El pasado fin de semana sufrió un empeoramiento repentino de una neumonía. A sus 84 años seguía desplazándose desde Écija hasta la Maestranza cada tarde de toros. En su juventud se vistió de luces y debutó con picadores en Écija. En La Campana lidió un ‘miura’. Le llamaban ‘El exquisito’ por su concepto puro del toreo y tenía en Pepe Luis su torero preferido.
Francisco Mateos.-
Manuel Márquez Rodríguez, que llegó a debutar con picadores y siempre ha ejercido de excelente aficionado, muy reconocido y querido en su pueblo de Écija, ha fallecido en su domicilio de dicha localidad sevillana. Manuel Márquez soñó con ser torero en su juventud y llegó a debutar en la plaza de toros de Écija en novillada con picadores, en la primavera de 1954. Era la época de otros toreros conocidos de la tierra de Écija, como Bartolomé Jiménez Torres y Jaime Ostos. El mítico ganadero sevillano Eduardo Miura lo vio lidiar un astado de su ganaderia en la localidad sevillana de La Campana, y lo vio tan bien que le invitó a ir a ‘Zahariche’ para torear unas becerras. Sumó un par de novilladas más pero las dificultades de la profesión le inclinaron a dejar el mundo del toro como profesional y ejercer a partir de entonces como un excelente aficionado. En su pueblo le pusieron el apodo de ‘El exquisito’, por su concepto puro y sevillano del toreo. Fue miembro activo y destacado del desaparecido Círculo Taurino de Écija.
Trabajó como administrativo en su pueblo, se casó y tuvo dos hijos. Al varón le puso su mismo nombre y desde pequeño le transmitió una enorme afición taurina. Lo llevó al campo en varias ocasiones, sobre todo a ‘Los Ojuelos’, la finca de Benítez Cubero, junto a su inseparable Bartolomé Jiménez Torres, para probarlo con becerros, pero como dice entre bormas su propio hijo, «me las echaba muy grandes para ponerme a prueba y el ‘miedo’ pudo conmigo». Precisamente estaba entusiasmado ahora con su nieto, que también lleva su nombre, otro Manuel Márquez, rubio como su torero preferido -Pepe Luis Vázquez- y pese a tener apenas tres años le gustaba verlo con un pequeño capote. «Lo hace bien, pero tiene las manos muy arriba; no va a servir», aventuraba.
El pasado 12 de octubre, por la noche, comenzó a sentirse indispuesto, con una insuficiencia respiratoria. Fue trasladado en ambulancia al hospital, donde se le diagnosticó una neumonía algo complicada. Pese a todo, esa misma noche regresó a casa con un cuadro de medicamentos y pautas a seguir. La mala suerte provocó que cayera al día siguiente y se fracturara el hueso húmero del brazo. Cada tres días debía ir al hospital para revisar el estado de su neumonía. Todo iba bien y se había restablecido en buena medida. Sin embargo, un empeoramiento repentino el pasado fin de semana hizo que sus pulmones se detuvieran definitivamente, falleciendo tranquilo en su casa.
Ha sido abonado a la plaza de toros de la Maestranza durante más de 30 años, primero en el tendido 4 y en los últimos años en una grada del tendido 8, donde hay muy buenos aficionados. Cada día de toros, a sus 84 años esta temporada, se trasladaba desde Écija a Sevilla para seguir viendo toros, siempre junto a su hijo Manolo. La última corrida que vio fue el pasado 15 de agosto, en la Maestranza, siguiendo a la joven promesa de su pueblo, Miguel Ángel Delgado.
El próximo sábado, 12 de noviembre, se celebrará su misa funeral a las seis de la tarde en la Parroquia de Santa María de Écija, Con su ausencia la Fiesta pierde a un excelente aficionado y una gran persona.