La primera novillada nocturna de promoción en la Maestranza se ha saldado con seis silencios para los seis aspirantes. Sólo Borja Álvarez mostró un toreo interesante en el que predominó el temple. Los cinco restantes no sacaron provecho de las nobles embestidas de los manejables erales de Guardiola.
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Manuel Viera.-
Dio gusto verlos enfundados en impolutos ternos de brillante oro haciendo el paseíllo en la Maestranza de sus sueños. Despacio unos, y ligeros y nerviosos otros, caminaron al son de la tradicional música maestrante. Bien peinados, bien liados, desmonterados se dirigieron al palco ilusionados y empeñados en cultivar a toda costa su toreo. ¿Qué toreo?
Y acto seguido comenzó el festín -en los tendidos, claro- haciendo honor a la ‘cruzcampo’ fresquita, al jamón, al lomito y a la tortilla, mientras abajo, en el ruedo, se empezaba con el cuento de nunca acabar. Entre otras cuestiones porque estas historias sin llegar a ser pesadillas tampoco hacen prever un final feliz. Seis silencios, seis. La tan manida crisis ha hecho su efecto en el aspirantado novilleril. Quieren pero no pueden. Están sin estar.
Hablemos del cuento: hubo novillos y faltaron toreros. Demasiadas muestras de formas desaliñadas, agresivas, carentes del mínimo valor, estandarizadas y sin pizca de emotividad. Y todo esto sin que los erales de Jaime Guardiola, nobles y manejables, le pusieran las cosas difíciles a los seis aspirantes. Sólo un alicantino ganó unos gramos de credibilidad al hacer un toreo salpimentado de detalles. Borja Álvarez demostró que en sus formas predomina el temple, tiene finura de estilo, personalidad, y el valor necesario para estar, trazar y ligar. Lo hizo de capa y le apretó después las clavijas a su muleta para sacarle punta a un toreo de derecha moderadamente largo, templado e hilvanado. Después con la espada defraudó.
Y no hubo más, porque el que dicen que es de Utrera, aunque perteneciente a la escuela taurina de Madrid, Eduardo Pereira, no encontró acomodo con un novillo noble y repetidor que lo desarmaba en repetidas ocasiones. Le costó quedarse quieto, ofreciendo lo mejor con la diestra. El bajonazo fue infame.
Tampoco las piernas del portugués pertenecientes a la escuela de Sevilla respondieron a las órdenes de su mente. Paco Velázquez, que estuvo correcto con el capote, ofreció un trasteo de izquierda, con algún que otro trazo lento, aunque sin hilvanar y muy en paralelo. Le dio mil peses al buen eral de Guardiola sin llegarle a la gente. Mató mal y necesitó de dos golpes de descabello.
Antonio Puerta se fue a portagayola a recibir al cuarto. El joven de Cehegín perteneciente a la escuela taurina de Murcia anduvo vibrante con el encastado eral. Incluso le bajó la mano en un intento de mandar en la embestida, pero no lo consiguió. Faena desordenada, demasiada acelerada y muy despegada. Con la espada muy mal.
Demasiado bisoño se mostró David Martín. A este joven de Galapagar le vino grande el debut en Sevilla. Feo favor le han hecho los que ha decidido traerlo a la Maestranza. Anduvo a la deriva. Mató mal aunque con decisión.
Y termina el cuento sin final feliz con el representante francés, Dorian Paul, que se empleó en una faena de excesivo metraje para expresar su primario y machacón discurso de pases y pases tan vulgares como exentos de valor. Una pena.
AL NATURAL |
Preparación
Francisco Mateos.-
Dejaban una sombra de duda los empresarios Ramón Valencia y Eduardo Canorea hace unos días en la rueda de prensa de presentación de los carteles de las novilladas de promoción. Dijeron que seguían contando con las Escuelas de Tauromaquia, y sobre todo con la de Sevilla, para componer las combinaciones de estos festejos menores. Sin embargo, se quejaban -o lo pareció- de que no estaban presentes este año dos de las escuelas que en otras ocasiones han arrojado alumnos triunfadores de este ciclo: la Escuela de Écija y la de Jerez. Argumentaban que eran las que tienen mayor números de alumnos pero que este año han preferido no participar.
He esperado y preguntado en dichos centros por estas declaraciones de la empresa que no me encajaban. Desde estas escuelas me reconocen que la empresa de Sevilla siempre han contado con ellos, y que están muy agradecidos. Sin embargo, este año no tienen alumnos con el nivel suficiente para hacer el paseíllo en la Maestranza. Debieron haberlo dicho los propios empresarios en la rueda de prensa, pero se lo callaron, y sembraron la duda. Mal hecho. Y muy bien hecho por estas dos escuelas: el profesorado, como responsables del buen nombre y garantía de sus centros docentes, exigen un nivel solvente a sus alumnos para presentarlos a una plaza de la importancia de la sevillana, entre otras cosas porque así han logrado en ediciones anteriores que sus representantes hayan sido elegidos finalistas del ciclo. A la vista está que la empresa no parece que tenga el mismo grado de responsabilidad, o que se la están ‘colando’. Y si no hay nivel suficiente, como está visto por lo sucedido hoy, pues se debe hacer todo lo contrario: en vez de programar una novillada más, ofrecer una novillada menos. El mundo al revés.