«…Qué mal rollo, también, ver tanto toro impresentable y tullido en plaza como la de Sevilla. Sobre todo en tardes en las que las figuras así lo exigen para alcanzar sus supuestos logros. Apasionante, sin embargo, el toreo de Manzanares, con la asistencia de Curro Javier, Trujillo y Blázquez, dicho sus nombres como los chiquillos cantan la alineación de sus equipos preferidos…»
Manuel Viera.-
Tengo sentimientos encontrados hacia una Feria con demasiados claroscuros. Me atraen y repelen muchas cosas de las sucedidas. Me ha producido un enorme desasosiego ver cómo los tendidos y gradas de la Maestranza no se llenaban por completo ni en días de farolillos. Quizá sea debido a la realidad económica por la que pasa este pais, pero también tenga algo que ver una cartelería en la que la falta de imaginación en muchas combinaciones ha llevado a la gente al desánimo. Por más que ahora sea fácil jugar a las profecías, lo cierto es que en muchas tardes de toros el aspecto de tendidos y gradas ha sido desolador. Dolorosamente cierto.
Qué mal rollo, también, ver tanto toro impresentable y tullido en plaza como la de Sevilla. Sobre todo en tardes en las que las figuras así lo exigen para alcanzar sus supuestos logros. Apasionante, sin embargo, el toreo de Manzanares, con la asistencia de Curro Javier, Trujillo y Blázquez –dicho sus nombres como los chiquillos cantan la alineación de sus equipos preferidos- y la bravura milagrosa de ‘Vivero’ o Pecador’, de Fuente Ymbro; o ‘Bilanero’, de El Pilar. O el trapío sin tapujos de las corridas de Montealto, Cuadri o Torrestrella. Dicotomías que deben ir a la búsqueda de esa ferocidad, de la que hay que ir tomando conciencia, que no es la que quieren y demandan los de arriba.
Me he sentido cerca de Padilla a través de su sensibilidad y su fuerza, quedando fascinado ante la gran estocada con la que reivindicó la suerte de matar. Me lo pasé aún mejor con la emotividad de la gran faena de Manzanares al quinto toro de Victoriano del Río y su recreación en la suerte de recibir. Mi recuerdo está en aquel toreo delicado, emocionante e intenso, como un poema dicho por el que tenía el corazón en calma. No sentí algo tan rabioso, tan estremecedor, tan irresistiblemente seductor como la media verónica de Morante en la que, en su trazo, estaba la historia del toreo. Viéndola reconstruí el pasado.
He sentido el natural de Talavante y me he quedado enganchado a la viveza, elegancia y claridad con la que contó el toreo. ¿Y qué es el toreo? Una pregunta difícil de responder y, sin embargo, absolutamente íntima de quien lo hace y lo dice. Me gustaron Joselito Adame, Nazaré, Esaú Fernández, Rafaelillo, Javier Castaño, Jiménez Fortes, López Simón, en su alternativa, y el caballero Ventura en su primera corrida. Me gustaron menos Fandiño, Mora, El Cid y Luque. Y me aburrieron Castella, Salvador Cortés, Cayetano y El Cordobés.
Acompañado de una notable inquietud llego al final. Mi preocupación siempre pasa por el futuro de esta Fiesta que muchos no ven venir. Más allá de ambigüedades, ahora, sólo queda esperar.
*Manuel Viera es redactor y responsable de las crónicas de Sevilla Taurina, así como colaborador taurino de Punto Radio en Sevilla y Utrera. (manuelviera.com).