Con una sola ovación se ha saldado otra tarde gris en la Maestranza. Sólo el debutante Angelino Arriaga saludó tras la faena al tercero, un encastado y bravo novillo de Fidel San Román. Alejandro Esplá y Nicolás López ‘El Nico’, debutaron entre silencios.
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Manuel Viera.-
No siempre es así, pero tardes como ésta obligan a pensar que el escalafón de novilleros está en vía de extinción. No es posible que con novillos de triunfo le sea imposible alcanzarlo. Y máxime si estos le salen por la puerta de chiqueros de la Maestranza. Ahí es nada. Sabido es que en cualquier tarde puede suceder algo especial. Pero no sucede. Ni siquiera con este otro Esplá, que al parecer toreó esta tarde su último novillo. El próximo domingo, en Alicante, con su padre de padrino, será nuevo matador de toros.
En realidad Alejandro Esplá se topó con un mal lote. El peor de la bien presentada ‘corrida de toros’ de Fidel San Román. De todas formas su esperado toreo pasó de puntillas por el ruedo de la plaza. Mal asunto si aquí, en Sevilla, se le atisban demasiados defectos técnicos y de forma. El capote no es su fuerte, pese a la diversidad que quiere ofrecer en los quites, y la muleta es mala copia de la de su progenitor. Con el soso y descastado primero se mostró sin recursos, y con el manso y complicado cuarto no atinó con la lidia que pedía el aplomado animal. Un compendio de estilos sin definir se le apreció durante un trasteo a derecha de escasa expresividad. Mató mal al primero y se eternizó con el descabello para finiquitar al cuarto. |
Faena de actitud de El Nico con el manso y rajado quinto, con el que quiso y no pudo conseguir su objetivo. Muy al final de faena, y tras intentar en vano trazar un solo muletazo, consiguió al hilo de las tablas algún que otro pase diestro, largo y bien dibujado. Eso sí, le echó valor y ganas de agradar, y esto es de agradecer. El granadino, que se gusta y gusta con la capa, tuvo en el segundo un novillo de triunfo. Así lo supuso, pues decidido se fue a los medios a brindar a sus paisanos que después le jalearon a destiempo todo lo malo y se callaron en lo bueno. El Nico bajó la mano, llevó la embestida larga, aunque despegada, pero no ligó. Así transcurrió una faena discontinua, demasiado enganchada, en la que sólo los detalles de trinchera y pases por bajo destacaron. Muy perpendicular cayó la espada en el segundo y le bastó la estocada para terminar con el quinto.
Quizá ande ahora buscando pretextos con los que esquivar una tarde que pudo ser de triunfo y no la fue. Y es que Angelino Arriaga se le cruzó en su camino un tercer novillo de oreja. El utrero de Fidel San Román apretó como todos en varas, le pegaron fuerte en la primera y, para colmo, se dio una voltereta de órdago. Pues pese a ello embistió a las telas con encastada bravura. El mexicano, que tomó el olivo de mala manera tras peder el capote, no terminó de ver la calidad de un utrero que pedía mando y ligazón. Angelino, no obstante, mostró unas formas en las que reflejó fragmentos de un toreo que gusta, bien trazado, de mano baja, largo, aunque muy acelerado, desajustado y falto de decisión. |
Es más, hubo muletazos tanto a derecha como a izquierda para el disfrute, sin embargo nunca se atrevió a adelantar la muleta, a dejarla muy cerca de la cara. A la faena le faltó ese punto necesario para convertirla en emotiva. Fue demasiado irregular, menos brillante de lo esperado y con algunos tintes de banalidad. Tras estocada y descabello saludó la ovación. Con el manso sexto no encontró la forma de sacarle un solo muletazo limpio. Nada de nada.
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