La estocada de la Feria

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FOTO: Javier Martínez.
FOTO: Javier Martínez.

«…le daría un premio al que acierte la cantidad exacta de metros de estantería de Ikea que van a necesitar El Juli y el niño de Manzanares para colocar las docenas y docenas de estatuillas, placas, cerámicas, diplomas, marcos, cuadros y medallas que les queda que recoger de aquí a la Feria del año que viene…»

Antonio Burgos.-

     Empezaron el domingo mismo por la noche. Hablo de los premios taurinos de la Feria. No hay entidad, institución, círculo, peña, tertulia o grupo de amiguetes que no conceda sus premios de la Feria taurina. Con esto de los premios de la Feria pasa como las coronaciones de las Vírgenes de Semana Santa, que se han devaluado tanto de tanto otorgarlas a voleo (sobre todo por parte del Emérito, que las tiraba a pelón), que algunos clásicos presumen de que la titular de su cofradía es María Santísima No Coronada de tal advocación. Con los premios taurinos ocurre lo mismo, devaluados por hartazgo. Yo, por ejemplo, le daría un premio al que acierte la cantidad exacta de metros de estantería de Ikea que van a necesitar El Juli y el niño de Manzanares para colocar las docenas y docenas de estatuillas, placas, cerámicas, diplomas, marcos, cuadros y medallas que les queda que recoger de aquí a la Feria del año que viene, empezando por los premios del Cortinglés, que los conceden en plan llegar y pegar, ya mismo los están entregando en el Alcázar, antes de que caigan moscas.

     Yo no tengo nada contra los premios taurinos, pero convendría echarles un poco más de imaginación. Por ejemplo, al premio a la Estocada de la Feria. La mejor estocada de la Feria se queda siempre sin premio. Bueno, sí, dan estatuillas y diplomas al torero que mejor deja la espada en el mismísimo hoyo de las agujas, habiendo echado previamente la muleta a las pezuñas, según enseñaba Rafael Ortega el de La Isla. Pero yo hablo de otras estocás. Estocás sin puntilla también, naturalmente. Hablo de la estocá en sentido figurado, pero hasta la mismísima bola, a la hora de presentar la factura a un sevillano o a un turista en un restaurante durante la Feria. ¿Cuántas estocás de premio se han pegado durante la Feria en el gremio de la restauración? ¿Cuántos madrileños venidos en el Ave han recibido los aceros de la factura hasta los mismísimos gavilanes, que han hecho rodar sin puntilla al saldo de su tarjeta de crédito? Miguel ‘El Potra’, mi maestro de Gramática Parda, me prevenía de estas estocás de la Feria. Cuando le comentaba lo bien que se comía en un sitio que no he de nombrar, me advertía:

Pero ten mucho cuidado si vas, procura que sea otro el que convide y que no tengas tú que pagar. Porque llega el tío, te junta las manos y puuuuuuuuum, ¡hasta la bola la estocá que te mete el gachó con la factura!

     Las asociaciones de consumidores, tan celosas del respeto a nuestros derechos, deberían otorgar anualmente estos premios a la mejor estocá de la Feria, para que sepamos con quién nos jugamos los cuartos los que hemos de seguir aquí el resto del año. Sería una maravilla poder leer el acta del jurado:

-‘Mejor estocada de la Feria’, al restaurante Brisas de la Bajamar de la Bahía, donde a un tío de Madrid que se le ocurrió pedir tres cigalas de tronco para cada uno de sus seis invitados, unos langostinos, unas cañaíllas y seis cazuelas de angulas, seis, y remataron con dorada a la sal, más postres, café y güisqui de malta de diez años en copa de balón, le clavaron al tío 2.400 euros. Rodó sin puntilla antes de irse a los toros.

     También podrían otorgarse otros premios, por ejemplo, a las mejores estocás a los padres de familia en los cacharritos de la Callelinfierno. O a los guiris que osan comprarle un clavel a las vendedoras de etnia gitana (vulgo gitanas). O a uno de Zamora que antes de ir a los toros, cuando estaba tomando café en un velador en la acera de Ventura, se dejó limpiar los zapatos en la mismísima Puerta del Arenal por un betunero de la mencionada etnia, que le clavó hasta la bola diez euros por el servicio.

     ¡Esas sí que son estocás de la Feria, y no las del niño de Manzanares, sin necesidad de poner la espada así de canto ni nada!


*Antonio Burgos es escritor y periodista. / Publicado en ABC_Sevilla.

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