El diestro sevillano Morante de la Puebla ha esculpido otra vez una obra de arte taurina. Ha sido esta tarde en la plaza de toros de Badajoz, que está celebrando su Feria de San Juan. El diestro hizo llorar de emociones a los pacenses, pero falló con la espada, cortando sólo un trofeo.
Redacción.-
El balance de las actuaciones de toreros sevillanos que han realizado el paseíllo hoy, martes 22 de junio, ha sido el siguiente:
CORRIDAS DE TOROS
- Badajoz: Se han lidiado toros de la ganadería de Juan Pedro Domecq. Terciados, con el denominador común de la falta de raza a excepción del cuarto que ha sido noble y ha tenido motor para aguantar la exigente faena. Primero, manso y sin raza. Segundo y tercero toreables. El quinto deslucido y el sexto sin clase. Segundo, tercero y cuarto fueron despedidos con palmas. Con pitos, el primero y sexto. Y el quinto fue silenciado. Morante de la Puebla, división de opiniones y oreja, con fuerte petición de la segunda. El Fandi, oreja y saludos. José María Manzanares, oreja y silencio. Algo más de media plaza.
Según informa nuestro compañero Antonio J. Pérez en www.badajoztaurina.com, «faena de ensueño la que hemos visto hoy en el coso de Pardaleras en el cuarto toro de la tarde. Un animal de Juan Pedro Domecq noble y de mucha calidad, que acudía al cite con prontitud y metiendo bien la cara en los engaños, y que a la postre ha durado una eternidad, ya que le hemos contabilizado a Morante nada más y nada menos que doce tandas de muletazos de más de seis y siete muletazos cada una. Don José Antonio Morante de la Puebla -y le otorgo el Don por derecho propio- ha cuajado una faena excelente con el capote, con unas verónicas acompasadas con gusto y arte, mucho arte. Luego vino la guinda delquite por chicuelinas, armónicas, con temple, que pusieron la plaza en pie. Pero la apoteosis llegó con la muleta, a través de una faena despaciosa y muy torera. Llevó Morante al toro, con muletazos a dos manos, hasta los medios y fue allí cuando empezó a cuajar series muy templadas, de amplio recorrido, donde los pases se sucedían uno tras otro sin que el toro lograse tocar la tela.
Toreo parsimonioso, y de increíble trazo con la mano izquierda, con detalle de mucho gusto en los cambios de manos, faroles invertidos, en series de siete y ocho muletazos bien rematados con el último pase. La gente en pie, las lágrimas en los ojos en muchos aficionados y la emoción palpándose en el ambiente. Las zapatillas, fírmemente asentadas en el albero, y en los tendidos el delirio, para cerrar la serie con una serie de ayudados por alto rematados con una trincherilla de escándalo. La faena se había alargado hasta casi la hora de sonar el aviso y alguna que otra voz solicitaba el perdón para la vida del toro, cuando Morante, que había llevado el estoque de verdad durante toda la faena, se tiró en lo alto y pinchó. El premio gordo se diluía, pero quedaba el premio especial de haber visto una faena para el recuerdo. Le fue otorgada una oreja, para mi humilde opinión poco premio si tenemos en cuenta el nivel de otras tardes y el resultado cosechado. En su primero nada pudo hacer ante un toro falto de casta, sin fuelle, y pegado a tablas desde el principio de la faena. Lo mató, pitos para el toro y división de opiniones para el torero».
(VER CRÓNICA Y GALERÍA GRÁFICA COMPLETA DE ESTA CORRIDA)