Quien más claridad reveló en una tarde para olvidar ha sido el madrileño César Jiménez, que se ha mostrado con oficio y buen gusto aunque sin llegar a calar su toreo. Miguel Abellán toreó con pulcritud pero sin sentimiento. Juan Bautista hizo lo mejor con el capote.
Manuel Viera.- La historia se repite y el siempre inestable y tradicional día del Corpus, que parecía reaparecer en lo taurino con ánimos renovados, volvió a balancearse mostrando las carencias del toro y el desánimo de unos toreros contagiados de la languidez que le provocó el aguantar y padecer el calor asfixiante de Sevilla. Tarde insoportable por la elevada temperatura y la pesadez de un toreo sin atisbo de emotividad. |
SECCIONES
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Al las distintas maneras de ejecutar el toreo que ha mostrado César Jiménez desde que empezó en esto se suma ahora esta otra con la que quiere manifestarse más profundo y hondo. Sin embargo, las cotas de emotividad parecen ser las mismas o, quizás, algo más altas que antes. Si se compara sus maneras desmayadas de ayer con la versión espatarrada de hoy gana esta última en naturalidad. En cierta forma, este nuevo modo de hacer el toreo no fue suficiente para llevar la emoción a los tendidos, aunque el evidente saber estar delante del manso tercero le hizo ganar enteros en una faena interesante, con mando inicial, aguante y verdad, y sobre todo querer a golpe de técnica y esfuerzo meter en las telas las huidas del complicado toro de Carmen Segovia. El madrileño consiguió buenos muletazos, los mejores con la izquierda, aunque no pudo hilar una faena que llegó a calar muy poco en los tendidos. Y para colmo no mató.
Con el flojo y noble sexto mostró su buen gusto en algún que otro muletazo diestro. Incluso consiguió hilvanar notables trazos con naturalidad y estética. No así con la izquierda que, muy despegado y en línea, carecieron de emotividad. De todas formas, fue César Jiménez quien más claridad reveló en una tarde para olvidar.
El siempre inestable y tradicional día del Corpus, que parecía reaparecer con ánimos renovados, volvió a balancearse mostrando las carencias del toro y el desánimo de unos toreros contagiados de la languidez que provocó el calor asfixiante de Sevilla. |
Miguel Abellán se las vio con el mejor toro de la descastada corrida de Carmen Segovia. El primero fue un toro noble con calidad en sus embestidas aunque con escasa transmisión. El madrileño lo toreó con pulcritud, sin aspavientos, con templados muletazos diestros a media altura, pero sin sentimiento. Y así es imposible que lo que se hace abajo llegue arriba. Tras un circular con cambio de mano incluido finiquitó con pinchazo y estocada lo poco hecho. Al sexto, de sosas embestidas, sin recorrido y sin humillar, le puso voluntad a una faena con la que consiguió muy poco, sólo algún que otro muletazo zurdo de buen trazo aunque desajustado y a veces desconfiado. Con una estocada lo mandó al desolladero. |
La faena al toro más encastado de la tarde adoleció de cierta monotonía. Quizá fue así porque lo que le hizo Juan Bautista al segundo se vio acompañado por demasiado tecnicismo y poco toreo, y este exceso dificultó la cercanía con unas formas poco sentidas. Faena discontinua, sin acople, con algunos muletazos buenos, pero sin llegar al que le tiene que llegar. Al flojo y soso quinto lo mejor se lo hizo con la capa. Lances con ritmo que no supo rematar. Después, todo quedó en intentos que no añadieron nada verdaderamente sustancial a un trasteo sin una pizca de emotividad. Necesitó descabellar al segundo y de media estocada terminó con la vida del quinto.
AL NATURAL |
Salvavidas ‘made in China’
Francisco Mateos.-
Esta tarde en la Maestranza había menos gente que en las novilladas con picadores de los domingos. Además del gran vacío y mucho cemento de los tendidos de sol, en los de sombra había amplios claros El hartazgo de los aficionados a una programación caduca y repetitiva hasta la saciedad, con abusos cometidos con el toro, la composición de carteles poco acordes con lo que debería ser por la tradición e importancia de la fecha, y la crisis económica general han acabado por hacer que el aficionado deserte de su plaza de Sevilla. Y como se esperaba, la corrida del Corpus fue un tostón; uno más. Y un argumento más que ese aficionado obligado a desertar no regrese en años; o a lo peor definitivamente. |
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Y si hubo una aparente media plaza de aforo, o menos, fue porque la asistencia de guiris ha crecido. Los touroperadores incluyen con más frecuencia en los paquetes vacacionales de nipones, chinos, alemanes, ingleses y demás nacionalidades la entradita para los toros. Nunca antes había visto tantos turistas extranjeros por los tendidos y gradas de la Maestranza. Cuando la línea de flotación de la empresa (la taquilla) comienza a tener serias vías de escape, la presencia creciente de turistas es todo un bálsamo y un salvavidas necesarios para ablandar el impacto económico de la más que evidente disminución de público. A veces pienso que la plaza comienza a dar muestras de ciertos estertores propias de una agonía taurina de difícil salvación. Ni tan siquiera con el suero en vena que aportan los chinos. |
GALERÍA GRÁFICA (Matito) |
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GALERÍA GRÁFICA (Eduardo López) |
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LAS OTRAS IMÁGENES |
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