El sevillano Salvador Cortés le ha cortado las dos orejas a su segundo toro, el mejor de una floja y descastada corrida de Martín Lorca. Padilla se ha mostrado técnico con el parado cuarto, banderilleando con naturalidad y verdad a sus dos toros, mientras que Uceda Leal sólo demostró su empaque en sueltos muletazos con el rajado segundo.
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Manuel Viera.-
Empeñado en la consecución de un triunfo a toda costa, Salvador Cortés aniquiló con el sexto esos brotes de desmoralización permanente que se le atisbaron durante la lidia al tercero. Así que el sevillano ha dado un nuevo volantazo artístico a su toreo con el que ha querido mostrarse diferente y ambicioso ante un público que le ovacionó con fuerza la obra conseguida con el mejor y único toro importante de la pésima corrida de Martín Lorca.
Aún así, y obviando las mil dudas que tuvo ante la imposibilidad de hacer faena al invalidado tercero, si algún valor extra tiene lo hecho con el sexto es el de resumir en no más de dos naturales auténticos y la profundidad diestra de un toreo hilvanado el argumento de quien quiso y pudo conseguir su objetivo. Si además supo firmar tan apasionante faena, la cambiante maniobra con el buen toro de Martín Lorca ha sido, más que una excusa para demostrar, demostrarse a sí mismo el sentido apasionante de su toreo |
Si bien la ambición y las ganas siguen siendo el formato más rentable a la hora de revivir carreras a la baja, la capacidad de Cortés, recreada en unas formas muy emotivas, hizo prácticamente superable la difícil prueba en su plaza de Sevilla. Esto ha sido precisamente lo que le ha pasado a Salvador, que lo que ha hecho se ha transformado en una sorprendente travesía que le ha de conducir a buen puerto. Todo un golpe de efecto a pesar de que los pañuelos, al borde de la locura colectiva, revolotearon alrededor de un palco que no dudó en aceptar el desenfreno. A pesar de que un presidente exhibió la suficiente manga ancha como para rentabilizar, aún más, la importancia de una buena faena y mejor estocada.
De todas formas, lo hecho por Salvador Cortés al noble y bravo sexto fue un hallazgo y una conquista, elaborando un repertorio de pases a derecha hondos, expresivos, precisos y ligados que, sin sobresaltos, revelaron la capacidad del sevillano para transmitir emociones. También el natural resultó brillante junto a los remates y adornos, iguales de expresivos que el sentido cambio de mano.
El sevillano ha dado un nuevo volantazo artístico a su toreo con el que ha querido mostrarse ambicioso ante un público que le ovacionó con fuerza la obra conseguida con el único toro importante de la pésima corrida |
Y esta fue la tarde que se completó con un extraordinario tercio de banderillas protagonizado por Luis y Pedro Mariscal que tuvo honores de música. La perfecta suerte de varas que ejecutó Agustín Romero, y la buena lidia de Juan José Domínguez a este último toro. Y no más. |
La tarde -hasta llegar al sexto- fue de bostezo continuo. Los toros de Martín Lorca, flojos, mansos y con alarmante falta de casta, no propinaron el lucimiento de la terna. Juan José Padilla no obtuvo continuidad en los escasos muletazos recetados al parado primero. Se mostró técnico con el descastado cuarto, banderilleando con verdad y sin aspavientos a sus dos toros, y finiquitó a su segundo de contundente estocada.
Uceda Leal mostró su empaque en sueltos muletazos diestros al rajado segundo, y le costó adelantar los engaños con el noble, descastado y parado quinto. Mató con su acostumbrada facilidad aunque ambas estocadas cayeron desprendidas. Padilla no obtuvo continuidad en los escasos muletazos al parado primero; técnico con el descastado cuarto. Uceda Leal, con su empaque en sueltos muletazos diestros al rajado segundo, y le costó adelantar los engaños al noble y parado quinto |
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Que se lo cuenten a Canorea
Francisco Mateos.-
Cuantas más veces se le pone cuesta arriba las cosas, más veces sale a flote. La afición y ganas de Salvador Cortés son insumergibles, a prueba de naufragio. Y el sexto de esta tarde, noble y con clase, tenía las fuerzas muy justitas; en la primera tanda se le vino abajo un par de veces al obligarlo. Era un flotador medio pinchado. Pero el sevillano ha sabido entenderlo perfectamente, darle tiempo, llevarlo lejos pero sin someterlo por abajo y rematando a la altura de la cadera al darle la salida para lidiar el siguiente. Faena inteligente, artista y de notable alto técnicamente. El espadazo, a corazón abierto.
Venía el sevillano con la losa que le podría suponer al ánimo de algunos el haber salido de Madrid con la diana puesta en el pecho de quienes querían darlo fuera de combate, como si un torero tuviera que ser un robot y todas las tardes tiene que verlo igual de claro. Todo tenemos días buenos y días malos, y el conjunto de la trayectoria de cada cual es lo prevalece; no un día puntual. Es muy injusto que al torero de Mairena lleven años juzgándole a una carta, esperando que se equivoque para mandarlo a casa. Por eso me descubro ante la afición y la superación de este último vástago de la saga de los Mariscal. Lástima que Canorea -que hizo como los chinos: ver los tres primeros toros, que los que venían después eran otra vez los mismos- no viera la faena al sexto. Dos orejas. Que se lo cuenten. Y el año que viene, más de lo mismo: una en la preferia muy descolgado y al Corpus… Que se lo cuenten, por favor.
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