El tercer circuito de la Fiesta

Un contraste alucinante

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Plaza de toros de La Algaba (Sevilla).
Plaza de toros de La Algaba (Sevilla).

“…La pasada temporada fue nefasta para muchos de ellos. Las pérdidas económicas, tras los escasos festejos celebrados, fueron considerables y más de uno abandonará la aventura que fue su vida tomando diferente camino. Pocos serán los que opten por quedarse en un negocio que se ha hecho deficitario. Huyen de su mundo…»

Manuel Viera.-

     Hay comentarios que revelan la anómala situación. Y no me refiero al prolongado silencio de los gerentes de Pagés que está provocando especulaciones de toda índole en quienes desean saber de una Feria de Abril que se supone estancada. Estas otras disquisiciones son tan precisas que descubren otra realidad: la de los empresarios de plazas de tercera dedicados durante toda su vida a dar toros en los pueblos. Estos taurinos están pasando por una de las etapas más difíciles en su quehacer organizativo. Se encuentran atrapados en múltiples fuegos con escasas posibilidades de encontrar la salida.

     La pasada temporada fue nefasta para muchos de ellos. Las pérdidas económicas, tras los escasos festejos celebrados, fueron considerables y más de uno abandonará la aventura que fue su vida tomando diferente camino. Pocos serán los que opten por quedarse en un negocio que se ha hecho deficitario. Huyen de su mundo. No hay duda que 2011 fue un año decisivo para el trabajo de estos profesionales del toro. Se le acabaron las subvenciones de los ayuntamientos, que alegaron la manida crisis para retirárselas, aunque siguieron exigiéndoles carteles con matadores de toros encaramados en los primeros puestos del escalafón para los festejos patronales de sus ferias. Resultado: plazas semivacías debido al obligado alto precio de las localidades. Por otra parte, las novilladas picadas nadie las quiere. No interesan. No existen. Se quedan para los grandes ciclos en escasas plazas de primera.

     Así las cosas el panorama no es muy halagüeño. Más bien confuso de por dónde irán los tiros. Y es que este máximo nivel de negritud y oscuridad para las corridas de toros en los pueblos implica para el toreo un contraste alucinante. Dada las circunstancias que se están viviendo con los derechos de imagen de las figuras en la organización de los primeros grandes ciclos televisados, no es de extrañar que más de uno perteneciente al denominado G-10 cambie cosos de primera por cosos de tercera. Quizá, porque nadie parece ocuparse de dar un poco de sentido común a la rocambolesca historia de la reivindicación. Y a estas alturas es lo menos que puede exigirse.


*Manuel Viera es redactor y responsable de las crónicas de Sevilla Taurina, así como colaborador taurino de Punto Radio en Sevilla y Utrera. (manuelviera.com).

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