El rejoneador sevillano Diego Ventura no ha logrado cortar orejas en la plaza de toros mexicana de Encarnación de Díaz, en el estado de Jalisco. El encierro de Medina Ibarra presentó serias dificultades y, además, el jinete de La Puebla del Río ha fallado con los rejones de muerte después de dos faenas de esfuerzo y superación.
Redacción.-
El balance de las actuaciones de toreros sevillanos que han realizado el paseíllo en la madrugada del viernes 4 al sábado 5 de febrero ha sido el siguiente:
CORRIDAS MIXTA
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Encarnación de Díaz (México): Se han lidiado toros de Medina Ibarra. Diego Ventura, ovación y ovación. Alternó con Israel Téllez y El Chihuahua.
En la típica población llamada cariñosamente como La Chona, en el estado de Jalisco, y que tiene como nombre oficial Encarnación de Díaz, el rejoneador Diego Ventura ha protagonizado dos faenas en las que demandó lo mejor de su cuadra, toda vez que los toros de Medina Ibarra le pidieron el carnet por el duro comportamiento que presentaron. En el primero de su lote, Diego Ventura a lomos de ‘Chocolate’ hizo explotar la alegría ante un ejemplar áspero y que muy pronto se puso por delante. No obstante, fueron muy templadas las evoluciones de ‘Chocolate’, ‘Revuelo’ y ‘Cantú’, que en ningún momento se arredraron ante los embites de su enemigo. Hubo vibrantes pasajes en la colocación de rejones y banderillas. ‘Califa’ fue ovacionado a lo grande después de haberse echado encima de un aplomado astado para intentar la colocación del rejón de muerte. Finalmente, y pese a la dificultad, Diego dejó un rejonazo que por si mismo valía un apéndice. El cuarto, fue un ejemplar que mostró mayor movilidad pero una embestida que hacía peligrar la anatomía de la cuadra. Una vez más, una dura prueba enfrentaron ‘Triana’ y ‘Sueste’, que como guerreros pelearon ante este toro. Además, el valor de ‘Morante’ fue aplaudido en pie por el público que le vio arriesgar sin dudar en sus lucidas evoluciones, mismas que fueron acompañadas por rotundos oles en cuanto los terrenos se acortaron para hacerse uno solo. Y, cuando la labor estaba hecha, no hubo suerte con el rejón de muerte, con lo cual se esfumó la posibilidad de cortar una oreja.