Oliva Soto ha vuelto a saludar una ovación al dejar los mejores momentos de la tarde tras la faena al cuarto toro de Alcurrucén. Los pupilos de la casa Lozano han sido los tristes protagonistas de otra tarde marcada por la mansedumbre. Rubén Pinar y Miguel Tendero sólo tuvieron opción a mostrar actitud y ganas de agradar.
Manuel Viera.- Así es imposible. No cabe más mansedumbre en tan bonitas hechuras. ¿Y para qué? ¿De qué sirve la belleza de su anatomía si la bravura está aguada? Toros de exposición con cita para el matadero. Así lo quieren y así lo han dejado tras las exigencias de los de arriba. Toros parados carentes de casta. Sosos, esaboríos, buscando como locos la salida. Huyendo de su sombra, de capotes, caballos y muletas. Toros sin raza, agotados ante el mínimo esfuerzo. Toros que no son bravos aunque así lo llamen. |
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Así fueron y así se comportaron los pupilos de la casa Lozano. Mansada sin paliativos. De los que aburren y provocan el bostezo. Ni siquiera el cuarto con un atisbo de raza en su comportamiento salvó la tarde. ¿O fue el sevillano nacido en Camas quien le dejó sin exprimir el jugo de sus embestidas? Porque Oliva Soto convenció más por el impulso y el ímpetu que por el estricto rigor artístico de un trasteo que se quedó en medias tintas.
¿De qué sirve la belleza de su anatomía si la bravura está aguada? Toros de exposición con cita para el matadero. Así lo quieren y así lo han dejado tras las exigencias de los de arriba |
Hubo momentos de la faena al cuarto de Alcurrucén en que las tandas de muletazos diestros resultaron vibrantes, de indudable entrega, ligados los escasos pases. También otras resultaron monótonas, incluso la expresividad del trazo se quedó corta. No obstante, pese a la discontinuidad del trasteo lo hecho por Oliva Soto tuvo el incuestionable atractivo de una disposición fuera de toda duda. Con la espada descontó, una vez más, lo que con muleta contó. Una estocada precedida de pinchazo dejó todo en una cariñosa ovación. No hubo más. Porque al primero, un manso brusco y emplazado en los medios, sólo alcanzó a torearle con vibrantes lances de capa. Después todo se quedó en vanos intentos con la muleta. Un par de naturales bien trazados sobresalieron de un trasteo escaso de contenidos. Con un pinchazo y dos descabellos finiquitó al descastado animal… |
Todo lo sucedido después careció de sentido. Torear una mole parada, o huidiza, es tarea imposible. Rubén Pinar encaró con enorme voluntad la forma de hacer pasar al segundo, un manso de libro, por las telas. A duras penas consiguió no más de dos muletazos diestros con la capacidad y características de sus formas. Con la zurda ni uno. El morlaco salía de la franela con la cara por encima del estaquillador y presto a buscar por dónde podía escapar. Lo cazó de estocada precedida de pinchazo. El quinto fue un mulo en el ruedo. No hubo forma de hacerlo pasar por el engaño. Pinar se lo quitó de encima de un perfecto espadazo.
Vale lo antes escrito para definir las dos bellezas de Alcurrucén lidiadas en tercero y sexto lugar. Miguel Tendero mostró su actitud con algunos muletazos a derecha e izquierda robados en los inicios de faena. Enseguida el descastado bicho dijo no querer seguir. Distraído y con la cara por las nubes negó embestidas. El sexto, que manseó de exagerada manera en los primeros tercios y al que se le picó y lidió extremadamente mal, se dejó en un engañoso ir y venir en la muleta. Lo que pudo mostrar Tendero careció de interés pese a su demostrado esfuerzo por agradar. No mató bien.
AL NATURAL |
¡Qué siesta me he perdido!»
Francisco Mateos.-
La Feria tampoco levantó la cabeza a la cuarta… Prácticamente se han volatilizado las corridas de prefería’‘toristas’ sin toros, a falta mañana de la siempre esperada corrida de Victorino Martín, aunque ya no existe ni mucho menos la misma expectación debido a que las últimas temporadas del popular ganadero no han sido buenas. Durante el festejo de hoy de Alcurrucén ha llamado la atención la cantidad de ‘cemento’ a la vista, sobre todo de unos despoblados tendidos de sol, e incluso de la parte de sol y sombra de la zona de la nueva enfermería, así como toda la parte de las gradas de sombra, con muy poco público. Es evidente que ha habido una merma en el abono y asistencia en estos festejos previos a los carteles de gran renombre. |
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Con corridas como las que hemos padecido estos cuatro días se incidirá aún más en esta bajada de asistencia. A muchos nos sonaba raro que la divisa de Alcurrucén quedara relegada a una fecha tan descolgada de los carteles ‘buenos’ y con un cartel de toreros bastante endeblito. Indicaba estas cuestiones que los toros de Alcurrucén cotizaban bastante a la baja, y así ha sucedido. El juego de estos toros se le ha ido de las manos a los hermanos Lozano y se ha convertido en una auténtica mansada. El bendito público se impacienta sobremanera, desde el desesperado e irónico grito de «¡Qué emoción!» con toros que salen huídos y sueltos de todos los cites, hasta el «¡Queremos toros, Canorea!» que se oyó en varias ocasiones. Hubo uno que, bostezando, gritó con mucha gracia «¡Menuda siesta me he perdido!», en alusión a la pérdida de tiempo de ir a la plaza esta tarde para ver lo malo que se vio, en vez de aprovechar con mejor uso estas dos horas en una buena siesta de sobremesa. Lo malo es que algunos, como se muestra en la imagen, debido al aburrimiento imperante toda la tarde y ya que se estaba muy ‘cómodo’ por el espacio sobrante en varios tendidos, decidieron echarse la siestecita en plena Maestranza. Una siesta de 60 euros, claro. Algo cara. |
GALERÍA GRÁFICA (Paco Díaz / toroimagen) |
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LAS OTRAS IMÁGENES |
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PUERTA DEL PRÍNCIPE |
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