«…con Morante en Nimes, el de La Puebla no podía utilizar otra cosa que una silla versallesca. Es decir, un asiento procedente de algún palacio de Francia. Era lógico, por tanto, que Morante se sentara en una silla francesa y que la de Quidiello quedara para ‘El Bala’ de aquellos tiempos o para cuando a Morante se le ocurra hacer algún día la misma faena en Sevilla…»
Fernando Gelán.-
Son numerosos los extraordinarios comentarios que se han difundido sobre la actuación prodigiosa y magistral de Morante de La Puebla en el coliseo de Nimes. Aquellos que tuvieron la fortuna de estar en el coso francés no paran de decir que fueron unos privilegiados en esta jornada de toros en Francia. Y lo más divulgado de todas las grandes faenas que el torero sevillano desarrolló en la plaza de Nimes ha sido el uso de una silla, no ya sólo para darle unos cuantos pases por alto a la red del ‘juampedro’, sino para contemplar extasiado la muerte del toro, entre la sorpresa, la euforia, la magia y el arte torero de Morante, que quedó grabado en las retinas de los cientos de aficionados que estaban en los tendidos.
Pero es curioso lo que se ha armado con el uso de la silla, porque algún comentarista ha escrito que debería haber utilizado una de madera y enea para armar el taco en la plaza francesa. Aunque yo era más grandecito de edad y de tamaño que el que ha escrito contra el asiento usado por el de La Puebla, lo de ‘El Bala’ fue otra cosa y en otro momento. El revolucionario torero sevillano de la década de los sesenta ponía banderillas desde la silla de enea y estábamos en Sevilla. Y ahí quedó limitada su faena en este tercio.
En esta ocasión, con Morante en Nimes, el de La Puebla no podía utilizar otra cosa que una silla versallesca. Es decir, un asiento procedente de algún palacio de Francia, que hay muchos y con sillas muy parecidas. Era lógico, por tanto, que Morante se sentara en una silla francesa y que la de Quidiello quedara para ‘El Bala’ de aquellos tiempos o para cuando a Morante se le ocurra hacer algún día la misma faena en Sevilla. Las sillas están para el que la busca en su sitio y en su momento. Silla palaciega, del Versalles francés, para Nimes; y silla de carrera oficial desde Campana a la Catedral, para la Maestranza sevillana.
Morante, por tanto, eligió bien. El de La Puebla sabía en esos toreros momentos cual era el modelo de silla en la que tenía que sentarse. Estaba en Francia y no en Triana.
*Fernando Gelán es fotógrafo y periodista sevillano.NOTICIAS RELACIONADAS
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