El rondeño Luis Ramírez ha dado la única vuelta al ruedo en una noche marcada por la mansedumbre y el mal juego de los erales de Sobral, que han deslucido la cuarta y última novillada de promoción clasificatoria para la final del próximo jueves.
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Manuel Viera.-
Así imposible. Con semejante ganado las carencias se engrandecen y las virtudes se minimizan. La complicada mansedumbre de los erales de Sobral marcó la noche. Animales que huían desesperados en busca de una salida, que se defendían de las telas con bruscas embestidas, que topaban y se revolvían buscando la presa. Y así los desarmes y los enganchones primaron sobre los contenidos emocionales.
De todas formas, el muy manso quinto acudió con buen son a la muleta del rondeño Luis Ramírez, que le supo fijar en los medios aprovechando la calidad de las embestidas. Ramírez le dejó la tela siempre adelantada, le tapó posibles salidas para lograr hilvanar un toreo, más de derecha que de izquierda, de notable trazo; quizás algo amanerado, poco natural y con estudiada puesta en escena. El aspirante de la Escuela de Ronda consiguió la ligazón pero tuvo escaso mando en la vibrante embestida del eral. Unos bellos ayudados por alto pusieron broche final a un interesante trasteo malogrado después con la espada.
Quien demostró solvencia y encomiable técnica fue Borja Jiménez. El chiquillo de Espartinas construyó con particular talento una faena en la que mostró una personalidad bien definida y con la que dio sorprendente solución a una lidia convincente y emotiva. Jiménez manejó el capote con templanza y prologó admirablemente con mandones muletazos un trasteo que no cogió altura por las muchas complicaciones de un eral brusco, sin humillar y de escaso recorrido. Jiménez demostró oficio y maneras con las telas, pero también dejó claro que es un pésimo matador.
Muy manso fue el primero, al que Cristian Chía recibió con una larga cambiada en el tercio. Los intentos por atemperar las bruscas embestidas del complicado eral no dieron el resultado apetecido, transcurriendo la lidia sin lucimiento. El joven de la Escuela de Camas solventó el complicado trasteo con encomiable esfuerzo.
El segundo de Sobral se le colaba de mala manera a José Carlos Carmona. El alumno de la Escuela de Sevilla quiso siempre y no pudo nunca. Le fue imposible hilvanar más de dos pases seguidos. Sufrió la cogida, aunque sin consecuencias, y muy al final pudo trazar algún que otro muletazo limpio con buen estilo. Con los aceros, mal.
Anduvo bien con la capa Mateo Julián, y también con la muleta. Este francés de la Escuela de Nimes echó la tela por delante, se quedó quieto y logró ligar algún que otro templado muletazo. Con la izquierda la faena no tuvo continuidad, intercalando largos naturales con otros enganchados. No obstante, Julián, mostró valor y buen concepto en sus formas. La espada no es su fuerte.
Se gustó con el capote Luis Alberto Gerpe. El joven de la Escuela de Madrid se le vio preparado y mostró buen estilo a pesar de su afán por componer la figura. Con la izquierda dejó demostrado sus clásicas formas con un eral distraído y embistiendo a su aire. Con la espada se eternizó
Tras el festejo el jurado designó finalistas a Fernando Adrián, Borja Álvarez y Rafael Cerro, que lidiarán erales de Carlos Núñez en la gran final.
AL NATURAL |
La Cruzcampo reaparece en la Maestranza
Francisco Mateos.-
Las noches de los jueves de julio está posibilitando una reaparición esperada. La rubia más sevillana, la Cruzcampo fría de toda la vida, la cerveza que se atreve a integrar sin complejos en sus anuncios referencias taurinas, la que le canta a Sevilla y a Andalucía, la que acompaña las tertulias de sevillanos de codos apostados en la barra, la Cruzcampo de barril o de botellín, en litronas o en latas, la cerveza nuestra, por fin reaparece en el coso del que le obligaron a cortarse la coleta a finales de la pasada temporada. La empresa Pagés –la pela es la pela- ha firmado un acuerdo comercial de distribución de bebidas en el interior de la plaza en exclusiva con la cerveza madrileña Mahou (sabor cinco estrellas… dice); o lo que es lo mismo: la prohibición de venta de nuestra Cruzcampo. Pues con la llegada de estas novilladas nocturnas, en las que se hace la vista muy gorda a la Ley de Espectáculos Públicos que prohíbe introducir objetos contundentes a recintos como estadios, plazas de toros y similares, las numerosísimas neveras playeras con las abundantes viandas de los sevillanos van repletas de litronas, botellines y latas con el Gambrinus estampado. ¡Olé a la vista gorda de estos festejos! |
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Después de estar prisioneros en la Feria de Abril y las novilladas picadas del acuerdo comercial de Canorea-Valencia que nos impedía a los sevillanos ver toros con una Cruzcampo en la mano, de nuevo ahora podemos saborear el distintivo sevillano de la cebada fermentada. Queda aún una noche de indulto cervecero, el próximo jueves, en la finalísima de estos festejos que de nuevo este año han mostrado un nivel muy desigual, y en los que de nuevo se ha echado de menos el concepto ‘novillero’ en su más estricto significado. Hay que pedir que en lo sucesivo la empresa se asegure lo mejor posible de la solvencia de los chavales, que podrán estar mejor o peor, pero que al menos dispongan de los recursos y el arrojo suficiente para hacer con la dignidad al que un paseíllo en la Maestranza obliga. Y el próximo jueves brindaremos por el triunfador del Ciclo… ¡Con una Cruzcampo, claro! |
GALERÍA GRÁFICA |
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