echó encima por culpa de unas espadas pésimamente afiladas.
La discreta versión en el manejo de los aceros fue la seña de identidad de una función larga, cansina y desagradable. Porque ver la vuelta al corral de dos érales malheridos y moribundos no es nada complaciente. Alejandro Pavón, vencido al final, aceptaba su impotencia con la espada para finiquitar al manso quinto esperando, impávido, el tercer aviso para irse cabizbajo detrás de las tablas. Antes, mientras hacía frente a las complicadas y descompuestas embestidas del ‘guardiola’ se llevó la paliza en el cuerpo tras fea voltereta. Si embargo, con el segundo sí pudo dejar atisbos de calidad en una faena que construyó en base a unos hondos naturales con los que recreó un toreo de buen gusto y esperanzadoras formas. La única estocada de la noche le posibilitó pasear una oreja que le supo a gloria.
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Alejandro Jiménez mostró toda la noche sus ansias por conseguir su propósito. Y casi lo alcanzó con el tercero, al que toreó con enorme actitud y absoluta solvencia. Interesante trasteo de notables muletazos diestros con los que le pudo al complicado eral de Guardiola mostrando, además, valor, raza y ganas de llegar. Sólo cabe lamentar el estrepitoso fallo con los aceros, algo frecuente en estos que empiezan, que le hizo escuchar los tres avisos. Repitió portagayola en el sexto, al que toreó vibrante con el capote para hilvanar después un trasteo presentado con suculencia y a veces impactante como un puñetazo de energía. Tras volver a manejar muy mal el estoque le despidieron con ovación. |
Ni la faena al sosote y noble primero, ni la híbrida realizada al complicado y falto de calidad cuarto se cuentan entre las más inspiradas de Sergio Páez. La discreta versión de algunos detalles fue la única muestra de calidad de un toreo demasiado despegado, intermitente y carente de frescura. Algún que otro muletazo diestro a destacar y poco más.
Lo dicho, casi tres horas de festejo pese al gozo de la agradable noche sevillana, nueve avisos, dos reses al corral, y unos novillos que, esta ocasión, no fueron los deseados… Demasiado.
AL NATURAL |
Valoraciones
Francisco Mateos.- A simple vista, nada más llegaba a los alrededores de la plaza, ví que había menos motos que años anteriores; mala cosa, porque la chavalería andante que acude en pandilla a la plaza para ver las novilladas de promoción es lo que usa en estas fechas veraniegas. Después, al acceder a la plaza, a ojo de buen cubero calculo un tercio de plaza, menos de media plaza; parece que ha bajado un punto el nivel de asistencia. Y eso que los abonados este año tienen las entradas gratis para este ciclo. Habrá que esperar a los próximo jueves y cruzar los dedos para comprobar que estos festejos resisten al alarmante descenso generalizado de público. Después sobre el ruedo, tres chavales distintos, queriendo hacer las cosas bien, pero con desigual fortuna. Los tres me parece que lo van a tener difícil para escalar posiciones en el toreo. Todos manejaron mal las espadas, y hasta dos novillos se fueron vivos a los corrales a sonar los tres clarinszos. Lo que no es de recibo es que dure casi tres horas, sin que haya ni suerte de varas al ser festejos de promoción. La gente comenzó a abandonar la plaza desde el tercero. Los cabestros hicieron además su trabajo bien, pero uno de los novillos estaba prácticamente muerto, casi sin poder andar. Un espectáculo muy feo, de un novillo moribundo aculado en tablas y que era incapaz de moverse tras los mansos. Quizás el presidente -que por lo visto participó en su momento en estos fetejos- debió tener un poco más de manga ancha y dejar al novillero algunos intentos más de descabellos. Hay que cuidar esos desagradables espectáculos de un toro agonizante al que unos cabestros lo rodean y le tapan cualquier salida. Habrá que esperar a la siguiente novillada de promoción para valorar definitivamente el rumbo que toma en este ciclo la asistencia de público y las cualidades de los aspirantes. |
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DESDE EL TENDIDO |
9 avisos, 9
Ignacio Sánchez-Mejías.- Lo que se prometía una agradable noche de toros con una temperatura ideal y en buena compañía tanto de amigos como de viandas, se convirtió, poco a poco, en una noche desagradable y larguísima. Dos novillos al corral y avisos en otros tres, significa que sólo uno se mató en su tiempo. Esto hizo que saliéramos de la plaza muy pasadas las doce y media de la noche, metidos ya en horario de madrugada, cuando una novillada sin caballos no debe ni de llegar a las dos horas. Los novillos de Guardiola fueron difíciles para la terna, tenían mucho que torear y estos no supieron resolver los problemas que plantearon. Algunos metían la cara, con emoción incluso, pero se iban rajando a medida que se iban sintiendo dominados. El cuarto novillo estaba claramente fuera del tipo de sus hermanos, y cuajado no ya para pasar por los caballos, sino para parecer un toro. Aunque a los novilleros no les faltaron las ganas, con otros planteamientos de faenas quizás hubiéramos visto algún triunfo. Lo de los aceros, imperdonable. Las escuelas taurinas, de donde proceden todos estos toreros, deberían incidir en la importancia de la suerte de matar y entrenarla en condiciones, porque no es que tuvieran la mala suerte de pinchar arriba, es que, en general, se tiraban a matar sin conocimiento ni convicción. Demasiados ‘municipales’. Después de lo visto, no estaría de más plantearse lo de la vuelta a los seis novilleros. La noche tendría el aliciente de ver a uno nuevo cada vez que se abriera el chiquero, porque después de ver los fracasos de Páez y Jiménez en sus primeros novillos no hubiese pasado nada por dar la oportunidad a otros. Lo mejor de la noche la magnífica entrada, que irá a más en próximos jueves hasta culminar con el de la ‘Velá’, el ambiente y la cantidad de gente joven, incluso niños en los tendidos. Es una oportunidad que aprovechan para ir a los toros familias enteras y nos merecíamos algo más entretenido. *Publicado en ABC-Sevilla. |
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GALERÍA GRÁFICA (lopezmatito.com) |
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