Con gran expectación y exagerado triunfalismo se inauguró la nueva plaza de toros de Utrera. Fandi, Vilches y Luque salieron a hombros por la puerta grande. Manzanares no lo pudo hacer al sufrir un corte en la parte superior del dedo pulgar de la mano izquierda con posible rotura del tendón.
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Manuel Viera.-
Lo reconozco: me impresioné al ver desde abajo llena la plaza. Fue una sensación rara, como si me apeteciera más observar que hablar, sabiendo que estaba ante un concentrado intenso de emociones. Y yo, como cada cual, me dejé llevar en este día en que volvió la Fiesta a mi pueblo por unos sentimientos que se hicieron música de óles, de voces vibrantes y a veces enérgicas. Voces al límite de la exigencia por la libertad de ver, vivir y emocionarse con el arte en el ruedo. Fue para mí el no va más comunicar a los tendidos el manifiesto de un pueblo que quiere continuar, o empezar de nuevo, una historia que es de Utrera… y muy de Utrera.
De todas formas, todo fue real. El sueño ya quedó atrás. Real, festivo y triunfal. Demasiado triunfalismo de un público carente desde hace una década de corridas de toros. Una gente que se ha de ir educando en lo taurino si no quieren convertir esta joya que hoy estrenaron y lucieron en plaza de talanquera. En cierta forma no es el día para entrar en análisis profundos de una corrida que sirvió para el divertimento y la euforia colectiva, pero sobre todo para devolverle a Utrera lo que nunca debió perder.
En suma, tarde histórica para un pueblo que paladeó también el toreo de un José María Manzanares en estado de gracia que elimina de inmediato cualquier atisbo de banalidad para mostrar únicamente lo esencial. Lo hizo con el mejor toro de la tarde, el bravo tercero de Luis Algarra. El alicantino le mimó y cuidó su escasa fuerza llevándolo imantado a la tela en espectaculares circulares hilvanados. Toreo largo con la izquierda rematado siempre atrás y cargado de conocimiento y hechizo. Con contundente estocada firmó su obra.
Al séptimo, un toro de Núñez del Cuvillo que peleó con violencia en el peto y se empleó con brusquedad en la muleta, le cogió el son en el epílogo de la faena desbordando tal emoción e intensidad en la gente que no dudaron en pedir el indulto. El presidente, con acertado criterio, abortó las intenciones de quienes querían vivir hoy todo lo que lo que no habían vivido durante años en una plaza de toros. Y mientras el torero esperaba la decisión del palco un certero derrote le alcanzó la parte superior del dedo pulgar de la mano izquierda seccionándole el tendón. El Fandi finiquitó al bruto animal.
El sublime epílogo al natural al sexto de Cuvillo no fue más que la guinda a una faena que, con alguna intermitencia con la derecha, supo explorar Luis Vilches hasta sus últimas consecuencias con conceptos basados en la pureza y la profundidad. Dos soberbias series al natural mostraron la cantidad de toreo que puede generar quien lo tiene metido en la cabeza. Con el soso y descastado segundo destacó el natural en un trasteo de altibajos que ganó altura con los detalles y adornos finales. Con la espada volvimos a coger el acostumbrado sofocón.
ElFandi, ya lo saben, enardece a los tendidos con unas maneras que llegan con inmediatez a públicos sin exigencias. De todas formas, un par por los adentros al quinto fue de lo mejor que le hemos visto últimamente. Espectacular y técnico el granadino enardeció a unos tendidos que le ovacionaron con fuerza. No dijo nada con el soso primero y acabó pronto con el malo quinto.
Daniel Luque -que sustituyó a última hora al lesionado Cayetano- anduvo sin divagaciones en el inicio de faena al cuarto. Clavó las zapatillas en el albero y sin inmutarse lo hizo pasar ocho veces por alto ajustado a sus muslos. Después todo fue cuestión de temple y ligazón. Aguantó miradas y se pegó un arrimón de órdago, emocionando a los tendidos. La estocada, aunque caída, provocó una muerte espectacular al toro y la locura en la gente. Con el octavo, el más complicado de la de la tarde, abrevió y mató mal.
GALERÍA GRÁFICA |
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