«…Podría considerarse como uno de los mejores hombres de plata que ha dado el mundo del toro. Todos sus gestos en la plaza se han caracterizado por su calidad y torería, por su buen hacer. Pero dicen que los grandes maestros no pueden perdurar una eternidad, y Curro Molina ya no estará en los ruedos…»
Bárbara Sumariva.-
En silencio; así se fue; sin pronunciar palabra. Una noticia que desde hacia tiempo se comentaba por los mentideros taurinos; se confirmó hace tan sólo un par de meses. Una lesión acababa con la carrera de Curro Molina, pero no por ello iba a acabar con su vinculación con el mundo del toro.
Un sueño torero que se forjó desde su más tierna infancia, con sólo 12 años se pondría delante de su primer eral. Mejor que nadie sabe lo que es respirar el aroma de la Maestranza. En su etapa novilleril dio incluso una vuelta al ruedo en el coso del Baratillo. Siempre consciente de la dificultad de ser figura del toreo, decidió cambiar el oro por la plata, no por ello para dejar de ser alguien menos importante en el mundo del toro.
Desde sus inicios como hombre de plata dejó muy buena impresión, siendo su plaza talismán Sevilla, donde una y otra vez se ha desmonterado. El idilio entre el albero sevillano y la toreria de Curro Molina podría considerarse de pasión desmesurada. Su primera comparecencia en Feria de Abril sería en el año 1996, en una novillada de preferia, Tal sería la grata impresión que causó que al llegar al hotel fue llamado para torear la ‘miurada’. A partir de ahí, muchas serian los toreros que deseaban contar con Curro Molina en su cuadrilla: Umbreteño, Domingo Triana, Joselu de la Macarena, Domingo Valderrama, Fernando Cepeda, Rafael de Paula, Finito de Córdoba, Francisco Rivera Ordóñez, Jesulín de Ubrique, Castella…
Pero la hazaña que consolidó la pasión entre el albero del Baratillo y el diestro de Utrera sería el 12 de Abril de 2002. Vestido de rosa y plata, forjado con el color de una pasión, endulzó Sevilla con dos soberbios pares de banderillas que pusieron a la Maestranza en pie. Pero sintiéndose de verdad, en torero. Llevó al segundo toro que le tocó en suerte lidiar a las tablas; tal sería la torería con la que Curro lo llevó a las tablas que sonó la música en el coso sevillano.
Podría considerarse como uno de los mejores hombres de plata que ha dado el mundo del toro. Todos sus gestos en la plaza se han caracterizado por su calidad y torería, por su buen hacer. Pero dicen que los grandes maestros no pueden perdurar una eternidad, y Curro Molina ya no estará en los ruedos…
Hace pocos días se le tributó en su tierra adoptiva un merecido homenaje. Todos quisieron estar con él: toreo de calidad de la mano de sus compañeros; cante del bueno de la mano de sus compadres; y faenas elegantes para decirle adiós a Curro Molina, como se merece, por la puerta grande…
Es por ello por lo que hoy me quiero hacer eco de la despedida del ‘maestro’ , para decirle adiós como se merece. Cuando ha pasado la tormenta del anuncio de la noticia, cuando los mentideros taurinos están callados, cuando sus pasos caminan al son de los pasodobles y del compás de su torero Javier Conde. Su caminar silencioso por los callejones, su mirada perdida frente a un albero que llora su ausencia…