La magia del toreo de Morante ha sido lo más destacado del festival benéfico de la Hermandad de los Gitanos, en el que fueron homenajeados los diestros Curro Romero y Rafael de Paula. Espartaco, Pepe Luis Vázquez, Aparicio, Cayetano y el novillero local Fernando González han sido ovacionados.
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El esperado protocolo de reconocimiento a los homenajeados no existió. Posibles fallos en la organización del acto de entrega de las placas conmemorativas a Curro y Rafael hizo que éste no se celebrara tras el paseíllo. Después fue tarea imposible convencer a Romero volver a bajar al ruedo. Cosa de genios.
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Manuel Viera.-
Había que imaginarse por un instante la tarde en la que trascurrió aquella historia de innegable toreo. En la que dos mitos de primera magnitud mostraban la memorable fuerza expresiva de su tauromaquia. El toreo hecho y dicho. Dos genios, Curro y Rafael, que hoy han hecho revivir aquella irrepetible, emotiva y significativa tarde de toros, veinticuatro años después de producirse el hito en la historia taurina del centenario y desaparecido Arrecife de Utrera, mientras recibían el homenaje de reconocimiento y consideración de la Hermandad de los Gitanos, y de un público puesto en pie que les ovacionó con fuerza cuando el novel Fernando González brindó a ambos la lidia del último novillo.
Antes, el esperado protocolo de reconocimiento a los homenajeados no existió. Posibles fallos en la organización del acto de entrega de las placas conmemorativas a Curro y Rafael hizo que éste no se celebrara tras el paseíllo. Después fue tarea imposible convencer a Romero volver a bajar al ruedo. Cosa de genios. Tampoco los diestros actuantes le brindaron sus faenas. Quizás debido a que ocuparon localidades muy separadas. Mientras el sevillano presenciaba el festejo desde una barrera de sombra, el jerezano pidió y lo ubicaron en una de sol. Y allí a un lado y a otro de la plaza corrió el novillero a hacer lo que no habían hecho otros: homenajear con su brindis a quienes le habían dedicado el festival.
Atípico festival, monótono y de escaso contenido, sólo animado cuando la magia del toreo se hizo presente en el ruedo de la nueva plaza de toros. Cuando volvió el arte con Morante. La desbordante inspiración del sevillano de La Puebla, con un notable novillo de Núñez del Cuvillo, sobresaltó el ánimo de una gente expectante que se deleitó con el desgarro sentido de la verónica. La belleza fue la cualidad principal de una faena variada, emotiva, equilibrada, sentida, hilvanada, esencialmente lenta, de enormes muletazos diestros y algún que otro hondo natural, epilogada con excelsos remates y sensacionales pases por bajos. El fallo con la espada hizo que sólo paseara una oreja. La única de la tarde.
La desbordante inspiración del sevillano de La Puebla, con un notable novillo de Núñez del Cuvillo, sobresaltó el ánimo de una gente expectante que se deleitó con el desgarro sentido de la verónica. La belleza fue la cualidad principal de una faena variada, emotiva, equilibrada, sentida, hilvanada, esencialmente lenta.
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Y poco más. La capacidad de Espartaco para transmitir la trascendencia de su temple se vio mermada por la escasa fuerza del toro de Lagunajanda. Muletazos a media altura con la sabiduría y la técnica del torero de Espartinas justificaron su quehacer. Los detalles de Pepe Luis Vázquez al noble, aunque parado novillo de Hermanos Sampedro fueron una síntesis de sus mejores cualidades y calidades: expresividad, elegancia y virtuosismo en sus formas. Con los aceros no estuvo bien. |
Aparicio ha sido autor de un reducido, pero exquisito, catálogo de muletazos diestros, consiguiendo lo mejor en los inspirados detalles y adornos trazados al noble y flojo novillo de Murube lidiado como sobrero -el toro de Algarra fue devuelto por manso, aunque algunos alegaban defectos de visión-. Con la espada mal.
Poco o nada pudo hacer Cayetano con el flojo, parado y complicado toro de Murube. Vanos intentos por mostrar su original toreo sin que lo hecho adquiriera un mínimo contenido. Mal con la espada.
El novillero local Fernando González afrontó el reto con ilusión y con decisión. Bullidor y demasiado acelerado, tuvo momentos en los que mostró esos detalles mínimos en los remates y adornos que es por donde el utrerano busca su camino. Se orientó demasiado pronto el eral de Albarreal, oscureciendo una labor en la que González dejó intuir su peculiar toreo.
GALERÍA GRÁFICA (López-Matito) |
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OTRAS IMÁGENES (Álvaro Pastor) |