SEVILLA TAURINA ofrece al lector un recorrido por lo más destacado de la temporada taurina sevillana de 2011. En este segundo bloque se analizan las ganaderías que lidiaron en la Maestranza, destacando el juego de los astados de Cuvillo en su regreso a Sevilla y un nuevo triunfo del hierro salmantino de El Pilar.
Manuel Viera.-
Dos hierros ganaderos brillaron por encima de los demás: Núñez del Cuvillo y El Pilar. El primero quedó definido por ‘Arrojado’, un toro muy bravo en las telas aunque con algún ‘matiz de mansedumbre’ durante la lidia, que dirían los puristas, que fue indultado por su nobleza extrema, bravura y calidad de sus embestidas. Corrida de correcta de presentación, noble y encastada, con dos toros de altísima nota. Los de Moisés Fraile también puntuaron, sobre todo primero, quinto y sexto, por nobleza, por raza y por calidad de sus embestidas, respectivamente.
El resto de ganaderías mostraron el mismo problema, la escasez de casta y fuerza. Así se comportaron los toros de Daniel Ruiz. En la corrida del Conde de la Maza, de iguales características, destacaron tercero y sexto por calidad de embestida. Fracaso sin paliativos de Dolores Aguirre con unas reses de astifinos pitones descastadas y paradas. Cita para el matadero exhibieron nada más salir de chiqueros los de Alcurrucén. Flojos y sin raza los toros de Victorino Martín. Al conjunto de Garcigrande les faltó casta, aunque segundo y tercero fueron dos buenos toros. Toda una mansada fue el encierro de El Ventorrillo, y decepción absoluta causó la floja y desrazada corrida de Fuente Ymbro. Los de Torrehandilla y Torreherberos fueron toros chicos, mansos y flojos, destacando la calidad del primero. De igual forma se comportaron los de Jandilla, aunque segundo y quinto mostraron nobleza y casta respectivamente. Mal presentados, mansos y parados el encierro de Manolo González. De aceptable juego los de Fermín Bohórquez en la única corrida lidiada para rejones. Y mansos, complicados y peligrosos los de Miura.
Para terminar, sólo incidir en la necesidad de velar por la integridad del toro. Así lo debe hacer una presidencia que ha debido cumplir su obligación de mandar a analizar astas de toros astillados y desmochados de forma excesiva, y que han sido lidiados en tan importante plaza. La exagerada mutilación del toro del triunfo de Curro Díaz en San Miguel es un ejemplo que no hace más que acrecentar la duda de la manipulación si un análisis post mortem no demuestra lo contrario.
GALERÍA GRÁFICA (López-Matito) |
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