Preocupante descenso de espectadores en Feria

Los ‘Balañá de Sevilla’ avanzan

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«…Menos público que nunca en la Maestranza, calvas en días de farolillos, precios muy altos de las gradas ahora bautizados como tendidos, toros mal presentados y… ni los dos grandes triunfos -el indulto y las dos Puerta del Príncipe- lograron tirar de la taquilla…»

Ricardo Díaz-Manresa.-

     Los ‘Balañá de Sevilla’ -los cuñados- avanzan y lo hacen peligrosamente. Mi teoría es que los Balañám se cargaron el espectáculo taurino en Barcelona. Y los ‘Balañá de Sevilla’ –Canorea y Valencia– van a dejar la Maestranza como un solar, tras una desastrosa gestión, cada año peor.

     Antes les llamaba los ‘Balañá de Andalucía’. Demasiado terreno, que daría mucho trabajo. No quieren más plaza que la Maestranza. No se sabe cuál fue el contrato de Pagés, todos afirman que se acaba en la tercera generación, que sería la de Eduardo –tras Pagés, su hija y ahora el nieto Canorea- al que le faltan muchos años para seguir al frente de esto y, naturalmente, le deseo una muy larga y feliz vida, aunque joda lo que es uno de los tesoros de la tauromaquia mundial, verdadera y añeja. El contrato de Pagés es peor que el mensaje de Fátima. Nadie sabe nada.

     Los ‘Balañá de Sevilla’ avanzan, sí, pero hacia el abismo. En esta Feria recién terminada han ocurrido dos cosas gravísimas. Una, la asistencia de cada vez menos público. La afición le da la espalda a la plaza. Los turistas nacionales o extranjeros de ocasión, también. Se habla de 1.800 abonos menos. Y de calvas en los tendidos en días claves que no se habían visto nunca.

     Sevilla -lo he repetido a lo largo de los últimos años en mis artículos- va cuesta abajo. Los maestrantes, que viven tan bien, entran gratis, comen y beben a discreción, disponen de buenas y espaciosas localidades, etc., no sé si estarán preocupados, pero sí gran parte de la sana y santa afición de Sevilla. Las últimas temporadas -las de abril y este 2011 la de mayo- han sido desastrosas. Familiares míos dejaron los abonos hace años porque aquello era día tras día un aburrimiento cuando no algo parecido a un timo. Porque esta bajada de espectadores va íntimamente unida a la mala presentación de los toros en la Maestranza. El toro de Sevilla, bonito, bien armado, de presencia justa pero digna, ha sido cambiado hace tiempo por toros muchos anovillados y en escalera y con pitones (que hemos visto en la televisión o en la plaza que nos echaban para atrás) por encierros impresentables. He hablado estos días con algunos ganaderos que calificaban la situación de vergonzosa.

     El público de Sevilla paga, calla y traga, pero se le acaba la paciencia y discretamente dice adiós al abono y a su tendido. Y esto es lo que no quieren Ponce y El Juli para las otras plazas: los toros de Sevilla, Madrid y Bilbao no se pueden lidiar en todos los sitios. Que vayan al oculista urgentemente… visto lo visto sobre el famoso albero.

     Sin toro y con aburrimiento, el público se va. Y los precios. Conseguimos que las gradas dejaran de ser una tortura para los espectadores y los ‘Balañá de Sevilla’ perdieron un número de localidades y se dijeron: «Muy bien, las que quedan las pondremos a precios altísimos y la recaudación de la plaza seguirá subiendo».

     Llegan los aficionados y ni se acercan a las gradas a estos precios. Los enteradillos de otras latitudes pican cuando les ofrecen tendidos altos (que es la mentira de llamarles así y sacan su ‘tendido’ y se van tan contentos y, supongo que no volverán). Y los pardillos caen como moscas: conseguimos un tendido de la Real Maestranza. Qué felicidad. ¿Una grada llamada tendido? ¿Repetirán?

     Total, que se han visto más calvas que nunca tanto en los tendidos de verdad como en los de mentira, sobre todo en estos últimos. Todavía no han llegado a lo de los Balañá de Barcelona, que negaban en taquillas entradas baratas pretextando que se habían agotado para vender otras de mayor precio y, una vez en la plaza, el engañado veía vacío lo de las entradas baratas y montaba en cólera. Y seguramente no volvía más. Una vez Manolo Cisneros, que trabajaba para los Balañá, fue de representante a la Feria de Linares (casa Balañá) y toreó El Viti (entonces casa Balañá) que estuvo enorme. Se lo contaba al hijo del gran Balañá cuando éste le cortó y le dijo: «Muy al grano: lo importante es la taquilla. ¿Cómo ha ido?…» Ejemplo de suprema afición.

     Como decía, gravísima la crisis de público, que se une a la crisis general que se ha notado hasta en el número de enganches y caballos del real de la Feria. Por primera vez un miércoles de farolillos sobran entradas a porrillo. Y el sábado que los listos estos colocaban un cartel flojo porque la Feria llenaba, pues tampoco… ¿Y los ‘miuras’, que eran de tacazo? Pues se vieron muchos huecos.

     Hace ya unos cuantos años –el día de Miura- estábamos un director de ‘El Ruedo’ de ingrata memoria, un fotógrafo de su equipo, Jesús Sotos, y yo tomando el aperitivo en un hotel de moda. Nuestro dire, poco agraciado, quería ligar con unas mozas, menos agraciadas, les preguntó si querían ir a los toros para quedar luego con ellas, les largó las entradas de Sotos y la mía, las nenas se levantaron con el botín y se largaron rápidamente… y el pobre Sotos tuvo que hacer juegos malabares para conseguir otras dos… Igualito que ahora…

     Que El Juli no llenara tras su triunfo en Resurrección y tampoco tras la Puerta del Príncipe, y que sólo se pusiera –según declaración de Canal Plus- un solo día el ‘No hay localidades’ –y, menos mal, coincidiendo con la segunda de Manzanares- es para preocuparse. Y encima con los enormes triunfos de Juli y Manzanares, el indulto de ‘Arrojado’ y dos Puertas del Príncipe seguidas. Que me diga la empresa cuántas entradas quedaron sin vender cada uno de los días a partir de Victorino, y especialmente los de farolillos donde se alternaron los dos tercios con los llenos aparentes. Cuidado, cuidado, que están avanzando peligrosamente: mucho precio y poca calidad arrasan hasta la Maestranza.

     Empezó mal con las corridas de relleno y terminó peor con el pobre Israel Téllez corriendo detrás de un ‘miura’ que anunció que a él no lo mataba nadie y se puso a dar vueltas al ruedo. Y se fue vivo al corral este último toro del ciclo. La alegría de las cosas buenas, que canté en mi artículo anterior, se empaña con estas realidades, que van a dejar a la Real Maestranza como un solar, pasito a pasito, salvo que los señores propietarios digan algo.


*Ricardo Díaz-Manresa es periodista taurino. Publicado en avancetaurino.com.

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