El diestro madrileño Alberto López Simón le ha cortado la oreja al toro de su doctorado y ha resultado herido de pronóstico leve, tras mostrar una diversidad sorprendente en sus formas. Morante de la Puebla terminó su Feria entre silencios y pitos. José María Manzanares saludó una ovación.
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Manuel Viera.-
Si hay un hecho difícil de entender es que el toro del doctorado no sea brindado, máxime si las posibilidades de triunfo se atisbaron en los primeros lances de capote. Pero los hechos son los hechos y he aquí que a ese toro, el nuevo matador, le corta la oreja tras realizar un toreo sorpresivo que seduce y hace disfrutar de su encanto. Toreo, por cierto, excelentemente realizado. La faena fue, toda, un derroche de vitalidad. Todo un muestrario de inspiración y originalidad. Porque López Simón quería algo más que su sueño se hiciese realidad. Quería trascender las estrecheces de su toreo y lanzarse a una carrera de fondo en la que cada tarde venidera tendrá que conseguir un nuevo objetivo.
El primero ya lo alcanzó con ‘Juncoso’ -lidiado como sobrero al ser devuelto el titular por inválido- tras entregarle los trastos Morante de la Puebla en presencia de Manzanares a las siete, menos dos minutos, de la tarde. A partir de ahí el madrileño se mostró con un verdadero talante expresivo, un extraordinario valor y, en consecuencia, una diversidad sorprendente en su formas. Inició faena con ajustados pases por la espalda para, de inmediato, hincarse de rodillas y seducir con un toreo diestro, templado y rematado, para seguir con una colección de series diestras enlazadas, sin pausa y excepcionalmente rematada, una, con un inesperado pase de pecho trazado de hinojos. No alcanzó altura el natural, y unas ceñidas manoletinas sirvieron de prólogo a la contundente estocada de la cual salió prendido y herido. Oreja que le supo a gloria, y ceremonioso se encaminó a la enfermería para ser intervenido de cornada en el muslo derecho que le imposibilitó continuar la lidia en el sexto.
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Por suerte siempre hay un detalle del que echar mano cuando abajo nada ocurre. Sucedió en el sexto de Núñez del Cuvillo, un toro de noble embestida pero de escaso fondo. Morante se convirtió en el hombre de la varita mágica y acaparó la atención de un público, ansioso por emocionarse, que enloqueció cuando el sevillano firmó unas chicuelinas, dos medias verónicas y un ayudado por bajo antológicos, con lo que resumió la mágica sencillez de su toreo. Y no hubo más; ni en este que toreó por cogida de López Simón, ni en el segundo, ni en el cuarto. En su primero, de escasa calidad aunque noble, nada más que destacar mínimos destellos impregnados con su aroma. Y en el cuarto, un ‘novillo’ de noble y escasa embestida, sólo le valió para finiquitarlo de media habilidosa y atravesada. La Feria se le fue en blanco. |
Manzanares volvía para confirmar sus logros anteriores. Mal que lo tuvo con sus dos toros. Toreó de capote con la textura acostumbrada al tercero y con diversidad al quinto. De todas formas, a la perfecta técnica con la que trazó faena a su primero le unió un exagerado despegue en los muletazos diestros. No fueron sólo los de inicio, que así los traza para después quedarse colocado y ligarlos, sino que fue todo su toreo. Con la izquierda no hubo forma. Pinchó antes de dejar una estocada casi entera.
Y con el quinto, soso y de complejo comportamiento, prevaleció una templada e hilvanada serie diestra de mano baja que llegó con inmediatez a los tendidos. Al natural volvió a mostrar un toreo despegado aunque despacioso y largo. Con un cambio de mano y un molinete con firma puso fin a su tarde y a su extraordinaria Feria. Porque el bajonazo con el que mandó al ‘núñezdelcuvillo’ al arrastre mejor olvidarlo.
AL NATURAL |
En breve
PATIO DE ARRASTRE |
El quite redentor
Sixto Naranjo.- Se le escapaba a borbotones la Feria a Morante. Dos tardes, cinco toros y ni uno que le permitiese expresar su toreo, el que él siente y el que nos hace estremecer. Por eso, el sexto ‘cuvillo’, el que tenía que haber estoqueado su compañero herido, era el último cartucho para el de La Puebla. Capote lacio, mente despejada y muñecas calientes. Morante se fue más allá del tercio para dejar un ramillete de chicuelinas deslumbrantes, encajada la planta, tenso como una vara y llevando al toro embebido y cosido al engaño. Después, una media, arrebujada, sentida, rompiéndose de verdad. El mejor Morante capotero había salido a relucir sobre la bocina. El quite redentor nos dejaba el regusto del toreo bueno, el que pone a todos de acuerdo. Pero no contento, y con el toro en huída le enjaretó otra media, a pies juntos, con toda la gracia sevillana. No ha sido la Feria de Morante, él lo sabe, pero cuando el sevillano saca a relucir su torería, algo especial pasa sobre un ruedo. Un quite, un sueño. |
AMBITOTOROS |
Huelga de duendes
Javier García Baquero.-
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LA CORRIDA, AL COMPÁS |
‘Empacada’ periferia
Fernando Naranjo.- Tampoco los de Cuvillo De Madrid vino sobrao Lo dijo hoy esta cuadrilla |
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¿Qué le digo yo al barquero ¡Qué cosas tiene Sevilla Tu elegante Al Mutamid, |
GALERÍA GRÁFICA (lopezmatito.com) |
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GALERÍA GRÁFICA (Paco Díaz) |
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OTRAS IMÁGENES (Javier Martínez) |
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PUERTA DEL PRÍNCIPE (Javier Martínez) |
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